Opinion | Melania Emeterio Rondón
A Pura Emeterio Rondón, in memoriam
Símbolos e ideales de Marzo
Cada país tiene, en su calendario nacional, fechas
memorables a las que respetar y honrar, mas hay acontecimientos históricos cuya
significación se hace común para muchos países y poblaciones específicas. A ese
parecer responde el día 8 de marzo sindicado, desde hace varios años, como Día
Internacional de la Mujer. El núcleo de esta celebración deriva de una historia
enlazada por una concatenación de hechos, o jornadas de luchas protagonizadas
por mujeres en procura de derechos laborales. Estos hechos ocurrieron en
diferentes países y periodos, pero siempre en un 8 de marzo. Así estas mujeres
imprimieron en la historia un sello de identidad muy particular.
En cada una de estas movilizaciones femeninas hubo
represión brutal - patronal:
detenciones, apresamientos y muertes de mujeres carbonizadas en el
interior de las fábricas. Ese martirio y esa sangre derramada fue abonando el
terreno para dimensionar los motivos de lucha en distintos terrenos. Ellas se
convirtieron, con el tiempo, en alegoría y estímulo en los esfuerzos
sistemáticos que procuraban otras conquistas más allá de lo laboral, lo que ha
devenido en una universalización de esos derechos. Y se hicieron visibles ante
una sociedad de pensamiento y reafirmación masculina, que más luego sería cuestionada
y desmitificada por los estudios sociológicos y antropológicos relativos a la
exclusión social de la mujer. Desde esa conciencia las mujeres, una vez
organizadas, han sabido colocar e imponer una agenda que hoy día no pasa
desapercibida por los Estados, ni las instituciones de la sociedad civil de
país alguno.
En República Dominicana las mujeres han sido
sensibles y partícipes del movimiento reivindicativo de género, y bajo ese
fragor, aunque falta mucho todavía, han levantado su autoestima, y descollado
en muchas áreas del saber, pues tuvieron y tienen la conciencia de que el mundo
político, las ciencias, las artes, la política, el derecho, la economía, y
otras, les pertenecen en igualdad de condiciones. Desde este sitial han
mostrado que son mujeres marca país, columna de sapiencia, autenticidad y
capacidad propositiva desde su libertad individual que les ha permitido crecer,
aportar y ser ellas mismas sin más tutela que la grandeza moral y la aspiración
sin límites de llegar lejos.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer
reivindica a esas mujeres que forjaron una página gloriosa no solo para ellas
sino para su familia y el país nativo. Como breves ejemplos preciso es citar
nombres como Petronila Gómez, Abigail Mejía, Camila Henríquez Ureña Carmen
Natalia Martínez Bonilla, Ercilia Pepín, Evangelina Rodríguez, y Pura Emeterio
Rondón. Estas mujeres, maestras la mayoría, tienen en común el amor a su país,
cómo se sacrificaron haciendo suyas las causas sociales, políticas en defensa
de la soberanía nacional en distintos periodos de la historia dominicana. Su
perfil de ciudadana honorable no estuvo signada por la exhibición de sus logros
y sapiencia ante el mundo, sino por engrandecer a su país.
La historia particular de cada una está ahí para
el estremecimiento y la emulación de quienes deseen reflexionar sobre esas
vidas. En el caso especial de Pura Emeterio Rondón, fallecida en septiembre del
año 2017, se trata de una académica especialista en áreas como Letras y
Literatura-Fue una crítica literaria, ensayista, escritora, y acuciosa
investigadora de temas literarios que iban más allá de la literatura en si misma.
Advirtió la necesidad de que el país se enrumbara por los estudios de la
literatura del caribe y de literatura comparada, asuntos que están presentes y
visibles en casi todas sus obras, desde donde también aborda el tema de la
identidad como proceso histórico, político y cultural.
