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    lunes, 2 de agosto de 2021

    Del amor y de la amistad


    Cultura y Vida | Lic. Pedro B. Grullón T., LMSC




    Del amor y de la amistad

     

    Amor constituye uno de los términos más usados por la humanidad. Para la fe, todo lo que encierra el amor lo engloba y lo irradia la realidad de Dios. Él es la plenitud del amor y de la fidelidad (Jn. 1, 14). También lo afirma el Papa Benedicto XVI en su encíclica “Deus Caritas est” (Dios es amor). Esta Encíclica es una clara manifestación de la gran importancia del amor en el mundo y lo imprescindible que resulta el cultivo del amor para la feliz convivencia en el peregrinar humano por el mundo.

     

    El amor debe celebrarse cada día, pero conviene siempre aprovechar cualquier situación propicia para reforzar el amor en las familias, en la sociedad y en el mundo. Démosle realce y vigencia entre los nuestros y extendamos esa manifestación de amor a los que más lo necesitan: personas rechazadas, asilos, marginados, oprimidos...

     

    El amor también se practica con el cuidado de la naturaleza, los animales, con la ecología que, en definitiva, es una manera de brindar atenciones y exhibir las expresiones de amor a la humanidad presente y futura.

     

    En cuanto al origen de la celebración del amor y la amistad en febrero, se remonta a San Valentín. Este nació en Roma a mediados del s.III. Algunos opinan que es una fiesta cristianizada del paganismo. Se atribuye la fiesta a San Valentín porque por su fecha de nacimiento se aparean los pájaros en los países nórdicos. La versión que parece más fidedigna es que en el tiempo en que vivió San Valentín la religión cristiana era perseguida y él, a escondidas, casaba a las parejas bajo el ritual de la Iglesia. La fiesta de San Valentín fue declarada por el Papa Gelasio I alrededor de 496. Se celebró hasta 1969.

     

    La Enciclopedia católica refiere que el santo cuya festividad cayó en la fecha conocida como día de San Valentín fue posiblemente uno de los tres mártires que vivieron a finales del s. III durante el reinado de Claudio II.

     

    Dimensiones del amor

     

    El amor se practica en varias vertientes: filial, fraternal, paternal y maternal, conyugal, amistoso con los amigos, compasivo con los más necesitados, en el amor al prójimo… Además, hay amor a algo abstracto o inanimado: una idea, una meta; a la patria, a los principios… También se habla del amor platónico o amor de carácter espiritual sin que medie interés alguno.

     

    Entendemos que el amor más original es dar sin recibir a cambio, la superación del egoísmo, el sacrificar y anteponer las necesidades del ser amado por encima de las de uno mismo, sin que lo considere sacrificio, sino como oportunidad para prodigar el sentimiento.

     

    El amor se considera como un conjunto de comportamientos y actitudes, incondicionales y desinteresados, que se manifiestan entre seres capaces de desarrollar inteligencia emocional.

     

    Se asocia el término con amor romántico o relación pasional entre dos personas. También se aplica a otras relaciones, tales como el amor a Dios…En muchos casos significa un gran afecto por algo que ocasiona placer o felicidad a quien realiza la acción de amar. El amor puede ser fruto de un duro trabajo, esfuerzo y pericia, por construir y desarrollar un objetivo, sintiendo verdadera plenitud y felicidad al ver conseguido lo que se ha anhelado durante mucho tiempo. Este tipo de amor es el que sienten los padres hacia los hijos cuando los ven capaces de afrontar la vida con plena madurez.

     

    Hay una excelente explicación del amor en 1Cor 13, donde se expresa el amor auténtico. El amor Ágape, el más desinteresado, que se diferencia del Eros. Son dos términos de origen griego. Equivalen a los vocablos latinos: caritas y cupiditas.

     

    Ágape y caritas apuntan al amor incondicional en que el amante tiene en cuenta sólo el bien del ser amado y no el propio. Logra empatía y altruismo. Ágape era el convite de caridad entre los primeros cristianos. La expresión culminante del amor está en Jesús crucificado por nuestra salvación.

     

    Otro paradigma en la práctica del amor se observa en los religiosos y religiosas. La vida de cada uno de ellos se acrisola en el cotidiano servir a los más necesitados con total desprendimiento. Todo indica que cuanto más feliz es la persona que da amor más feliz se vuelve al ofrecer su vida, su trabajo, su dedicación…a los necesitados.

     

    Con razón cobra cada vez más fuerza y vigencia la frase: Hay más alegría en dar que en recibir. Esta se registra como una de las frases célebres latinas: “Beatus est magis dare quam accipere”.

     

    El amor auténtico debe cultivarse cada día. Así crece, aumenta y se encamina al amor ágape. Pero el amor debe dejarse sentir con obras y acciones concretas a nivel familiar, social, político… 

     

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