Reflexiones | Bernardo Baldeón,
bbaldeon@gmail.com
La gentileza te conserva dentro
de tu área de estabilidad emocional
La estrategia de la no violencia
Sostener la gentileza en una sociedad hostil puede
ser una proeza. ¡Y en este tiempo sobre todo! Sin embargo, si se hace con inteligencia
emocional, es lo que nos ubica entre pares afines, y lo que nos permite no
desconectarnos de nuestra propia esencia.
Ser agresivo en medio de la agresividad es fácil.
Sostener tu paz interior es difÃcil. Pero para esa porción del Todo que anima
tu vida lo más difÃcil, lo más sufriente, es que te desconectes de ella. Por
eso mantenerse en paz es una práctica indispensable: para serte leal,
cualquiera que sea el medio en el que te muevas. Y si se vuelve imperiosa una
respuesta contundente, aun asà puede dársela desde una dignidad propia de la
no-violencia.
La gentileza consciente es lo que te puede
mantener conectado con la esencia de otros, y con la tuya. El sistema te
quiere beligerante y ciego. Abre los ojos y el pecho: ve con ambos más allá de
lo que los hipnotizadores quieren que veas.
Se trata de un propósito, por ende,
necesita ser sostenido con una intención, con tu voluntad. Se trata de
un ejercicio de paciencia, sobre todo si tu temperamento propende a la
explosión. Se trata de una práctica de compasión, sabiendo que los demás
también están sufriendo este momento tan arduo para todos.
Esto no significa sobre-adaptarte: significa que
la gentileza te conserva dentro de tu área de estabilidad emocional, de
fortaleza esencial. Y es el puente para que tu vida, también, sea más rica, más
bella, más resiliente. Es un ejercicio de no-violencia como elección de vida:
el ideario que puede sostener tus decisiones vinculares, para que no salten en
automático, dañando y dañándote.
Suelo decirme a mà mismo: “Cuando una sociedad es
hostil, lo revolucionario es ser gentil”. Quiero esa revolución, cada dÃa de mi
vida. La sostengo como puedo, y fallo, y acierto. Pero si somos muchos, nos
iremos encontrando. Nos vamos encontrando, unos a otros. Y ese encuentro
transforma el lugar en el que estemos habitando, o más allá: nuestra época.
¿Es fácil? No: es desafiante (Eclesalia
Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artÃculos, indicando su
procedencia).
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