En el libro ESTUDIOS CRITICOS DE LA LITERATURA
DOMINICANA CONTEMPRANEA aparece el ensayo titulado ¿De qué color es la
literatura dominicana? Aquí Pura, partiendo de elementos históricos e
ideológicos, analiza las complejidades del asunto racial dominicano, y dice:
“Aun cuando el peso de lo racial es muy importante, no llega a constituir un
factor de división clasista tan radical
como llega a ser en Haití, que desde la independencia tiene tres grupos
netamente identificados: negros, mulatos, y blancos con intereses de clases muy claramente expresados. Desde el punto de
vista racial hay una diversidad palpable, reconocible, paro difícil de fijar material
y conceptualmente (pág. 136).
De las mujeres que citamos precedentemente, varias
corrieron altos riesgos por defender a su país, pero lo hicieron. Pura, por
igual amó de modo entrañable a este terruño, y se erigió en una intelectual
nacionalista funcional. Comprometida con la causa de la soberanía, fue una
abanderada del pensamiento Duartiano y de los Trinitarios, tan endeble hoy en
día cuando debería ser más fuerte y justificado, pues el país se ahoga frente a
la indiferencia y la complicidad de muchos sectores a favor de los intereses
haitianos, “aunque se hunda la isla”, el presupuesto y territorio de la nación.
Consecuente con su nacionalismo práctico, enseñó
la literatura dominicana a estudiantes de otros países induciendo a la
investigación de la misma. Así era su apego y valoración hacía lo propio. A ese afán por difundir y valorar la
producción literatura dominicana y su cultura en general, se sumó el fervor
patriótico militante por la casusa de la soberana en peligro. La asunción del
compromiso nacionalista le llevó no solo al discurso bien elaborado, directo,
de reflexión y análisis profundo, sino a formar, junto a otras personas, la
organización INTELECTUALES POR LA REPUBLICA. Perteneció también al Movimiento
PATRIA DUARTIANA. Allí participaba de las reuniones tanto en Santo Domingo como
en el interior del país, pues desde estas plataformas de acciones pertinentes,
se analizaba la situación de peligro para la soberanía dominicana, y el qué
hacer.
Probablemente, sobre Pura ya hemos externado
algunos de estos criterios, pero resulta que mientras más se reiteran, más
fácil se colocan y anidan en el alma y el pensamiento del colectivo social. Y
de eso se trata. Algunas personas que han escrito sobre ella obvian por
completo su lucha nacionalista. ¿Por
qué? Si se borrase esta parte auténtica y real de ella, ocurrirá que el tiempo
se encarga de enterrarla e modo total. Y eso es lo que más conviene y
recomiendan los y las apasionadas de los intereses haitianos. Por eso no
quieren que se cante el Himno Nacional, mas en cambio desean se retire la
Biblia del Escudo Nacional.
Cuando el Ministro de Educación dijo que el
estudiantado debe aprenderse el himno nacional con sus doce estrofas (casi lo
crucifican) recordé que Pura, desde las aulas universitarias trabajó, con
sabias intenciones, con sus estudiantes las estrofas del Himno Nacional, pieza
artística y literaria que además es una síntesis de nuestra historia de
independencia, y una invitación particular para preservarla. Se trata de una
arenga que invita a ver con dignidad y celo el futuro de la patria amada.
Les exhorto a hojear páginas de la historia
dominicana reciente o actual, solo para ver cuántos/as intelectuales se han
identificado con la causa nacional. Parecería como si se avergonzaran de
enfocar y publicar sobre el cómo la migración haitiana y el consenso de
complicidades está arruinando al país, y echando por el suelo la dignísima
historia de nuestra independencia nacional. No les ha importado, como si le
importó a Pura, la suerte de la patria de Duarte y María Trinidad Sánchez, y la
raza inmortal: Los Trinitarios. Y esa es la diferencia. Ella, contra toda
crítica, trato indiferente y exclusión por ser nacionalista, siguió
imperturbable: con el pensamiento fijo e inquebrantable.
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