Actualidad
| Ciudad del Vaticano
Jornada del Migrante y Refugiado:
"Los nacionalismos cerrados nos
dividen"
La reflexión del Santo Padre se realiza en un
contexto en el que “los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo
radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como en la
Iglesia”. En este marco, el PontÃfice aboga por un futuro en el que la Iglesia
sea “cada vez más inclusiva” con los migrantes y refugiados de otras
confesiones para desarrollar el diálogo ecuménico e interreligioso, y en el que
el mundo se “enriquezca con la diversidad y las relaciones interculturales” y
las fronteras se transformen en “lugares privilegiados de encuentro”.
Salir a las calles de las periferias existenciales para curar a los heridos y buscar a los perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a ensanchar su tienda para acoger a todos
Un camino común en un mundo en crisis
Francisco revela esta preocupación suya -ya
expresada en la encÃclica Fratelli tutti- al comienzo de su Mensaje, firmado en
San Juan de Letrán el 3 de mayo, fiesta de los Santos Apóstoles Felipe y
Santiago. A esta preocupación el pontÃfice acompaña un deseo: “Que al final ya
no haya 'los otros', sino sólo 'nosotros'“. Y es precisamente “nosotros” el
leitmotiv del documento papal titulado “Hacia un nosotros cada vez más grande”,
elegido -explica el Papa- para “indicar un horizonte claro para nuestro camino
común en este mundo”.
Un mundo que con la emergencia sanitaria atraviesa
uno de sus momentos de mayor crisis, en el que “el 'nosotros' querido por Dios”
parece haberse “roto y fragmentado, herido y desfigurado”.
“Los nacionalismos cerrados y agresivos y el
individualismo radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como
dentro de la Iglesia”, denuncia el Papa Francisco. “El precio más alto lo pagan
los que más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los
migrantes, los marginados, los que habitan las periferias existenciales”.
En realidad, “estamos todos en el mismo barco”,
reiteró el Papa, recordando las palabras elevadas al cielo en la oración por el
fin de la pandemia el 27 de marzo de 2020, en una desierta plaza de San Pedro.
“Todos estamos en el mismo barco” y, precisamente por eso, “estamos llamados a
comprometernos para que no haya más muros que nos separen, no haya más otros,
sino un solo nosotros, tan grande como toda la humanidad”.
Una Iglesia cada vez más inclusiva
A los católicos, el obispo de Roma les pide que
“sean cada vez más fieles a su ser católico”. “La catolicidad de la Iglesia, su
universalidad, es una realidad que pide ser acogida y vivida en todos los
tiempos, según la voluntad y la gracia del Señor que ha prometido estar con
nosotros siempre, hasta el final de los tiempos. Su EspÃritu nos hace capaces
de abrazar a todos para hacer comunión en la diversidad, armonizando las
diferencias sin imponer nunca una uniformidad que despersonalice”, escribe.
“En el encuentro con la diversidad de los
extranjeros, los migrantes, los refugiados, y en el diálogo intercultural que
puede resultar, se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de
enriquecernos mutuamente. En efecto, dondequiera que se encuentre, todo
bautizado es de derecho miembro de la comunidad eclesial local, miembro de la
única Iglesia, habitante de la única casa, miembro de la única familia”.
Atender a los heridos, sin prejuicios ni miedo
Concretamente, explica el pontÃfice, es necesario
comprometerse, “cada uno a partir de la comunidad en la que vive”, para que “la
Iglesia sea cada vez más inclusiva” y pueda, en consecuencia, “salir a las
calles de las periferias existenciales para curar a los heridos y buscar a los
perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a
ensanchar su tienda para acoger a todos”.
“Entre los habitantes de las periferias
encontraremos a muchos emigrantes y refugiados, desplazados y vÃctimas de la
trata, a los que el Señor quiere que se manifieste su amor y se anuncie su
salvación”, dice el papa Francisco. “Los encuentros con migrantes y refugiados
de otras confesiones y religiones son terreno fértil para el desarrollo de un
diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor”.
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