Papa Francisco | Carlos Herrera/VN
El Papa tras su operación: “Ni se me pasó por la cabeza renunciar” (1 de 2)
Francisco es entrevistado por Carlos Herrera en
Radio COPE. Por primera vez habla de su intervención médica y también de
Afghanistan, China, eutanasia, reforma de la Curia
Bueno, le debo preguntar en primer lugar, Santo
Padre, ¿cómo se encuentra?
Todavía vivo. [Risas]
Su operación reciente, que fue una operación de
envergadura, nos dejó una cierta preocupación...
Y sí, estas cosas que nacen de los divertículos...
y qué sé yo… por ahí se deforman, se necrosan… pero gracias a Dios fue tomada a
tiempo, y ya me ve.
Tengo entendido, además, que la acción de un
enfermero fue la que le señaló, la que le alertó en primer lugar.
¡Me salvó la vida! Me dijo: “Usted tiene que
operarse”. Había otras opiniones: “No, que con antibiótico…” y él me explicó
muy bien. Es enfermero de acá, del servicio sanitario nuestro, del hospital del
Vaticano. Hace treinta años que está aquí, un hombre de mucha experiencia. Es
la segunda vez en la vida que un enfermero me salva la vida.
¿Cuándo fue la primera?
La primera vez fue en el año 57, cuando pensaban
que era una gripe, una epidemia de esas de gripe en el seminario, y me curaba
el enfermero del seminario con aspirina. Y para los otros iba bien, pero
conmigo no andaba y me llevaron al hospital, y me sacaron agua del pulmón. El
médico dijo, no me acuerdo cuánto, digamos un millón de unidades de penicilina
y tantas de estreptomicina --eran los únicos antibióticos de la época—y, cuando
se fue, la enfermera dijo: “El doble”.
¿Y eso le salvó?
Sí. Porque si no, no hubiera…
Uno de los… no diré de los secretos mejor
guardados del Vaticano, pero una de las cuestiones que tradicionalmente más
interesa es la salud del Papa.
Sí, evidentemente.
No ha habido ninguna sorpresa, estaba todo
programado...
Estaba todo programado y se avisó… Después del
Ángelus me fui directamente, eso sería casi a la una, y se avisó a las 15.30h,
cuando ya estaba en los preliminares.
Usted ha dicho, Santidad, que “mala hierba nunca muere”
...
Así es, así es, y eso vale para mí también, vale
para todos.
¿Los medios [sic] le han prohibido algo, hay algún
ultimátum? ¿Hay algo que Su Santidad no pueda hacer y a lo que no esté
dispuesto?
No entiendo.
¿Algo le han prohibido los médicos?
PF: ¡Ah, los médicos! Perdón, le había entendido
“los medios”.
[Risas] Bueno, los medios, ya sabe que también
tienen tentaciones. Pero los médicos en este caso.
Ahora puedo comer de todo, cosa que antes con los
divertículos no se podía. Puedo comer de todo. Todavía tengo las medicinas
posoperatorias, porque el cerebro tiene que registrar que tiene 33 centímetros
menos de intestino. Y todo me lo maneja el cerebro, el cerebro maneja todo
nuestro cuerpo, y le lleva tiempo registrarlo. Pero vida normal, llevo una vida
totalmente normal.
Come lo que quiere…
Lo que quiero.
Camina, hace esfuerzo...
Hoy toda la mañana en audiencias, toda la mañana.
Ahora se va a un viaje a Eslovaquia y a Hungría.
Tengo entendido que es el 34º viaje de su Pontificado.
No me acuerdo bien del número, pero debe de ser.
¿El programa va a ser igual de intenso? Yo creo que,
a los papas, Santidad, les hacen hacer una auténtica yincana. Yo siempre me he
preguntado por qué los papas no van dos días más y reparten el trabajo en dos
días más, porque son de las 24 horas 18 aproximadamente haciendo cosas. ¿Va a
tener que medir más sus fuerzas después de la operación o no?
