Cultura y Vida | Lic. Pedro B. Grullón T., LMSC
Del amor y de la amistad
Amor constituye uno de los términos más usados por la
humanidad. Para la fe, todo lo que encierra el amor lo engloba y lo irradia la
realidad de Dios. Él es la plenitud del amor y de la fidelidad (Jn. 1, 14).
También lo afirma el Papa Benedicto XVI en su encíclica “Deus Caritas est” (Dios
es amor). Esta Encíclica es una clara manifestación de la gran importancia del
amor en el mundo y lo imprescindible que resulta el cultivo del amor para la
feliz convivencia en el peregrinar humano por el mundo.
El amor debe celebrarse cada día, pero conviene siempre
aprovechar cualquier situación propicia para reforzar el amor en las familias,
en la sociedad y en el mundo. Démosle realce y vigencia entre los nuestros y
extendamos esa manifestación de amor a los que más lo necesitan: personas
rechazadas, asilos, marginados, oprimidos...
El amor también se practica con el cuidado de la
naturaleza, los animales, con la ecología que, en definitiva, es una manera de
brindar atenciones y exhibir las expresiones de amor a la humanidad presente y
futura.
En cuanto al origen de la celebración del amor y la
amistad en febrero, se remonta a San Valentín. Este nació en Roma a mediados
del s.III. Algunos opinan que es una fiesta cristianizada del paganismo. Se
atribuye la fiesta a San Valentín porque por su fecha de nacimiento se aparean
los pájaros en los países nórdicos. La versión que parece más fidedigna es que
en el tiempo en que vivió San Valentín la religión cristiana era perseguida y
él, a escondidas, casaba a las parejas bajo el ritual de la Iglesia. La fiesta
de San Valentín fue declarada por el Papa Gelasio I alrededor de 496. Se
celebró hasta 1969.
La Enciclopedia católica refiere que el santo cuya
festividad cayó en la fecha conocida como día de San Valentín fue posiblemente
uno de los tres mártires que vivieron a finales del s. III durante el reinado
de Claudio II.
Dimensiones del amor
El amor se practica en varias vertientes: filial, fraternal,
paternal y maternal, conyugal, amistoso con los amigos, compasivo con los más
necesitados, en el amor al prójimo… Además, hay amor a algo abstracto o
inanimado: una idea, una meta; a la patria, a los principios… También se habla
del amor platónico o amor de carácter espiritual sin que medie interés alguno.
Entendemos que el amor más original es dar sin recibir
a cambio, la superación del egoísmo, el sacrificar y anteponer las necesidades
del ser amado por encima de las de uno mismo, sin que lo considere sacrificio,
sino como oportunidad para prodigar el sentimiento.
El amor se considera como un conjunto de
comportamientos y actitudes, incondicionales y desinteresados, que se
manifiestan entre seres capaces de desarrollar inteligencia emocional.
Se asocia el término con amor romántico o relación
pasional entre dos personas. También se aplica a otras relaciones, tales como
el amor a Dios…En muchos casos significa un gran afecto por algo que ocasiona
placer o felicidad a quien realiza la acción de amar. El amor puede ser fruto
de un duro trabajo, esfuerzo y pericia, por construir y desarrollar un objetivo,
sintiendo verdadera plenitud y felicidad al ver conseguido lo que se ha
anhelado durante mucho tiempo. Este tipo de amor es el que sienten los padres
hacia los hijos cuando los ven capaces de afrontar la vida con plena madurez.
Hay una excelente explicación del amor en 1Cor 13,
donde se expresa el amor auténtico. El amor Ágape, el más desinteresado, que se
diferencia del Eros. Son dos términos de origen griego. Equivalen a los
vocablos latinos: caritas y cupiditas.
Ágape y caritas apuntan al amor incondicional en que
el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado y no el propio. Logra
empatía y altruismo. Ágape era el convite de caridad entre los primeros
cristianos. La expresión culminante del amor está en Jesús crucificado por
nuestra salvación.
Otro paradigma en la práctica del amor se observa en
los religiosos y religiosas. La vida de cada uno de ellos se acrisola en el
cotidiano servir a los más necesitados con total desprendimiento. Todo indica
que cuanto más feliz es la persona que da amor más feliz se vuelve al ofrecer
su vida, su trabajo, su dedicación…a los necesitados.
Con razón cobra cada vez más fuerza y vigencia la
frase: Hay más alegría en dar que en recibir. Esta se registra como una de las
frases célebres latinas: “Beatus est magis dare quam accipere”.
El amor auténtico debe cultivarse cada día. Así crece,
aumenta y se encamina al amor ágape. Pero el amor debe dejarse sentir con obras
y acciones concretas a nivel familiar, social, político…
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