Reflexionando la Palabra | P. Wilkin
Castillo
Yo los elegí a ustedes
Estamos celebrando el sexto domingo de
pascua un tiempo hermoso y lleno de luz para nosotros a lo interno de nuestra
Iglesias, pues Cristo ha resucitado y permanece vivo en medio de nuestras
comunidades, esa alegría debe ser distintivo nuestro, en cualquier lugar y en
cualquier circunstancia de nuestra vida.
Por su parte nos dirá el Evangelio: En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el
Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis
mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo he guardado los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Hoy nos regala el Señor una verdadera
joya por medio de su palabra, al expresar que solo permaneceremos en su amor si
somos capaces de guardar sus mandamientos. “Les he
hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría llegue a
plenitud. Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he
amado.”
Por lo visto guardar los mandamientos de
Dios y por consiguiente permanecer en su amor, es garantía de alegría plena. Es
la alegría que brota del mismo corazón de Cristo y que tú y yo tenemos el
compromiso de darla a conocer con acciones puntuales.
“Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis
amigos, si hacen lo que yo les mando.” En esta parte nos está hablando la voz de la
experiencia, Jesús llevó el amor al grado sumo, fue capaz de dar su propia vida
por sus amigos, con esta actitud demostró que todos nosotros seguidores suyos
debemos estar dispuestos a morir por una causa que engendra vida y al mismo
tiempo nos muestre un horizonte lleno de luz.
“Ya no
los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, a ustedes los
llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a conocer.”
Ya no
somos siervos, un siervo era un esclavo y Cristo con su presencia en nuestra
historia destruyó todas las formas de esclavitud, él reveló toda la verdad
salvífica y se la da precisamente a sus amigos.
“No
son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los he
destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure.”
En esta expresión es donde radica todo el
éxito de nuestro ministerio y de nuestra pastoral, darnos cuenta de que hemos
sido elegidos y destinado por él dueño de nuestra consagración, de nuestro
ministerio y de nuestra pastoral, en el fondo todo es suyo y yo no un siervo,
sino más bien un amigo. Al mismo tiempo esta elección exige presentar al dueño
de la misión los frutos y con una característica especial y particular, que
estos frutos permanezcan.
“De modo
que lo que pidan al Padre en mi nombre se lo dé. Esto les mando: que se amen
unos a otros.” Finalmente cierra Jesús este Evangelio haciéndonos una invitación a
que nos amemos los unos a los otros, ya que es la mejor y más efectiva
predicación y evangelización que podamos mostrar en este intenso y exigente
proceso de cambio de vida.
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