Quizás en este primer viaje un poco más, porque
uno tiene que reponerse del todo, ¿no?, pero al final va a ser igual que los
otros, ya lo va a ver. [Ríe]
¿Teme Su Santidad que una de las cosas más
insistentes con las que los medios, esencialmente italianos, le distinguen a
usted, Santo Padre, es que cuando se pone en duda la salud del Papa muchos
piensan o insisten en el viejo argumento de la renuncia, el me voy a casa, ¿no
puedo más…? Es una constante permanente, yo creo, en su vida como Papa, ¿no?
Sí, incluso me dijeron que la semana pasada estuvo
de moda eso. Eva [Fernández] me dijo eso, incluso me lo dijo con una expresión
argentina muy linda, y yo le dije que no tenía idea porque yo leo un solo
diario acá en la mañana, el diario de Roma. Lo leo porque me gusta el modo de
titular que tiene, lo leo rápido y punto, no entro en el juego. Televisión no
veo. Y recibo, sí, el informe más o menos de las noticias del día, pero de eso
me enteré mucho después, algunos días después, que había una cosa de que yo
renunciaba. Siempre que un Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave.
[Risas]
¿Cómo ha sido el confinamiento del Papa? El tiempo
en el que hemos estado confinados en casa. ¿Qué ha hecho el Papa durante el
confinamiento?
Primero aguantarme a mí mismo, ¿no?, que no es
fácil. Es una ciencia que todavía tengo que terminar de aprender. Es difícil
aguantarse a sí mismo.
Lleva mucha costumbre, lleva muchos años...
Sí, pero es difícil. Uno a veces es caprichoso
consigo mismo, y quiere que las cosas salgan en automático. Después empecé a
retomar las cosas de a poco y, hoy día, estoy llevando vida normal. Esta
mañana, toda la mañana de audiencias; hoy es la segunda audiencia de la tarde
(empecé a las 15.30h) y sigo adelante.
Aunque la meta de su próximo viaje es a
Eslovaquia, muchos van a estar pendientes de su encuentro con el primer
ministro de Hungría, Víctor Orban, con quien no comparte algunos puntos de su
programa de gobierno, especialmente lo relativo al cierre de fronteras. ¿Qué le
gustaría decirle si tuviese la ocasión de encontrarse con él a solas?
Yo no sé si me voy a encontrar con él. Sé que
autoridades van a venir a saludarme. Yo no voy al centro de Budapest, sino al
lugar del Congreso [Eucarístico], y hay un salón donde me reuniré con los
obispos y ahí recibiré a las autoridades que vengan. No sé quién vendrá. Al
presidente lo conozco porque estuvo en la misa en Transilvania, esa parte de
Rumanía donde se habla en húngaro, una misa preciosa en húngaro, y vino con un
ministro. Creo que no era Orban… porque al final de la misa se saluda
formalmente… yo no sé quién vendrá…
Y una de las cosas que yo tengo es no andar con
libreto: cuando estoy delante de una persona la miro a los ojos y dejo que
salgan las cosas. Ni se me ocurre pensar en qué le voy a decir en el caso de
estar con él, son una serie de futuribles que a mí no me ayudan. Me gusta lo
concreto; lo futurible te enreda, te hace mal.
El nuevo mapa político que afronta Afganistán, Su
Santidad lo sigue de cerca. Se ha dejado a su suerte al país tras muchos años
de ocupación militar. ¿El Vaticano puede mover hilos diplomáticos para intentar
que no haya represalias contra la población, para tantas otras cosas?
Sí. Y, de hecho, estoy seguro de que la Secretaría
de Estado lo está haciendo porque el nivel diplomático del Secretario de Estado
es muy alto y el de su equipo, también el de Relaciones con las Naciones.
Realmente el cardenal Parolin es el mejor diplomático que yo he conocido.
