Testimonio | Ana Paula Morales/Zenit
Las
redes sociales nos ayudan a transmitir precisamente la alegría del Evangelio.
Entrevista con Fray Foto
Ofrecemos una
entrevista realizada a Fray Javier Garza, mejor conocido como “fray foto”, de
la orden de los capuchinos, sobre su experiencia vocacional y su trabajo
pastoral en campo vocacional y en las redes sociales.
Pregunta:
¿Podría contarnos brevemente la historia de su vocación religiosa?
Respuesta: Paz
y bien. Me presento: Javier Garza es mi nombre. Tengo 35 años. Soy originario
de la Ciudad de Monterrey, Nuevo León. Nací un primero de octubre de 1985.
Te voy a
contar mi historia vocacional, que es un poco larga, pero voy a tratar de
resumirla y referir lo más importante. Agradecerte primero por esta pequeña
entrevista y por compartir mi testimonio de vida.
Mi historia
vocacional la defino como un misterio que se tiene que ir develando con
muchísima paciencia. Yo a la edad de 21 años jamás me imaginé ser religioso o
ser sacerdote. No crecí dentro de una familia que practicara mucho la fe o la
religión católica. Crecí en un ambiente secular, de mucho amor, de muchos
valores humanos, pero no en un ambiente de fe.
Fue a mis 21
años que una prima y una amiga me invitaron a participar en un encuentro que
iba a durar un fin de semana. Yo no sabía, pero era un kerygma.
Empezaba un viernes y terminaba un domingo e iban a participar muchos jóvenes.
Me insistieron mucho en participar. Yo no tenía mis sacramentos hechos. Yo fui
más por la insistencia y también porque iba a participar mi prima y mi amiga.
Asistí entonces al encuentro. Yo me encontraba estudiando la carrera de
administración de empresas.
Después de ese
encuentro yo no volví a ser el mismo. Yo siempre he dicho que en ese encuentro
los expositores fueron muy buenos o realmente yo iba con mucha disposición.
Pero después de ese kerygma vivido, que es el primer anuncio
de la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús, yo salí convencido de
querer acercarme a una comunidad parroquial para poder hacer mis sacramentos y
empezar a practicar mi fe.
Salí del
encuentro, pasaron unas semanas y me acerqué a una parroquia, a la parroquia
donde vivían mis papás, y me acerqué para pedir informes de qué se necesitaba
para hacer la primera comunión y la confirmación. Empecé a ir a misa, hacer
oración, hacer apostolados y comencé a conocer jóvenes que estaban en grupos de
la parroquia. Precisamente eran los jóvenes los que daban los temas a los
adultos que querían recibir los sacramentos. Mi conversión empezó a partir de
ahí. Empecé a descubrir esta pasión por el Evangelio, la espiritualidad que
había estado un poco dormida en mí.
Fue después
del encuentro cuando empezó mi catequesis. Los jóvenes conocían el convento
“Padre Pío” que está ubicado en el municipio de la ciudad donde vivo. Es un
convento de franciscanos capuchinos, allí se encuentran los hermanos
estudiantes de votos temporales y es ahí donde se estudia la filosofía y la
teología. Se celebra una misa en honor a San Pío de Pietrelcina el primer
domingo de mes y los jóvenes me invitaron una vez a ir al convento así que fui.
Yo me estaba preparando para mis sacramentos. Fue ahí donde surgió el amor por
la vida cristiana y por la vida franciscana. Me apasionó muchísimo y me dio
mucha curiosidad. Por ahí dice un refrán: “La curiosidad mató al gato”, y yo
digo que “la curiosidad a mí me hizo franciscano”; porque yo por curiosidad
empecé a investigar sobre la vida de san Francisco. Me llamó mucho la atención
ver a los hermanos viviendo en el convento. Desde joven siempre fui muy
curioso. Empecé a preguntarles qué hacían, qué no hacían, de qué se trataba,
etc. Para mí solamente existían los sacerdotes que vivían en parroquias, pero
desconocía toda la vida religiosa.
Entonces
empecé a conocer así la vida religiosa. Mi gusto por san Francisco creció cada
vez más, por lo que fui comprando poco a poco bibliografía de él, vi películas
sobre su vida, iba al convento y ya después hice amigos ahí.
