Peregrinando
A Campo Traviesa | Manuel Maza
Comprender el terror revolucionario para no justificarlo
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El
terror revolucionario siempre ocurre en una situación desesperada, real o
inventada. Ya el 27 de agosto de 1791, luego de la fracasada huida de la
familia real, los monarcas Prusia y de Austria, hermano de MarÃa Antonieta de
Francia exigÃan a los revolucionarios la seguridad de la familia real. Durante
el 1792, el Duque de Brunswick prometió deshacer la obra de la revolución y
matar a todo opositor. En septiembre de 1792, cuando los austrÃacos penetraban
en Francia, bandas revolucionarias exaltadas asesinaron a la mayorÃa de los
presos de ParÃs, entre ellos, a 300 sacerdotes negados a jurar la
constitución. Allà murió, el beato haitiano, antiguo jesuita, Jacques Bonnaud.
El 1792 se cerraba con victorias francesas en Niza, Saboya, también a lo largo
del RÃn y en los PaÃses Bajos. El 1793 abrió entre negros presagios: luego de
la muerte de Luis XVI, Holanda, España, Nápoles e Inglaterra se sumaban a los
enemigos de Francia. La patria peligraba. Se reclutaron 300,000 franceses.
En
la Convención los girondinos federalistas adversaban a los centralistas jacobinos.
Mientras tanto, desde marzo, 1793 la región de La Vendée se levantó en armas
contra la Convención. Se declararon católicos tradicionales, devotos del
corazón de Jesús, monárquicos y contrarios al reclutamiento de su juventud
para las mortales guerras revolucionarias. Ese conflicto costó 500,000 vidas.
La
tensión aumentó el 1 abril, cuando el General Dumorriez traicionó pasándose a
los austrÃacos. Seis dÃas después nacÃa el comité de Salud Pública con plenos
poderes para combatir a los contrarrevolucionarios. En junio de 1793 los
girondinos fueron apresados, más tarde un grupo será guillotinado. Luego del
asesinato de Marat por una simpatizante de los girondinos el 13 julio, 1793, el
terror se acrecentó, no solo contra los nobles y sacerdotes refractarios, sino
contra los enemigos personales e ideológicos del jacobino Robespierre.
Cayeron su rival Dantón y los hebertistas, promotores de reformas sociales.
Varias ciudades se levantaron contra la ParÃs jacobina, entre ellas, Lyon, la
segunda ciudad de Francia, Burdeos y Marsella. La represión fue implacable. Lyon
sometida por Fouché fue rebautizada “Ciudad liberada” y una tarja avisaba:
“Lyon declaró la guerra a la libertad, ya Lyon no existe”. Francia derrotó a
sus enemigos externos. El Incorruptible Robespierre logró aterrorizar hasta
sus partidarios. Evaluemos el terror.
Publicado
en: Listindiario.com.do
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