Diplomático que suma, no de esos que restan, que siempre busca, un hombre de
acuerdo. Estoy seguro que está ayudando o al menos ofreciéndose. Es una
situación difícil. Yo creo que como pastor debo llamar a los cristianos a una
oración especial en este momento. Es verdad que vivimos en un mundo de guerras,
(piense en Yemen, por ejemplo). Pero esto es algo muy especial, tiene otro
significado. Y yo voy a tratar de pedir lo que pide siempre la Iglesia en los
momentos de mayor dificultad y de crisis: más oración y ayuno. Oración,
penitencia y ayuno, que es lo que en los momentos de crisis se pide. Y respecto
al hecho de 20 años de ocupación y después se deja, yo recordé otros hechos
históricos, pero me tocó una cosa que dijo la canciller Merkel, que es una de
las grandes figuras de la política mundial, en Moscú, el pasado 20 [de agosto].
Traduzco. Espero que la traducción sea correcta: “Es necesario poner fin a la
política irresponsable de intervenir desde fuera y de construir en otros países
la democracia, ignorando las tradiciones de los pueblos”. Lapidaria. Creo que
esto dice mucho, que cada uno lo interprete. Pero ahí me sentí con una
sabiduría delante de esto que dijo esta mujer.
El hecho de que Occidente renuncie, fundamentalmente
la coalición que encabeza EE.UU. y la propia UE... ¿al Santo Padre le
desalienta o cree que es el camino adecuado? ¿Hay que dejarle a su suerte?
Son tres cosas distintas. El hecho de renunciar es
lícito. El eco que tiene en mí es otra cosa. Y lo tercero, usted dijo “dejarlos
a su suerte”; yo diría el modo de cómo renunciar, el modo en cómo se negocia
una salida, ¿no es cierto? Por lo que se ve, aquí no se tuvieron en cuenta
--parece, no quiero juzgar--, todas las eventualidades. No sé si habrá una
revisión o no, pero ciertamente hubo mucho engaño de parte quizás de las nuevas
autoridades. Digo engaño o mucha ingenuidad, no entiendo. Pero yo aquí vería el
modo. Y esto de la señora Merkel creo que subraya.
El Papa yo me imagino que se puede permitir
desengaños como cualquier cristiano. ¿Cuál ha sido el mayor desengaño como
Santo Padre que ha tenido, Santidad?
Tuve varios. Tuve varios desengaños en la vida y
eso es bueno porque los desengaños te hacen aterrizar de emergencia. Son
aterrizajes de emergencia en la vida. Y el asunto está en levantarse. Hay una
canción alpina que a mí me dice mucho: “En el arte de ascender lo que importa
no es no caer, sino no permanecer caído'. Y vos, delante de un desengaño, tenés
dos caminos: o te quedas ahí diciendo que esto no va –como dice el tango: “Dale
que va, que todo es igual, que allá en el horno nos vamos a encontrar” -- o me
levanto y apuesto de nuevo. Y creo que delante de una guerra, delante de una
derrota, hasta de un desengaño propio o un fracaso propio o el propio pecado,
hay que levantarse y no permanecer caído.
El diablo siempre se dice que está encantado de
que la gente crea que no existe. ¿El diablo también corretea por el Vaticano?
[Ríe] El diablo corretea por todos los lados, pero
yo a quien le tengo más miedo son a los diablos educados. Esos que te tocan el
timbre, que te piden permiso, que entran en tu casa, que se hacen amigos… ¿Pero
Jesús nunca habló de eso? ¡Sí que habló! Sí que habló. Cuando dice esto: cuando
el espíritu inmundo sale de un hombre, cuando alguien se convierte o cambia de
vida, va y empieza a dar vueltas por ahí, en lugares áridos, se aburre… y
después de un tiempo dice “voy a volver para ver cómo está aquello”, y ve la
casa toda ordenada, toda cambiada. Entonces busca a siete peores que él y entra
con otra actitud. Por eso digo que son los diablos educados, los que tocan el
timbre. La ingenuidad de esta persona lo deja entrar y el fin de ese hombre es
peor que el principio, dice el Señor. Tengo pavor a los diablos educados. Son
los peores, y uno se engaña mucho. Uno se engaña mucho.
