Matrimonio y Familia | D. Julián Tavárez
El amor conyugal: "una sola carne" (amarse como Cristo y según Cristo)
El amor conyugal supone la entrega incondicional
al otro más allá de contratos y sentimientos. SÃ, el sentimiento y los afectos
mueven a casarse. SÃ, el compromiso se refleja en un contrato. Sin embargo, el
matrimonio va un paso más allá: se fundamenta en la entrega y aceptación
incondicional de la vida, y del cuerpo, de los contrayentes en un acto de total
y absoluta libertad. Darse al otro implica renunciar a la propia libertad, no
pertenecerse ya más.
San Juan Pablo II, en su encÃclica, “familiaris
consortio”, nos recuerda que Dios se ha servido del amor esponsal para revelar
su amor hacia el pueblo elegido. Tanto el matrimonio como la virginidad, en su
forma propia, son una concretización de la verdad más profunda del hombre, de
su «ser imagen de Dios».
El hombre y la mujer, permaneciendo cada uno de ellos como personas singulares y completas son «una unidad-dual» en cuanto personas sexualmente distintas y complementarias
Pero de la primera, es decir, de la imagen del
amor del hombre y mujer en el matrimonio se ha servido el mismo Dios para
revelar su amor hacia el pueblo elegido, es decir, a Israel; y la segunda ha
sido mostrada explÃcitamente en la persona de Jesucristo, el Hijo, haciendo
presente al Dios “esposo” de su pueblo. Por eso el Papa Benedicto XVI, en su
encÃclica ¨Deus caritas es¨, acude a aquella –a propósito de la gran variedad
semántica que el lenguaje atribuye a la palabra amor–, con el fin de acercarnos
a la naturaleza y caracterÃsticas del verdadero amor. «En toda esta
multiplicidad de significados –dice el Papa– destaca, como arquetipo por
excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual cuerpo y alma
concurren inseparablemente y en el que al ser humano se le abre una promesa de
felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera
vista, todos los otros tipos de amor».
El amor conyugal es un amor “comprometido”. Se
origina y desarrolla a partir de una realidad que transciende y da sentido a la
existencia de los esposos, como tales, en todas sus manifestaciones. Tiene una
originalidad y unas caracterÃsticas o notas que lo distinguen de otras formas
de amor.
El Concilio Vaticano II y la encÃclica Humanae vitae señalan las de
ser «plenamente humano», «total», «fiel y exclusivo», «fecundo» . Su
autenticidad viene ligada necesariamente al respeto a la dignidad personal y a
los significados del lenguaje de la sexualidad. Por el matrimonio se establece
entre el hombre y la mujer una alianza o comunidad conyugal por la que «ya no
son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6; cf. Gn 2, 24). El hombre y la mujer,
permaneciendo cada uno de ellos como personas singulares y completas son «una
unidad-dual» en cuanto personas sexualmente distintas y complementarias.
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