Matrimonio y Familia | Miguel A. Munárriz/FA
El amor conyugal
«Por
eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán
los dos una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc
10, 2-16)
Sin
ánimo de interpretar el texto, sino de reflexionar sobre él, vemos que la
respuesta de Jesús va, como siempre, mucho más allá de la pregunta planteada:
«¿Le es lÃcito a un hombre divorciarse dándole acta de repudio a su mujer? ...
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» ... Tradicionalmente hemos
caÃdo en el error de pensar que Dios une por medio del sacerdote y a través del
rito matrimonial, pero no es asÃ. La unión ya existÃa desde mucho antes de
llegar a la ceremonia, y esa unión que proclama el oficiante es en unos casos
obra de Dios... y en otros no.
Dios
une en el amor, y el amor conyugal es probablemente la experiencia que más nos
acerca a Dios; su mejor reflejo; lo que más nos ayuda a intuir su esencia. Es
por ello que esta unión siempre se ha considerado un sacramento; es decir, un
hito excepcional en el encuentro con Dios. Nos equivocamos al identificar el
sacramento con la ceremonia; la ceremonia es solo el signo, el sacramento es la
vida en común de los esposos.
Esta
unión basada en el amor es indisoluble, y el hombre no puede separarla porque
es mucho más fuerte que él. Pero no debemos olvidar que el amor no es el único
vÃnculo que lleva a una pareja al pie del altar, pues las hay que llegan unidas
por el dinero, la conveniencia social, los intereses familiares o la mera
atracción fÃsica... No parece que Dios haya tenido mucho que ver en ellas, y
por tanto serán efÃmeras (a no ser que de ese primer vÃnculo surja el amor).
Tampoco
todo lo que parece amor es amor. Muchas parejas se casan muy enamoradas y luego
fracasan, y la causa está en que el enamoramiento se parece mucho al amor
—Fromm lo define como una intoxicación por amor—, pero no es amor y, por tanto,
no basta y produce uniones precarias... Entonces, ¿cómo distinguir el amor
verdadero de lo que no lo es?
El
amor se manifiesta en un deseo de la felicidad del otro, en sentirse bien si el
otro está bien aun cuando esto suponga sacrificio propio. Porque amar es
básicamente dar, no recibir. La esfera más importante del dar es el dar de sÃ
mismo y cuando se da asÃ, no se puede dejar de recibir; de hacer de la otra
persona un dador, y compartir ambos la alegrÃa de lo que han creado (Fromm).
El
enamoramiento es pasión —somos pasivos ante él— y el amor es esencialmente
acción, y por ello, el salto del uno al otro requiere esfuerzo, trabajo,
respeto y compromiso... No es gratis, pero cuando se logra, todo esfuerzo
parece poco.
Un
último apunte. La Iglesia se basa en el texto del evangelio de hoy para
defender a ultranza el ideal del matrimonio indisoluble basado en el amor. Y es
un ideal admirable que se funda en una de las manifestaciones humanas más
positivas y humanizadoras como es el amor conyugal. Pero un ideal es un ideal,
y no es bueno convertirlo en una exigencia cuya quiebra lleve aparejada un
alejamiento de Dios y de la Iglesia.
Publicado
por Feadulta.com
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