En marzo se van a cumplir nueve años del inicio de
su Pontificado, que no ha sido aquel pontificado breve de 4-5 años que dijo Su
Santidad. ¿Se encuentra satisfecho de los cambios emprendidos o le queda alguna
cosa pendiente que quisiera rematar de forma inminente? Es decir, ¿tiene la
sensación de que Dios le ha dado un tiempo extra por algo?
Evidentemente que a mí el nombramiento me agarró
por sorpresa porque vine con una valijita. Porque yo acá tenía la sotana. Me
habían regalado una cuando me hicieron cardenal y la dejé en casa de unas
monjas para no tener que... Yo pertenecía a cinco o seis congregaciones acá y
entonces tenía que viajar, para no venir con eso... Vine como siempre. Y dejé
preparadas las homilías de la Semana Santa allá en el obispado. Es decir, me
agarró por sorpresa. Pero no hay nada mío inventado, lo que hice desde el
principio es procurar poner en marcha lo que los cardenales dijimos en las
reuniones precónclave para el próximo Papa: el próximo Papa tiene que hacer
esto, esto, esto, esto. Y esto es lo que yo empecé a poner en marcha. Creo que
quedan varias cosas por hacer todavía, pero no hay nada inventado por mí. Yo
estoy obedeciendo a lo que se marcó en aquel momento. Quizás algunos no se
daban cuenta de lo que estaban diciendo o pensaban que no era tan grave, pero
algunos temas provocan escozor, es verdad. Pero no hay una originalidad mía en
el plan. Y mi proyecto de trabajo, 'Evangelii Gaudium', es una cosa en la que
traté de resumir lo que los cardenales dijimos en ese momento.
Es decir, cuando salió usted de Buenos Aires, ¿en
ningún momento contempló la posibilidad de que no iba a volver?
No, para nada. Para nada. Si tuve que atrasar
cosas para allá esenciales. Por la edad mismo no se me ocurrió. Cuando no se te
ocurren cosas, no más. Pero yo lo único que hice fue tratar de resumir todo;
pedí las actas de esas reuniones –en que yo estaba presente, pero para no
olvidarme-- y poner en marcha eso.
Uno de los últimos terremotos en el Vaticano, al
menos en los medios, es el macroproceso por corrupción en el que está imputado
el cardenal Becciu. Él asegura que va a quedar demostrada su inocencia. Desde
fuera da la impresión de que la reforma de las finanzas vaticanas es como ese
caracol que trepa por el pozo y cada vez que avanza un metro retrocede dos.
¿Hay esperanza? ¿Cómo cree que acabará este asunto? En todos los organismos la
corrupción es un pecado inherente, inevitable, pero ¿en qué manera puede ser
evitable dentro del Vaticano?
Hay que poner todos los medios para evitarlo, pero
es una historia vieja. Mirando hacia atrás, tenemos la historia de Marcinkus,
que la recordamos bien; la historia de Danzi, la historia de Szoka…Es una
enfermedad en la que se recae. Creo que hoy día se ha progresado en la
consolidación de la justicia del Estado Vaticano. Desde hace tres años se fue
avanzando de tal manera que la justicia fuera más independiente, con los medios
técnicos, incluso con declaración de testigos grabados, las cosas técnicas
actuales, nombramientos de jueces nuevos, del ministerio público nuevo... y
esto fue llevando adelante las cosas. Y ayudó. La estructura ayudó a enfrentar
esta situación que parecía que no iba a existir nunca. Y todo empezó con dos
denuncias de personas que trabajan en el Vaticano y que en sus funciones vieron
una irregularidad. Hicieron una denuncia y me preguntaron qué se hace. Yo les
dije: si quieren ir adelante tienen que presentarlo al fiscal. Era un poco
desafiante la cosa, pero eran dos personas de bien, estaban un poco acobardadas
y entonces como para darles ánimos metí mi firma debajo de la de ellos. Para
decir: este es el camino, no le tengo miedo a la transparencia ni a la verdad.
