Educación
| Andrea Safier
¿Estamos educando para la vida?
Hace unos años escuchamos la voz de alarma:
la educación se ocupa del desarrollo de la dimensión cognitiva del alumno, le
interesa que tengan conocimientos para hacer tal o cual oficio, pero no deja
espacio para desarrollar otros aspectos de la persona y deja fuera del
currÃculo asignaturas importantes para el desarrollo integral de la persona.
La educación integral del alumnado es un
planteamiento presente en el discurso de cualquier programa educativo. Se puede
reconocer por las asignaturas que lo aseguran o por el modelo que se ofrece al
alumnado en conjunto, para que se forme dentro de la educación ciudadana apropiada.
La educación integral del alumnado toma
en cuenta que el proceso de plasmar una buena educación, tiene como objetivo
personas capaces de reflexionar, mirar la realidad crÃticamente, saber tomar
decisiones, ser empático, actuar de forma responsable, conocerse a sà mismo,
entre otros.
Como la personalidad es una integración
dinámica de diversos factores, la educación está al servicio de ese proceso
mediante el cual se da esa integración dinámica. Muchas dimensiones del sujeto necesitan
ser educadas, potenciadas y estar presentes de manera armónica para que la personalidad
sea sana y madura.
Cuando la educación no atiende a las
dimensiones que constituyen el sujeto que aprende, se da un desequilibrio en la
personalidad. Asà podemos encontrar personas muy maduras en aspectos del
conocimiento y muy inmaduras en el modo de relacionarse o expresar sus
emociones.
La educación emocional es un aspecto a
tomar muy en serio en el proceso de formación de la persona. El profesorado en
conjunto no puede descuidar este aspecto. Hay disciplinas, como el lenguaje que
facilitarán la educación de la persona en áreas más allá del saber realizar un
oficio. Sabemos casos de alumnos que dominan el lenguaje computacional pero tienen
un lenguaje propio.
Y de otros muy versados en temas de la
cultura popular actual, pero no tienen un apropiado acercamiento al mundo
cultural del que proceden. No están conectados con sus raÃces culturales, no
tienen esa visión “humanista”, para reconocer los grandes personajes que han
influenciado positivamente en el desarrollo de la humanidad. Dominan el uso de los
celulares para textear y jugar en lÃnea, pero no saben hacer uso crÃtico de ellos.
Un caso fundamental es la realidad de la
educación en los grandes valores de la vida y las herramientas para hacer
frente a los grandes retos de la vida. Si la educación no alcanza a incidir en
el aprendizaje de los valores y la visión ante la vida, el alumnado terminará
siendo muy competente en realizar su trabajo, pero no estará preparado para la
vida.
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