Fe y Cultura | Antonio
Lluberes, SJ
“Cultura es todo
aquello”
Cultura es hoy día un
concepto clave. Con él nos armamos de un método de análisis para estudiar los
tiempos y momentos pasados y presentes. Y de él nos valemos como recurso para
construir nuestro progreso.
El concepto cultura nace
en los orígenes de los tiempos aplicado al cultivo de la tierra. Significó después
acumulación de conocimientos. Tener cultura era ser una
persona de libros y lecturas. Pero en la vuelta de los siglos XVIII y XIX se
aplicó a las formas de vida de los pueblos y vino a adquirir un significado
social. Así, toda persona y grupo social
y pueblo tiene su cultura, propia, por el mero hecho de existir.
La Iglesia se empoderó de
la palabra cultura en el Concilio Vaticano II (1965). En uno de sus documentos, el conocido con el
nombre de constitución “Gaudium et Spes”, en el número 53, que trata de los
aportes, problemas y retos del mundo moderno, hace uso de la palabra cultura
como un instrumento de análisis y como un recurso de progreso. Le reconoce
tanta importancia que considera que cultura es “todo aquello”.
“Todo aquello” es una
frase muy totalizante, pues a decir verdad que se entiende por cultura toda
actividad del hombre y de la mujer por la cual se desarrollan sus cualidades
espirituales y materiales. La cultura nos lleva a penetrar las intimidades del
ser humano y expresarlas de manera artística para el deleite espiritual. Así también, es cultura conocer el ciclo
vegetativo de la yuca, cultivarla y hacer casabe para la alimentación de las
gentes.
Cultura es hacer uso de la
inteligencia y del trabajo para someter la naturaleza. Sabemos que desde la
antigüedad el hombre batalló para conocer la piedra y los metales y hacer uso
de ellos para su defensa, el mejoramiento de su vida y su ornamentación. Y que hoy se adentra en las intimidades del
código genético para conocer y poder corregir degeneraciones biológicas.
Cultura es humanizar la vida familiar y
social, por el mejoramiento de las costumbres y e instituciones. Podríamos poner por ejemplo el reconocimiento
de los derechos de la mujer como una garantía de estabilidad de la familia, y
también la consecución del régimen
democrático que reconoce los derechos políticos y sociales de todos los
ciudadanos como base de la convivencia pacífica y justa.
La cultura es dinámica, se
gesta y manifiesta en el tiempo y adquiere diversas formas según las épocas y
la geografía. Es por eso que podemos hablar de la cultura medioeval desarrollada en el centro de Europa
tras el colapso del Imperio Romano. Y hoy día, de la cultura postmoderna que se
difunde en el global mundo por las migraciones humanas, el uso masivo de los
medios de comunicación y por el control
que ejercen sobre los medios los grupos de poder que pretenden aumentan sus
riquezas y controlar a los pueblos uniformando las costumbres.
Al evolucionar y mutar en el tiempo, la cultura
conserva lo que de permanente hay en su devenir. Es el caso de las personas que se relacionan
entre sí, hombre y mujer constituyen familia, lo que requiere de una
responsabilidad en la procreación, conservación y educación de los hijos. En una misma línea, las personas se organizan
en nación y en estado lo que demanda definir los perfiles de la nación:
geografía, lengua, religión y forma de estado.
Y también, la cultura se
puede trascender en el tiempo y ser útil a venideras generaciones. Veamos el
pensar filosófico que se generó en las ciudades libres de la antigua Grecia y
aún día está a la base de nuestra sociedad. ADH 716.
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