En ese proceso
surgió la inquietud de querer ser franciscano. Surgió en mi corazón: “¿Por qué
no?” “¿Por qué no responder a esto que siento? Que no logro explicar. Sólo los
que hemos vivido esta situación sabemos que a esto le llamamos vocación, es el
llamado. Uno siente esta emoción de visualizarse así. Entonces, empezó mi
proceso de discernimiento. Un día vine al convento y le expliqué a uno de los
superiores que estaban aquí.
Recuerdo muy
bien mis palabras, yo le dije: “Yo no sé si tengo o no tengo vocación, pero yo
siento que quiero hacer una experiencia con usted”. Ahí empezó todo y, para
esto, pues mis padres no sabían nada, ni mis hermanos. No sabían que yo estaba
en este proceso de discernimiento. Ellos empezaron a notar cosas extrañas en
mí, como: “Este empieza a ir a la iglesia”, “este empieza a hacer apostolados”,
“este empieza a estar más tiempo en la parroquia que en otros lados”. Se les
hacía extraño, pero veían buena esa actitud mía, pero nunca imaginaron – ni
tampoco me lo imaginé yo – de poder iniciar el proceso para ser religioso, y
menos para ser sacerdote. Fue después de un tiempo que yo me decidí decirles a
mis padres que estaba dispuesto a hacer mi experiencia e ingresar a la
formación inicial en un convento porque sentía el llamado para hacerla.
Esto implicaba
dejar mis planes y mis proyectos que ya había tenido. Terminé la carrera y
empezó el proceso de ingresar. Un primero de septiembre del año 2008 ingresé al
convento. Y bueno, han pasado más de 10 años y les juro que ha sido la
experiencia más maravillosa que Dios me ha regalado en mi vida.
He vivido de
todo en el convento. He vivido momentos difíciles y momentos tristes, pero
también he tenido momentos de verdadera gracia y de mucho entusiasmo, como la
ha sido mi primera profesión, mi toma de hábito y, más recientemente, mi
ordenación sacerdotal. Me ordené sacerdote apenas el 2 de agosto del año 2019.
Voy a cumplir apenas dos años de ser sacerdote.
Esa ha sido un
poco la experiencia del proceso de estar en la orden. Actualmente soy guardián
superior de esta fraternidad, precisamente donde llegué por primera vez y soy
el maestro de los estudiantes de filosofía y teología. Estoy acompañando a
estos hermanos nuestros, lo cual ha sido un proceso de discernimiento.
Pregunta:
¿Cuál es su apostolado en Monterrey?
Respuesta: Estoy
principalmente a cargo de los estudiantes en la etapa de filosofía y teología.
Soy el superior, Guardián le llamamos nosotros, del convento Padre Pío, aquí en
el estado de Nuevo León.
Y el
apostolado que tengo también en las redes sociales es la presencia de dar la
alegría del Evangelio a través de las redes sociales. Entonces eso también es
parte del apostolado.
Pregunta:
¿Cómo es que empezó a evangelizar en las redes sociales?
Respuesta: Empecé
a evangelizar en las redes sociales como buen millenial. Yo ya
tenía mi Facebook cuando entré a la orden. El Facebook nace en el 2005 o 2006,
si no me equivoco, y yo entré a la orden en el 2008. Obviamente yo ya tenía mi
perfil de Facebook cuando ingresé a la orden. Pero durante los primeros 3 años
de formación inicial nos alejan un poco de las redes sociales para profundizar
más en la formación y en la espiritualidad.
Cuando hice
mis primeros votos, después del cuarto año de formación, ahí nace Instagram, si
no me equivoco, y yo empecé a trabajar en la pastoral vocacional, que es toda
la promoción de las vocaciones, acompañar a los jóvenes con la inquietud,
buscar jóvenes en los diferentes estados, organizar retiros y demás, y empecé a
tomar fotografías. Porque en el noviciado nace mi pasión por la fotografía. En
ese contexto yo estaba pasando un momento muy difícil, en el cual yo tenía que
tomar una decisión de quedarme o decir “no” a esta vocación.
Entonces había
una pequeña camarita que estaba guardada en la fraternidad donde vivía (en la
Sierra de Chihuahua). Esa camarita yo la tomaba en mis momentos personales y de
oración. Tomaba fotos del lugar, porque es un lugar precioso, donde hay muchas
montañas, mucho paisaje, muchos pinos, es bosque; era maravilloso el lugar.
Empecé a tomar fotografías así: de los atardeceres, amaneceres; también tomaba
autorretratos. Ponía la cámara en piedras y en ramas. Tomaba fotos artísticas
de lo que sentía yo en ese momento.