A veces duele, y mucho, pero la verdad es lo que nos hace libres. Así que esto
fue simplemente. Ahora, que de aquí a algunos años aparezca otro… Esperemos que
estos pasos que estamos dando en la justicia vaticana ayuden a que cada vez
menos sucedan estos hechos que... Sí, usted usó la palabra corrupción y en este
caso obviamente que, al menos en la primera vista, parece que la hay.
¿Qué teme más, que [Becciu] sea declarado culpable
o inocente, habida cuenta que usted mismo dio permiso para llevarle a juicio?
Él va a juicio según la legislación vaticana. En
una época, los jueces de los cardenales no eran los jueces de Estado como hoy
día sino el jefe del Estado. Yo quiero de todo corazón que sea inocente.
Además, fue un colaborador mío y me ayudó mucho. Es una persona a la que tengo
cierta estima como persona, o sea que mi deseo es que salga bien. Pero es una
manera afectiva de la presunción de inocencia, vamos. Además de la presunción
de inocencia, tengo ganas de que salga bien. Ahora, la justicia es la que va a
decidir.
No sé si el Papa Francisco es muy de dar un
puñetazo con fuerza encima en la mesa. ¿Quizá el último golpe sobre la mesa ha
sido el documento pontificio en el que se limita la celebración de las 'misas
tridentinas'? Y le pido además que le explique a mi audiencia qué es la 'misa
tridentina', qué tiene la misa tridentina que no sea preceptiva.
Yo no soy de dar golpes sobre la mesa, no me sale.
Más bien soy tímido. La historia de 'Traditionis custodes' es larga. Cuando
primero San Juan Pablo II --y después Benedicto ya más claramente con ‘Summorum
Pontificum’--, hizo esta posibilidad de que se pudiera celebrar con el misal de
Juan XXIII (anterior al de Pablo VI, que es el postconciliar) para aquellos que
no se sentían bien con la liturgia actual, que tenían una cierta nostalgia… me
pareció de las cosas pastorales más bellas y humanas de Benedicto XVI, que es
un hombre de una humanidad exquisita. Y así empezó. Ese fue el motivo. A los
tres años él decía que había que hacer una evaluación. Se hizo una evaluación y
parecía que todo andaba bien. Y andaba bien. De esa evaluación a ahora pasaron
diez años (o sea, trece desde la promulgación) y el año pasado vimos con los
responsables del Culto y de la Doctrina de la Fe que convenía hacer otra
evaluación a todos los obispos del mundo. Y se hizo. Llevó todo el año. Después
se estudió la cosa y, en base a eso, la inquietud que más aparecía era que una
cosa hecha para ayudar pastoralmente a quienes han vivido una experiencia
anterior, se fuera transformando en ideología. O sea, una cosa pastoral a
ideología. Entonces había que reaccionar con normas claras. Normas claras que
pusieran un límite a aquellos que no habían vivido esa experiencia. Porque
parecía que estaba de moda en algunos lados que sacerdotes jóvenes “ah, no, yo
quiero…” y por ahí no saben latín, no saben lo que dice. Y por otro lado,
apoyar y consolidar lo de 'Summorum Pontificum'. Hice más o menos el esquema,
lo hice estudiar y trabajé, y trabajé mucho, con gente tradicionalista de buen
sentido. Y salió ese cuidado pastoral que hay que tener, con algunos límites,
pero buenos. Por ejemplo, que la proclamación de la Palabra sea en un idioma
que todos lo entiendan; si no, es reírse de la Palabra de Dios. Pequeñas cositas.
