Biblia | P. William
Arias
Discípulos
Misioneros por la resurrección
San Marcos a lo largo de todo su evangelio
desarrolla la tesis de que somos discípulos de Cristo a través del
reconocimiento de Jesús como Mesías crucificado; para él, ser verdadero
discípulo no es que se haya participado y visto los milagros de Jesús, y
escuchar sus Palabras, sino aquel que es capaz de llegar con Cristo hasta la
cruz y proclamar desde allí su mesianismo.
Con los únicos discípulos suyos que se da esta
propuesta de Marcos es con las mujeres, por eso hoy día, las mujeres, que desde
Galilea acompañan a Jesús, las mencionadas Marías, no son consideradas como
acompañantes sin más, sino que se le da el talante de verdaderas discípulas de
Jesús, además de que en el momento de la cruz, los discípulos varones abandonan
al maestro, y ellas son las únicas que le acompañan a lo largo de la
trayectoria hacia el calvario, quedándose con él a los pies de la cruz y
posteriormente en el momento de la sepultura.
Ellas cumplen a cabalidad todas las actitudes
discipulares, en cuanto que ser discípulo es estar con Jesús, en todos sus
momentos, hasta en el de la cruz; es dejarse llevar por él, vivir la docilidad
del día a día en obediencia y sin miedo al lado del que va guiando al
discípulo, por caminos que él no esperaba, es acompañar valientemente al
maestro por todos sus caminos, captando las enseñanzas que no solo de palabra
salen de él, sino que hace patente con su vida. Las mujeres que siguen a Jesús
encajan perfectamente en este patrón discipular, de ahí que sean verdadero
testimonio de discípulos de Jesús en las Sagradas Escrituras.
Pero estas mujeres no se quedan solo como
discípulas de Jesús, sino que dan el paso siguiente, que corresponde que dé
todo discípulo, y es él de que llegado a un momento de su vida discipular pase
a ser un misionero, un mensajero de lo que aprendió y un enviado de su maestro;
al discípulo, al final de su formación se le da una misión. Así sucede con las
mujeres-discípulas ante la experiencia de la Resurrección. El testimonio de la
Biblia es unánime en cuanto nos dice que los primeros testigos del resucitado
fueron mujeres, el cual aparece en los cuatro evangelios: Mt 28, 8-10, Mc 16, 1-13, Lc 24,1-10 y Jn 20,
11-18. Cuando ellas viven la experiencia del resucitado, inmediatamente salen a
comunicársela a los demás discípulos, en ella se da la realidad de discípulas a
misioneras. El estar al lado de Jesús, hasta la cruz, las hace discípulas,
ahora ante la experiencia nueva de la Resurrección se convierten en misioneras.
Esta es la realidad creyente a la que todos
nosotros estamos llamados hoy: a ser discípulos misioneros, dejarnos formar por
Jesús y luego salir a comunicarlo al mundo entero; el documento de “Aparecida”
nos los recuerda en su segunda parte y el Papa Francisco en “Evangelii Gaudium”,
en la tercera parte, al hablarnos de los “Evangelizadores con Espíritu”. La
resurrección lanza al discípulo hacia la acción misionera de la Iglesia, este
es un paso necesario que hay que dar, dentro de esta doble dimensión vivencial
de la fe, la de ser discípulo y la de ser misionero. ADH 855
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