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    miércoles, 10 de marzo de 2021

    Símbolos e ideales de Marzo


    Opinion | Melania Emeterio Rondón



    A Pura Emeterio Rondón, in memoriam


    Símbolos e ideales de Marzo


    Cada país tiene, en su calendario nacional, fechas memorables a las que respetar y honrar, mas hay acontecimientos históricos cuya significación se hace común para muchos países y poblaciones específicas. A ese parecer responde el día 8 de marzo sindicado, desde hace varios años, como Día Internacional de la Mujer. El núcleo de esta celebración deriva de una historia enlazada por una concatenación de hechos, o jornadas de luchas protagonizadas por mujeres en procura de derechos laborales. Estos hechos ocurrieron en diferentes países y periodos, pero siempre en un 8 de marzo. Así estas mujeres imprimieron en la historia un sello de identidad muy particular.

    En cada una de estas movilizaciones femeninas hubo represión brutal - patronal:  detenciones, apresamientos y muertes de mujeres carbonizadas en el interior de las fábricas. Ese martirio y esa sangre derramada fue abonando el terreno para dimensionar los motivos de lucha en distintos terrenos. Ellas se convirtieron, con el tiempo, en alegoría y estímulo en los esfuerzos sistemáticos que procuraban otras conquistas más allá de lo laboral, lo que ha devenido en una universalización de esos derechos. Y se hicieron visibles ante una sociedad de pensamiento y reafirmación masculina, que más luego sería cuestionada y desmitificada por los estudios sociológicos y antropológicos relativos a la exclusión social de la mujer. Desde esa conciencia las mujeres, una vez organizadas, han sabido colocar e imponer una agenda que hoy día no pasa desapercibida por los Estados, ni las instituciones de la sociedad civil de país alguno.

    En República Dominicana las mujeres han sido sensibles y partícipes del movimiento reivindicativo de género, y bajo ese fragor, aunque falta mucho todavía, han levantado su autoestima, y descollado en muchas áreas del saber, pues tuvieron y tienen la conciencia de que el mundo político, las ciencias, las artes, la política, el derecho, la economía, y otras, les pertenecen en igualdad de condiciones. Desde este sitial han mostrado que son mujeres marca país, columna de sapiencia, autenticidad y capacidad propositiva desde su libertad individual que les ha permitido crecer, aportar y ser ellas mismas sin más tutela que la grandeza moral y la aspiración sin límites de llegar lejos.

    El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer reivindica a esas mujeres que forjaron una página gloriosa no solo para ellas sino para su familia y el país nativo. Como breves ejemplos preciso es citar nombres como Petronila Gómez, Abigail Mejía, Camila Henríquez Ureña Carmen Natalia Martínez Bonilla, Ercilia Pepín, Evangelina Rodríguez, y Pura Emeterio Rondón. Estas mujeres, maestras la mayoría, tienen en común el amor a su país, cómo se sacrificaron haciendo suyas las causas sociales, políticas en defensa de la soberanía nacional en distintos periodos de la historia dominicana. Su perfil de ciudadana honorable no estuvo signada por la exhibición de sus logros y sapiencia ante el mundo, sino por engrandecer a su país.

    La historia particular de cada una está ahí para el estremecimiento y la emulación de quienes deseen reflexionar sobre esas vidas. En el caso especial de Pura Emeterio Rondón, fallecida en septiembre del año 2017, se trata de una académica especialista en áreas como Letras y Literatura-Fue una crítica literaria, ensayista, escritora, y acuciosa investigadora de temas literarios que iban más allá de la literatura en si misma. Advirtió la necesidad de que el país se enrumbara por los estudios de la literatura del caribe y de literatura comparada, asuntos que están presentes y visibles en casi todas sus obras, desde donde también aborda el tema de la identidad como proceso histórico, político y cultural.

    En el libro ESTUDIOS CRITICOS DE LA LITERATURA DOMINICANA CONTEMPRANEA aparece el ensayo titulado ¿De qué color es la literatura dominicana? Aquí Pura, partiendo de elementos históricos e ideológicos, analiza las complejidades del asunto racial dominicano, y dice: “Aun cuando el peso de lo racial es muy importante, no llega a constituir un factor de división  clasista tan radical como llega a ser en Haití, que desde la independencia tiene tres grupos netamente identificados: negros, mulatos, y blancos  con intereses de clases  muy claramente expresados. Desde el punto de vista racial hay una diversidad palpable, reconocible, paro difícil de fijar material y conceptualmente (pág. 136).

    De las mujeres que citamos precedentemente, varias corrieron altos riesgos por defender a su país, pero lo hicieron. Pura, por igual amó de modo entrañable a este terruño, y se erigió en una intelectual nacionalista funcional. Comprometida con la causa de la soberanía, fue una abanderada del pensamiento Duartiano y de los Trinitarios, tan endeble hoy en día cuando debería ser más fuerte y justificado, pues el país se ahoga frente a la indiferencia y la complicidad de muchos sectores a favor de los intereses haitianos, “aunque se hunda la isla”, el presupuesto y territorio de la nación.

    Consecuente con su nacionalismo práctico, enseñó la literatura dominicana a estudiantes de otros países induciendo a la investigación de la misma. Así era su apego y valoración hacía lo propio.  A ese afán por difundir y valorar la producción literatura dominicana y su cultura en general, se sumó el fervor patriótico militante por la casusa de la soberana en peligro. La asunción del compromiso nacionalista le llevó no solo al discurso bien elaborado, directo, de reflexión y análisis profundo, sino a formar, junto a otras personas, la organización INTELECTUALES POR LA REPUBLICA. Perteneció también al Movimiento PATRIA DUARTIANA. Allí participaba de las reuniones tanto en Santo Domingo como en el interior del país, pues desde estas plataformas de acciones pertinentes, se analizaba la situación de peligro para la soberanía dominicana, y el qué hacer.

    Probablemente, sobre Pura ya hemos externado algunos de estos criterios, pero resulta que mientras más se reiteran, más fácil se colocan y anidan en el alma y el pensamiento del colectivo social. Y de eso se trata. Algunas personas que han escrito sobre ella obvian por completo su lucha nacionalista.  ¿Por qué? Si se borrase esta parte auténtica y real de ella, ocurrirá que el tiempo se encarga de enterrarla e modo total. Y eso es lo que más conviene y recomiendan los y las apasionadas de los intereses haitianos. Por eso no quieren que se cante el Himno Nacional, mas en cambio desean se retire la Biblia del Escudo Nacional.

    Cuando el Ministro de Educación dijo que el estudiantado debe aprenderse el himno nacional con sus doce estrofas (casi lo crucifican) recordé que Pura, desde las aulas universitarias trabajó, con sabias intenciones, con sus estudiantes las estrofas del Himno Nacional, pieza artística y literaria que además es una síntesis de nuestra historia de independencia, y una invitación particular para preservarla. Se trata de una arenga que invita a ver con dignidad y celo el futuro de la patria amada.

    Les exhorto a hojear páginas de la historia dominicana reciente o actual, solo para ver cuántos/as intelectuales se han identificado con la causa nacional. Parecería como si se avergonzaran de enfocar y publicar sobre el cómo la migración haitiana y el consenso de complicidades está arruinando al país, y echando por el suelo la dignísima historia de nuestra independencia nacional. No les ha importado, como si le importó a Pura, la suerte de la patria de Duarte y María Trinidad Sánchez, y la raza inmortal: Los Trinitarios. Y esa es la diferencia. Ella, contra toda crítica, trato indiferente y exclusión por ser nacionalista, siguió imperturbable: con el pensamiento fijo e inquebrantable.


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