Celam
Iglesia | Óscar Elizalde
Fallece en Bogotá el P. Cecilio de Lora,
uno de los testigos de Medellín
En la tarde del Sábado Santo 3 de abril los
religiosos marianistas de la Región Colombia-Ecuador anunciaban la Pascua del
P. Cecilio de Lora a los 92 años de edad. Desde hace algunos días se encontraba
internado en la Clínica San Ignacio, en Bogotá, donde era atendido por
Covid-19.
El P. Cecilio nació en Larache, el 16 de abril de
1929 -entonces, protectorado español de Marruecos- y realizó su primera
profesión como religioso marianista en Elorrio (España), el 19 de septiembre de
1946. Luego de su profesión perpetua, el 15 de agosto de 1952, fue ordenado
sacerdote en Friburgo (Suiza) el 14 de julio de 1957. Era licenciado en
filosofía (Universidad de Madrid, 1953), licenciado en teología (Universidad de
Friburgo, 1958) y licenciado en ciencias sociales (Universidad Gregoriana de
Roma, 1960). Recibió el título de magíster en Sociología de la Educación en
1961 (Universidad de Columbia, Nueva York) y era doctor en ciencias sociales de
la Universidad Gregoriana (Roma, 1964).
Su llegada al CELAM
La mayor parte de sus 74 años de consagrado, como
religioso de la Compañía de María, los vivió en América Latina, particularmente
en Colombia y en Ecuador. “Cuando me
preparaba para venir a Colombia asistí a un encuentro en Lovaina (Bélgica) con
la institución ‘Pro Mundi Vita’, que tuvo una gran influencia en los años 60,
bajo la dirección del P. Kerkofs, SJ. Allí tuve la ocasión enriquecedora de
largos coloquios con Mons. Manuel Larraín, entonces presidente del CELAM y
obispo de Talca, en Chile”, se lee en uno de los testimonios recuperados por
Kaired en su serie Primavera Eclesial.
La propuesta de trabajar con el CELAM vino del
propio Mons. Larraín. “Yo buscaba, entonces, un lugar y una tarea que
respondiera a mis inquietudes misioneras”, recordaba Cecilio. El P. Julio
Hoyos, su Superior Provincial en aquella época, estuvo de acuerdo.
Desde su arribo a Bogotá se vinculó a la Secretaría General del CELAM
con la misión de colaborar en la preparación de la II Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano que se realizaría en Medellín (Colombia), en agosto
de 1968, con el propósito de reunir al episcopado del continente “para ver cómo
podría traducirse y aplicarse el Concilio a nuestra realidad con un profundo
sentido pastoral”.
Lo vivido en aquellos años marcaría para siempre
su itinerario como religioso, sacerdote, teólogo, pastoralista y educador.
“Compartí, en primer lugar mis funciones de adjunto al secretario General del
CELAM, Mons. Julián Mendoza -poco más tarde primer obispo de Buga, Colombia-. Posteriormente
llegó a Bogotá como Secretario General del CELAM Mons. Eduardo Pironio, desde
Argentina; con él trabajé intensamente, como miembro del equipo de la
secretaría general, en la elaboración de la temática y de la logística que
encuadraría la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano”.
Una Iglesia que opta por los pobres
El P. Cecilio lo arriesgó todo por una Iglesia que
opta por los pobres del continente y se juega la existencia por ellos, como
insiste el Papa Francisco -“una Iglesia pobre y para los pobres”- y como lo
hicieron tantas y tantos mártires, entre ellos el arzobispo de San Salvador,
san Óscar Arnulfo Romero, a quien conoció de cerca durante la Conferencia de
Puebla, en la que hizo parte de un grupo de teólogos asesores convocados por la
Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR).
Como testigo de Medellín - “de primera línea” -
insistió en sus opciones pastorales, posteriormente retomadas y actualizadas en
las Conferencias de Puebla, Santo Domingo y Aparecida, como la guía para
abrazar una ‘Iglesia para el Reino de Dios’, título de uno de sus libros
publicados por PPC (2011). Su testimonio profético estuvo presente en todas las
responsabilidades que asumió con los marianistas como con la vida religiosa. En
la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos (CER) y en la Conferencia de
Religiosos de Colombia (CRC), ha dejado un fecundo legado entre conferencias,
retiros espirituales, artículos y otras participaciones junto con los equipos
de reflexión teológica.
Al cumplirse los 50 años del acontecimiento de
Medellín, en un congreso organizado por la CRC de esta ciudad, comenzó diciendo
que “cuando no sabemos a dónde vamos, buenos es saber de dónde venimos”. Hoy su
Pascua invita a mantener vivo y actual el ‘patrimonio’ de la Iglesia de los
pobres.
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