Matrimonio y Familia
A través del
diálogo frecuente y la oración, en la pandemia
Se afianzó nuestro
Amor
Máximo y Mary Nin, 54 años de casados, 3 hijos y 7 Nietos, nos
cuentan su experiencia durante esta larga etapa de pandemia. Su primera
reacción es “dar gracias a Dios por darnos la oportunidad de haber vivido un fin
de semana del movimiento Encuentro Matrimonial Mundial hace 33 años; esa
experiencia cambió nuestro estilo de vida matrimonial, en un antes y después”,
expresa la pareja con agradecimiento.
En ese fin de semana “recibimos nuevas herramientas de
comunicación, fortaleciendo nuestra relación, y esto ha sentado la base para
nosotros tener un mejor estilo de vida a través del diálogo diario y la oración”.
En esos dos momentos reconocen la base que “nos ha permitido soportar esta
situación tan difícil que estamos viviendo fruto de esta larga cuarentena que
nos tiene aislados de nuestra familia y amistades como también de nuestra
fuente de trabajo”, afirma Don Máximo.
Él nos sigue contando. “La situación que
atravesamos hoy es una oportunidad para examinarnos a distintos niveles y
sortear día a día lo que este encierro ha representado para cada uno de
nosotros.
“Antes solíamos decir que
no había tiempo para dialogar con su cónyuge, que nuestra agenda siempre estaba
cargada con las cosas que considerábamos importantes, los trabajos, tener
dinero para pagar las cuentas, situaciones personales que nos alejaban de
nuestras familias, muchas cosas que en este momento no tienen la mayor
importancia.
Ahora dialogamos
sin prisa
Doña Mary sigue el hilo del relato
de su esposo y nos cuenta: “No había tiempo para mirarnos bien adentro y
evaluar nuestros anhelos y nuestras esperanzas más profundas. Antes de este
tiempo nos preguntamos cuándo fue la última vez que tuvimos una charla pausada,
sin cosas que discutir, simplemente sentarnos a conversar y escuchar al otro”.
Mary reconoce que: “Ese tiempo para dedicarles a esas personas
a las que de verdad queremos, no existía, vivíamos afanados de cosas que no
llenaban nuestro corazón. Una tarde que
pasáramos sin hacer nada la veíamos como un pecado, y no dejábamos que el aburrimiento
entrara a nuestras vidas, nuestros tiempos, no existía el momento para
detenerse y reflexionar, agendas, compromisos, celular y todos los medios
electrónicos, unidos para llenar nuestra vida de afanes y estrés”, así describe
ella el antes en su vida de pareja.
Una pregunta reveladora
Ante la situación que están viviendo, cada cual se hace esta
pregunta: ¿Cómo ha cambiado mi vida en
este aislamiento y cuántas cosas se han aplazado por esta cuarentena?
Máximo y Mary, ante este aislamiento, recluido
en sus hogares, sienten que su vida ha dado un giro de 180 grados. Máximo ve
una realidad nueva: “Jamás me imaginé que iba a tener una experiencia tan
difícil como la que estamos viviendo; esta situación me ha hecho cambiar mi
estilo de vida porque antes veía el mundo en otra perspectiva, llevaba una vida
bien confortable, ya comenzando el retiro de mis labores en el arte fotográfico
por más de 60 años para dedicarme a compartir más tiempo junto con mi esposa
Mary, nuestros hijos, familiares y amigos.
La realidad ha tocado también su relación con la comunidad
eclesial, en la parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Los Prados. Ahora
tiene “tiempo para servir a mi Iglesia grande sirviendo en mi parroquia como
Ministro Extraordinario de la Comunión. Mi cambio de vida no se hizo esperar:
al tener que decirle “quédate en casa” a la muchacha que nos acompaña en las
labores domésticas,
Las tareas compartidas
Mary tomó el mando en la cocina, cosa que a ella se le hacía
difícil debido a que esa no es su vocación, ella lo estaba haciendo con mucho
amor y con esmero; yo comencé a elogiarla y le decía a nuestros hijos que ya su
mamá se había especializado en el arte culinario, yo aportaba mi parte porque
no me gusta estar ocioso y me dispuse a ayudarla en los quehaceres domésticos,
además me encargué de hacer las compras en el súper, antes lo hacíamos juntos,
pero yo detrás de ella”, sigue contando Máximo.
Siguiendo la Misa por TV
“A principio de la cuarentena, cuando se prohibieron las
visitas hasta de los hijos y cerraron las iglesias, me hizo cambiar a ver la Misa
por TV y la disfrutaba muchísimo, todas las tardes veíamos la Eucaristía
especial que el Papa Francisco oficiaba desde su casa en Santa Marta”. Les
cuento que un domingo que no quiero recordar me llama una vecina parroquial y
me dice que un Sacerdote estaba dando la Comunión al frente de la capilla que
nos queda en la esquina y nosotros hambrientos por recibir el cuerpo de Cristo
nos sentimos felices.
Un accidente que trajo cambios
“Un día Mary sufrió un accidente: una caída muy traumática
después de comulgar…” relata Máximo y explica: “ese accidente provocó otros
cambios en nuestro estilo de vida, pues me encargué de los oficios de la casa para
enfrentar esta situación, gracias a Dios mi Esposa se ha ido recuperando y ahora
compartimos los quehaceres del hogar, ahora yo cocino y ella friega, pone la
mesa y yo la recojo nos hemos adaptado a la situación”.
