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Amigo del Hogar
¿Qué queremos ser, en definitiva?
Puntos de reflexión de Mons. Raúl Berzosa en la
Misa Crismal, el Jueves Santo, en la Catedral de Santo Domingo, reunido el
Clero arquidiocesano presidido por el arzobispo metropolitano Mons. Francisco
Ozoria.
Voy a lo esencial, y a recordar lo que he estado
repitiendo en todos los encuentros cuaresmales parroquiales: “¡No es tiempo de
perder el tiempo!”. ¡Volvamos al más Bello, Jesucristo, a lo más bello, la vida
de santidad, y a los más bellos: ¡al encuentro con los hermanos y hermanas de
camino! Estamos en momentos “recios”, como calificaba Santa Teresa de Jesús a
los suyos; porque estamos no en una época de cambios, sino en un cambio de
época. Además, por segundo año consecutivo, inmersos en la dramática Pandemia
del Covid, que esperamos superar más bien antes que después.
Hemos escuchado en la primera lectura del profeta
Isaías, realizada en Jesucristo, según el Evangelio de San Lucas: “El Espíritu
del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a dar la buena
noticia a los que sufren, a vendar los corazones desgarrados, a liberar a los
cautivos, a consolar a los tristes, a cambiar el vestido de luto en el de
danza, y a proclamar el año de gracia… ¿Pero es posible ser profetas en nuestro
tiempo?...
- Cuatro frases punzantes, nos resitúan en el
momento histórico y cultural en el que vivimos:
“Cuando creíamos que teníamos todas las
respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas” (Mario Benedetti).
“Hacer una y otra vez lo mismo, esperando
respuestas diferentes, es una locura” (Einstein).
“En el Evangelio no se dice tanto cómo deben ser
las ovejas, que se las acepta tal y como son, sino cómo deben ser los pastores”
(Carmen Pellicer).
“En el siglo XIX, la Iglesia perdió a los obreros
e intelectuales; en el XX, a los políticos, a los medios de comunicación y a los
jóvenes; en el XXI corre el peligro de perder a las mujeres y a los pobres”
(Anónimo).
Ante las anteriores afirmaciones, nos hacemos la
misma pregunta del salmo 136: “¿Cómo cantar un cántico de Sión en Tierra
Extranjera?”… O, traducido, de otra manera, ¿cómo evangelizar en los nuevos
signos de los tiempos?... ¿Cómo anunciar a Jesucristo, y su Evangelio, en una
nueva cultura marcada, como denunció proféticamente el Papa Benedicto XVI, por
la enfermedad del relativismo moral, por el escepticismo intelectual, y por el
post-humanismo/trans-humanismo científicos?… ¿Podremos, en resumen, entonar en
verdad y con esperanza lo repetido en el salmo 88, en la liturgia de hoy:
“cantaré eternamente tus misericordias, Señor”?…
Desde hace cuatrocientos años, las dos preguntas
que nos lanzó la modernidad siguen vigentes: por un lado, “¿qué esconde y
revela Jesús de Nazaret, como fundador religioso, que no tengan otros grandes
fundadores?”… Por otro lado, “¿Por qué el cristianismo es la verdadera y plena
religión, y no una más entre otras?”…
Para responder a estos y otros retos y desafíos,
podemos igualmente adoptar las posturas del salmo 136: o llorar, confundidos y
paralizados, con nostalgia de Sión, añorando lo que fueron tiempos pasados; o
colgar nuestras cítaras, y no ser buena noticia; o domesticar el Evangelio,
predicando sólo lo “políticamente correcto” y lo que gusta escuchar como
divertimento o entretenimiento; o vengarnos y, como violentos fundamentalistas,
despeñar niños; o, finalmente, como el resto de Israel, ser los pobre de Yawhe
(los anawin), lúcidos y lucidos ministros al mismo tiempo.
¿Qué queremos ser, en definitiva?... ¿Pentecostés
o sinagoga?... ¿Misión o sacristía?...
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