Actualidad Mundial | Manuel Cubías/VN
Arizmendi: sin trabajo y educación ningún muro detendrá la migración
Las caravanas de migrantes compuestas por varios
cientos de personas y con destino a los Estados Unidos comenzaron en la segunda
mitad de 2018. Desde entonces el flujo no se ha detenido, salvo parcialmente
por la pandemia. El Cardenal Felipe Arizmendi de México plantea algunas
posibles vías para enfrentar el problema en su carácter estructural.
México es un paso obligado para quienes buscan
migrar por vía terrestre desde Centroamérica hacia los Estados Unidos. Son 936
kilómetros de frontera, aproximadamente. En esta extensión existen pasos
legales y otros que no, que son utilizados por los migrantes para lograr llegar
a los Estados Unidos. Casi todas las caravanas han intentado ingresar por los
sitios que les pueden permitir una presencia legal en los diferentes países por
donde transitan.
La región centroamericana presenta una migración
intrarregional con destinos como México, Costa Rica y Panamá. A esta realidad
hay que añadir el flujo de migrantes que en su mayoría proceden del Caribe,
América del Sur, Asia y África. Además, se suma en los últimos años la
presencia de venezolanos en la región.
El Covid-19, el impacto de los huracanes, la
presencia de pandillas y el endurecimiento de políticas para obtener ingreso
legal a los Estados Unidos y al tránsito por México agrava la realidad que
viven los migrantes y aumenta los peligros a los que se ven sometidos en el
camino. Tampoco se puede desconocer el creciente número de deportados.
Un informe presentado por la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM) señala que las deportaciones desde
México y EE. UU. han disminuido entre enero y mayo de este año: se repatriaron
44.928 personas que provenían de Honduras, Guatemala y El Salvador en
comparación con las 52.708 de 2020. Pero las repatriaciones desde México
aumentaron de 28.117 a 39.389.
Identificar las causas de la migración
El Cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de
San Cristóbal de las Casas, diócesis por “donde pasan cientos y miles de
migrantes de Centroamérica, Cuba, Haití y otros países, incluso africanos y
sudamericanos” identifica algunas de las causas que él escuchaba decir a los
migrantes que tratan de llegar a los Estados Unidos: “pobreza, falta de trabajo
y de oportunidades para sus familias, violencia e inseguridad. Querían buscar
algo mejor para sus familias y para sí mismos. Muchos de ellos tienen parientes
allá y los alientan a irse y les prometen que allá les encontrarán trabajo”.
Arizmendi recuerda el caso de “una mujer
hondureña, en Palenque, con su hija de ocho meses, a quien le pregunté por qué
se exponía con la niña a todos los peligros de la migración, y me dijo que, si
no salía de Honduras, allá los “maras” la mataban a ella, a la niña y a la
familia… Es comprensible que salgan”, puntualizó.
Los “polleros”
El prelado mexicano recuerda a uno de los actores
principales del fenómeno migratorio: Los “polleros”, (personas que transportan
a trabajadores indocumentados hacia los Estados Unidos) que “los explotan y se
hacen ricos, pero la gente, con tal de huir, vende lo que tiene, aunque se
arriesgue. A veces les cobran de 5 a 10 mil dólares por pasarlos, y hasta más”.
¿Qué hacer?
“Siempre hemos dicho que, mientras no se resuelvan
los problemas de fondo en los países, la migración no se detendrá, ni aquí ni
en otra parte del mundo. Lo vemos en nuestro propio México: si no hay
oportunidades de mejorar las condiciones de vida, siempre intentarán salir
hacia el Norte, Estados Unidos o Canadá, la mayoría indocumentados”, afirmó
Arizmendi, quien puso en evidencia la necesidad de contar en los países con
planes para erradicar la pobreza, dando a la gente buenos salarios y ofrecer a
los trabajadores todas las prestaciones de ley, como se hace en Estados Unidos
y Canadá: “Siempre hemos sostenido que, para mitigar la migración, en nuestros
países debe haber condiciones de trabajo, de educación y de seguridad para los
pobres; mientras esto no se logre, ningún muro detendrá la migración”, indicó
el prelado.
Publicado por Vatican News
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