Ética |
Jahuil Alexander Doroteo, MSC
El trasplante de órganos
Este procedimiento constituye una gran esperanza para muchas
personas y es una novedad de la medicina. El mismo consiste en poner, por medio
de la cirugía en el cuerpo humano, un tejido u órgano de otra persona o animal
para que reemplace las funciones del dañado. En este orden decir que hay tres
tipos de trasplantes de órganos, tales como el autotrasplante, que es del mismo
cuerpo, el homotrasplante, cuando se realiza de la misma especie y el
heterotrasplante el cual hace referencia al tejido que viene de otra especie.
Además, este progreso de la medicina tiene sus implicaciones éticas, las cuales
tenemos, el consentimiento informado, el diagnóstico de la muerte, la
alteración de la personalidad y el carácter experimental.
Un problema mayor se presenta cuando hablamos del trasplante de tejido fetal. En este sentido se plantean los temas del aborto, el respeto a la vida humana y la dignidad del embrión
En este sentido, el homotrasplante puede ser realizado de un
vivo a otro vivo y de un muerto a un vivo. El primer caso tuvo sus
repercusiones negativas a nivel de la ética al principio, pero en la
actualidad, desde la caridad se motiva a la donación de órganos. No olvidando
las informaciones adecuadas para el donante y el receptor. Por ello ambos deben
conocer los beneficios y riesgos de este procedimiento. El segundo caso es
planteado como una buena alternativa para no recurrir a la donación por parte
de un ser vivo. Esto implica unas consideraciones éticas para hacerlo, tales
como verificar que la persona esté muerta, y que haya dejado por escrito su
consentimiento antes de morir.
Por ende, en la reflexión moral sobre la donación de
órganos, se manifiesta la licitud de renunciar a la integridad propia para
responder a las necesidades del hermano. Desde la moral de la Iglesia Católica,
esto se considera como una entrega y encarna la identidad del don que hay en la
persona aún después de la muerte. En otro tenor, tenemos las prótesis
artificiales que posee sus problemas éticos al buscar sustituir un órgano dañado
por una prótesis artificial. De esta manera se reconoce el avance al hablar de
brazos, codos, caderas artificiales; pero esto no es así al querer sustituir un
órgano por otro artificial. Lo que hay de fondo es el carácter experimental
como garantía, pero puede ser la esperanza para las futuras generaciones.
Un problema mayor se presenta
cuando hablamos del trasplante de tejido fetal. En este sentido se plantean los
temas del aborto, el respeto a la vida humana y la dignidad del embrión. En este sentido el teólogo
expresa que la aprobación de este procedimiento es posible si la mujer ha
sufrido un aborto indirecto y si se consiente el sí de los familiares del no
nacido. Por el contrario, esto cambia cuando los embriones son obtenidos por la
fecundación artificial con la finalidad de fabricar materiales para
trasplantes. Nuestro autor ante esto nos dice que no se debe aceptar, porque
ellos son sujetos de derechos. Esto quiere decir que desde el momento de la
concepción son personas y deben ser tratados con dignidad.
Referencia: Alburquerque, E., Bioética
Una apuesta por la vida, Madrid, 2002, pp. 151-161.
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