Pero sí, el límite es muy claro. Después de este motu proprio, un sacerdote que
quiera celebrar no está en las condiciones de los otros --que era por
nostalgia, por deseo, etc-- y ahí sí tiene que pedir permiso a Roma. Una
especie de permiso de bi-ritualismo, que solamente lo da Roma. [Como] un
sacerdote que celebra en rito oriental y rito latino, es bi-ritual pero con
permiso de Roma. O sea, hasta el día de hoy, los anteriores siguen, pero un
poco ordenados. Más aún, pidiendo que haya un sacerdote que esté encargado no
solamente de la liturgia sino de la vida espiritual de esa comunidad. Si usted
lee bien la carta y lee bien el decreto, va a ver que simplemente es reordenar
constructivamente, con cuidado pastoral y evitar un exceso a quienes no están…
¿Le quita el sueño a Su Santidad el camino sinodal
que ha iniciado la Iglesia Católica Alemana?
Sobre eso, yo me permití mandar una carta. Una
carta que la hice yo solo en castellano. Un mes me llevó hacer eso, entre rezar
y pensar. Y se la mandé en su momento: original en castellano y traducción al
alemán. Y ahí expreso todo lo que siento sobre el sínodo alemán. Ahí está todo.
No es una protesta nueva la del sínodo alemán… se
repite la historia…
Sí, pero no me pondría tampoco demasiado trágico.
En muchos obispos con los que hablé no hay mala voluntad. Es un deseo pastoral,
pero que por ahí no tiene en cuenta algunas cosas que yo explico en la carta
que hay que tener en cuenta.
Hay cosas que están instaladas en el imaginario
popular. Una de ellas, de la que más se habla, es de la crisis del teatro. Su
Santidad sabe que el teatro está en crisis desde que Su Santidad y yo habíamos
nacido. Otra de las cosas es la reforma de la curia. Permanentemente se dice
“hay que reformar la curia”, pero la curia parece irreformable. Es como una
selva espinosa en la que es imposible entrar, o eso se dice desde fuera. ¿Sigue
soñando el Papa con una Iglesia muy distinta de la que ve ahora?
Bueno, si usted ve desde el principio que se
empezó a poner en marcha lo que dijeron los cardenales en el precónclave hasta
ahora, la reforma está andando paso a paso y bien. El primer documento que
marca la línea, tratando de reasumir lo de los cardenales, es 'Evangelii
Gaudium'. Que ahí hay un problema en ‘Evangelii Gaudium’ que yo lo quisiera
señalar, que es el problema de la predicación. Someter a los fieles a largas
clases de teología, de filosofía o de moralismo, que no es la predicación
cristiana. Ahí en la 'Evangelii Gaudium' pido una reforma seria de la
predicación. Algunos hacen, otros no entienden… Por poner un punto, ¿no? Pero
‘Evangelii Gaudium’ trata de resumir en general como actitudes lo de los
cardenales en el precónclave. Y respecto a la constitución apostólica
'Praedicate Evangelium' que se está trabajando en esto, y el último paso es que
yo la lea –debo leerla porque la tengo que firmar y la tengo que leer palabra
por palabra--, no va a tener nada de nuevo de lo que se está viendo ahora.
Quizás algún detalle, algún cambio de dicasterios que se juntan, dos o tres
dicasterios más, pero ya está anunciado: por ejemplo, Educación se va a juntar
con Cultura. 'Propaganda Fide' se va a juntar con el dicasterio de la 'Nueva
Evangelización'. Está anunciado. No va a haber nada nuevo respecto a lo que se
prometió que se iba a hacer. Algunos me dicen: “¿Cuándo saldrá la constitución
apostólica de la reforma de la Iglesia, para ver la novedad?”. No. No va a
haber nada nuevo. Si hay nuevo, son pequeñas cositas de ajuste. Está en su
última parte, que se atrasó con esto de mi enfermedad. Se está cocinando a
fuego lento, de tal manera que tome todo esto. Tenga claro que la reforma no
será otra cosa que poner en marcha lo de los cardenales, lo que pedimos en el
precónclave, y que se está viendo. Se está viendo.
En la primera visita al departamento de
comunicación del Vaticano, el Santo Padre mostró su preocupación por que el
mensaje no estaba llegando donde debería. Los números de audiencia eran
escasos. ¿Eso era un rapapolvo en toda regla?
