Cultura y
Vida | Arelis Encarnación/ADH
El triángulo fotográfico en nuestras vidas
Me
gusta la fotografía y suelo encuadrar fotos sin cámara, y puedo decirte que he imaginado
muchas fotos así en lo que llevo de vida; y tú que lees estas líneas posiblemente
has hecho fotografías dejándote impresionar sin apenas darte cuenta. Solo
bastaría con ver algún hermoso atardecer en el malecón de la avenida George
Washington o en las playas paradisiacas de Bávaro en Higüey provincia la
Altagracia.
Llegan
a mi memoria algunas de las fotos que imaginé sin cámara, en Madrid, por ejemplo,
en la Puerta del Sol donde está la estatua del Oso y el Madroño, en el Museo
Thyssen o también el famoso Museo del Prado, la Giralda de Sevilla, y en la Torre
del Oro donde Colón depositaba las fortunas que llevaba de estas islas a sus
majestades durante las conquistas de América; todas y cada una se plasmaron en
mi retina.
El
ojo humano ha sido la inspiración para el invento de la cámara fotográfica, lo
que quiere decir que todos tenemos una cámara perfecta con nosotros. La luz es
el principal elemento que se maneja en este arte y los expertos dicen que para
lograr una buena foto solo hay que dominar el TRIANGULO FOTOGRAFICO o triangulo
de luz, que es un principio técnico en la exposición fotográfica que consta de
tres elementos que al interactuar entre sí forman un triángulo. Trabajan juntos
para producir una foto buena.
Para
mí es un símil con la vida diaria, y aunque en el día a día no nos demos cuenta,
ni lo pensamos que cada acto es una toma, una instantánea; buena o mala; lo que sí es cierto es que la existencia da esa sincronización, esa interacción de la que
habla el triángulo de la fotografía en nuestras vidas. Las cosas más simples,
las más complejas ha de tener ese principio. De no ser así algo sale mal, queda
inconcluso.
Con
los años aprendes que puedes elegir ser mejor persona y aprendes además que
necesitamos un buen lente, necesitamos un buen fondo, necesitamos algunos conocimientos,
enseñanzas y vivencia de cuando nos íbamos formando, en nuestro crecimiento, de
nuestros padres, de nuestros entornos. Al crecer al hacernos mayor de edad,
echamos de menos todo aquello que nos enseñaron y aprendimos. Lo que tuvimos la
dicha de vivir recibiendo cuidados y cariños, es momento de agradecer, de
resarcir y debo decir que los que no tuvieron la fortuna, no estuvieron solos,
la mano de Dios nunca los soltó, aunque pareciera lo contrario.
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