Aceptando las limitaciones
“Debo confesarles que son muchos los planes que se me han
barajado por esta cuarentena, a mi me encanta viajar al interior de nuestro
hermoso país, me encantan sus paisajes y los retrato para promoverlo a través
de mis postales turísticas. Al principio de año antes de la pandemia ya teníamos
planes de visitar mi campito de origen con uno de nuestros hijos, para que sus
hijos conozcan de donde vino su abuelo a la capital, pero todo se derrumbó;
también teníamos la ilusión de editar una revista especial de Encuentro
Matrimonial Mundial porque aquí se iba a celebrar una reunión muy importante de
los Países que conforman la zona norte”.
Al pensar en esto me crea sentimientos de nostalgia y
tristeza, además de satisfacción y en vez de distanciarnos nos hemos fortalecido
en nuestra relación, cuidándonos uno al otro con mucho amor, convencidos de que
esta es la voluntad de Dios. Nunca
pensé que podía convivir tanto tiempo junto con mi esposa Mary sin tener
conflictos debido a nuestras diferencias de personalidad, pues nosotros antes
teníamos algunas dificultades. Al final,
amar es una decisión, concluye Máximo.
Las certezas y los miedos
MARY: “Doy muchas
gracias a Dios porque en nuestra relación hemos organizado muy bien nuestro
tiempo. Al principio, cuando todo estaba comenzando, yo sufrí una caída que me
imposibilitó llevar una vida normal por unos meses, y eso no ha sido un gran
problema para mí porque Max se dedicó a ayudarme muchísimo y he ido mejorando
mucho que ya yo me desenvuelvo mucho más en la casa. En verdad tengo
consecuencias de aquella caída que me han puesto a vivir muy diferente, tengo
mucho miedo a caminar sola, pues lo que me he estado sintiendo es mucha inestabilidad,
siempre estoy creyendo y sintiendo que me voy a caer, no quiero salir a ningún
lado porque tengo mucho temor al contagio, y el saber que el Covid ataca los
pulmones me afecta mucho más porque como soy asmática le he tomado un terror a
infectarme porque no me siento segura de que saldría muy bien. Esta situación
me da mucha preocupación con Máximo, pues estoy segura de que él no está cómodo
porque está haciendo más cosas que las que le corresponden, pero como estamos
vagos por lo menos él no se queja. Máximo tiene un corazón y sentimientos
bellísimos, es un ser admirable, además de ayudarme, me da muy buenos consejos”.
Actividades fuera de la casa
Hace pocos meses él comenzó a caminar y a hacer ejercicios en
un parque más o menos cerca de nuestra casa, y me estuvo invitando a que fuera
con él a tomar sol y a caminar lo que pudiera, un día acepté y me ha gustado
mucho y aunque no estoy haciendo ejercicios por lo menos me siento al solearme
y me ayuda mucho”.
De su relación de pareja, ella nos confía: “Nuestra relación
está cada día mejor, porque ahora con más tiempo juntos y solos en la casa
dialogamos mucho con sinceridad y entrega el uno hacia el otro, leemos más las lecturas diarias y las
reflexionamos. Yo confieso que me dispuse a reflexionar y me he dispuesto a ser
más comprensiva y no exigirle tanto a Max cualquier cosa que me moleste, y lo
he ido logrando, esto porque él no me da razones para yo estar exigiendo por
cualquier cosa”.
Mary no se siente afectada por la soledad, aunque le hacen
falta sus hijos, que no pueden visitarlos con frecuencia. Pero se comunican con
frecuencia y aprovechan las plataformas de chat para hablar e incluso “de vez
en cuando invento que nos reunamos todos manteniendo el distanciamiento y lo
pasamos súper divertidos, y los nietos gozan mucho de su encuentro, eso me
llena de sentimientos profundos de gozo y alegría, pues me llevan a recordar
todos los viajes que hacíamos la familia completa y lo disfrutábamos muchísimo”.
Máximo hace especie de balance, recordando
las fortalezas del diálogo y la oración, pero reconociendo también sus
fragilidades y las duras pruebas que han sufrido por esta pandémica.
Alegrías y penas se entremezclan
“Han sido varios los duelos que nos han provocado muchos
sentimientos de tristeza, nostalgia, miedos y soledad, como estar encerrados y
no poder acompañar a nuestros hijos que han sido contagiados por el covi-19
también ha sido muy duro no estar presente ante el fallecimiento de un ser querido, como sucedió
con una hermana de nuestra comunidad y otros compañeros en el servicio que han fallecido;
hermanos de la comunidad han sido contagiados con el virus y lo único que hemos
podido hacer es orar por ellos y comunicarnos por los medios”.
Les ha costado mucho no poder recibir a sus hijos como
acostumbraban, celebrar sus cumpleaños, los días importantes de la Madre o del
Padre, con hijos y nietos. Y añoran los
tradicionales abrazos, que son símbolos de amor y fraternidad para ellos.
Hermoso testimonio, nos enseña el valor del diálogo y nos reta a los matrimonios jóvenes a tomar cada día la decisión de amar. Bendiciones para los Nin. Un abrazo
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