A mí me causó gracia la reacción. Yo dije dos
cosas. Primero, una pregunta: ¿cuánta gente lee el L’Osservatore Romano? No
dije si lo leían mucho o poco. Una pregunta. Creo que es lícito preguntar, ¿no?
Y la segunda pregunta, que más bien fue un tema, [la hice] cuando después de
haber visto todo el nuevo trabajo de unión, el nuevo organigrama, la
funcionalización, hablé de la enfermedad de los organigramas, que da a una
realidad un valor más funcional que real. Y digo: con toda esta funcionalidad,
que es para que funcione bien, no [hay que] caer en el funcionalismo. Que el
funcionalismo es el culto a los organigramas prescindiendo de la realidad.
Estas dos cosas que dije parece que alguno no las entendió o por ahí a alguno
no le gustó, o no sé qué, y la interpretó como un rapapolvo. Es una cosa
normal, es una pregunta y una advertencia. Sí… Por ahí alguno se sintió en
orsay y.... Creo que el dicasterio promete mucho, es el dicasterio que tiene
más presupuesto en la Curia en este momento, que tiene a la cabeza un laico
--espero que pronto haya otros que tengan a la cabeza un laico o una laica-- y
que está despegando con nuevas reformas. L’Osservatore Romano, al que yo llamo
“el Diario del Partido”, ha progresado muchísimo y es una maravilla cómo está
haciendo los esfuerzos culturales que está haciendo.
Hace años me impresionó una cosa que contó,
Santidad, cuando años atrás por las calles de Buenos Aires unos padres gritaron
a su hijo que no se le acercara porque usted iba vestido de cura y podría ser
un pederasta.
Tal cual.
Aún parece haber dudas sobre todos los sacerdotes que,
durante esta pandemia, por ejemplo, han demostrado que se dejan la piel con los
últimos. ¿Los obispos de todos los países están haciendo los deberes que usted
les mandó cuando les convocó a Roma para que dejen de existir pederastas entre
sus filas?
Antes de contestar a su pregunta quiero rendir
homenaje a un hombre que empezó a hablar de esto con coraje, aunque era una
piedra en el zapato, en la organización, mucho antes de que se hiciera la
organización sobre este tema, que es el cardenal O'Malley. A él le tocó
arreglar el asunto en Boston y no fue nada fácil. Se han dado pasos muy claros
sobre esto, ¿no es cierto? La Comisión de Defensa de Menores, que fue invención
del cardenal O'Malley, hoy día está funcionando y ahora debo renovar a la mitad
de la gente porque cada tres años se renueva la mitad. Gente de primera agua de
varios países distintos con problemas de estos. Y creo que se juegan bien. Creo
que es clave en esto las estadísticas que di a los periodistas en el encuentro
de los presidentes de Conferencias Episcopales, por un lado, y después el
discurso final que tuve al finalizar la misa en ese encuentro. ---Que alguno
dijo “al fin y al cabo el Papa dijo que es un problema de todos, le echó la
culpa al diablo y se lavó las manos”. Eso fue el comentario de un medio--. Que
le eché la culpa al diablo, sí. Como incitador de esto. Pero se la eché cuando
hablé de la pedopornografía. Dije que abusar a un chico para filmar un acto
pedopornográfico es demoniaco. No se explica sin la presencia del demonio. Eso
sí lo dije. Bueno, ahí en ese discurso un poco marqué todo, unido a las
estadísticas. Creo que las cosas se están haciendo bien. De hecho, se ha
progresado y cada vez se progresa más. Ahora, es un problema mundial y grave.
Yo me pregunto a veces cómo ciertos gobiernos permiten la producción de
pedopornografía. Que no digan que no se sabe. Hoy en día con los servicios de
inteligencia se sabe todo. Un gobierno sabe quién en su país produce
pedopornografía. Para mí esta es de las cosas más monstruosas que he visto.
Publicado por Vatican News
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...