Al ver todas
las fotografías plasmadas descubro en ese momento difícil que estaba viviendo
que en las fotografías pude leer mi identidad, mi pertenencia y para mí eso fue
el segundo llamado, es decir, el llamado definitivo que Dios quería esto de mí.
Y gracias a la fotografía pude responder que “sí” a esta vocación. Entonces ahí
nació mi gusto por la fotografía.
Llego a
Monterrey a la casa de estudios y me ponen a trabajar en la pastoral
vocacional. Entonces todas estas fotografías puestas en las redes sociales me
ayudaron muchísimo. Empecé a subir fotos con frases diciendo cuándo iba a ser
el retiro, quiénes éramos los capuchinos, para la promoción vocacional. Además,
imprimí fotografías para darlas en estampitas para ponerlas como separadores de
libros y las utilizaba, porque me servían como herramientas para trabajar en la
promoción vocacional que estaba yo teniendo.
Así nació la
evangelización en las redes sociales. Fue después de un periódico de aquí de la
ciudad del norte que me llamaron una vez para hacerme una entrevista y querer
sacar un artículo, el cual salió en primera plana y de ahí fue el boom. Desde
ahí me empezaron a llamar: “Fray foto”. Comenzaron a publicar mis fotografías
en otros lugares y desde ese momento fue incrementándose mi trabajo y mi
evangelización por las redes sociales.
Pregunta:
¿Cuál considera que ha sido su mayor logro en este camino de evangelización a
través de las redes sociales?
Respuesta: Yo
creo que el mayor logro ha sido “la cercanía”. El poder reflexionar acerca de
lo importante que es estar comunicados y de lo importante que son estas
herramientas. Y que este continente digital es un espacio donde se habita, pero
que también es significativo llegar a desgitalizarnos, el hacer contacto, el
ser cercanos. Esto creo que ha sido uno de los mayores logros en este camino de
evangelización. En este caminar que va desde hace más de 10 años, el poder
encontrarme con personas y que detrás de un perfil hay una persona, hay un
corazón, hay una vocación.
Pregunta:
¿Algo más que quiera agregar…?
Respuesta: Quisiera
poderles decir a todos los jóvenes y a todas las personas que sienten una
inquietud a la vida religiosa, pero que tienen temor, que de verdad no tengan
miedo. Que se echen un clavado a su corazón y respondan con generosidad. Quiero
repetir las misas palabras que dijo Juan Pablo II: “Dios no quita nada, Él lo
da todo”. Poder animar a los jóvenes en este camino vocacional, en esta
aventura que es la aventura del Evangelio.
Las redes
sociales nos ayudan a transmitir precisamente la alegría del Evangelio: que
detrás de un perfil hay un testimonio y una vocación y que al final de cuentas
se trata de compartir quiénes somos, compartir el Evangelio, que es compartir
lo que Dios ha hecho con nosotros. Eso es lo que hago en mis redes sociales,
comparto la belleza de mi vocación a través de la fotografía, de los podcast en
Spotify y en Apple Music; a través de mis escritos o frases que subo diario.
Aunque son experiencias personales son regalos de Dios que quiero compartir con
los demás. A través de eso he conocido mucha gente que Dios les va tocando sus
corazones por medio de una foto, de una luz, de una frase, pues se va haciendo
presente el Evangelio.
Pregunta:
¿Cómo surge su vocación de comunicólogo, las fotos las frases?
Respuesta: La
vocación de comunicólogo nace precisamente del descubrimiento de que a través
de la fotografía podía expresar quién era yo y poder externar la alegría de la
vocación a la que fui llamado y a la que generosamente respondí. Nace entonces
en ese contexto de poder compartir y descubrir que esta vocación no es
precisamente para mí, sino que se comparte a los demás.
Las frases son
también la reflexión o las experiencias que voy viviendo, que voy compartiendo
en las redes sociales a través de fotos, de audios, etc.
Pregunta: ¿Qué
le podría decir a la juventud?
Respuesta: Yo
no creo en eso que dicen: “No ha vocaciones”, es decir, siempre hay vocaciones
porque Dios siempre llama. No creo que Dios en este tiempo diga: “No, no voy a
llamar”. Más bien hay jóvenes que no quieren responder al llamado. Entonces yo
les diría que respondan con generosidad, que no tengan miedo y que Jesús no
quita nada y lo da todo.
Publicado
por Zenit.org:
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