No es lo mismo ni es igual | Pablo Mella, SJ
Volver a la escuela en tiempos de Covid
El año escolar 2021-2022
Las autoridades dominicanas comunicaron
a principios del mes de julio pasado que el año lectivo 2021-2022 será
nuevamente presencial. La noticia fue recibida por la opinión pública al mismo
tiempo con alegría y con dudas, porque se sabe que no hemos superado la
pandemia de la COVID-19.
Mientras tanto, el hecho está consumado:
en el mes de septiembre se reanudan las clases en todos los niveles educativos.
La ocasión merece una reflexión atenta, pues las condiciones en que se
reemprende la tarea educativa no son las mejores. Sin embargo, lo delicado del
momento puede convertirse en una oportunidad para crecer como personas y como
comunidad. Especial atención deberá prestarse a los más pequeños, a nuestros
niños.
Ante todo, reconocer lo desafiante del
momento
Ha habido, desgraciadamente, una
corriente de opinión pública, sobre todo oficial, que presenta como un éxito
rotundo la respuesta que se dio para educar a distancia en medio de la
pandemia. Por ejemplo, se habla con orgullo de cuántas tabletas electrónicas se
distribuyeron o se piensan distribuir. Esta actitud no parece la mejor para
hacerse cargo de la situación que verdaderamente enfrentamos.
En realidad, la respuesta que se dio a
la pandemia para no perder el año escolar fue improvisada y, por ello,
deficiente. Ninguna institución de educación tradicional estaba preparada para
enfrentar satisfactoriamente los desafíos propios de la educación en línea. Y
esto no solo se puede afirmar de la República Dominicana: el fenómeno fue
mundial, incluyendo aquellos países que se suelen llamar “desarrollados”.
Tanto los padres y tutores como los
docentes tendrán que asumir que los niños llegan este año a la escuela con un curso
prácticamente perdido. Y esto, bajo dos aspectos. Primero, no se pudieron
alcanzar adecuadamente los logros de aprendizaje esperados para el grado
correspondiente. Segundo, los educandos llegan afectivamente marcados por un
año de aislamiento. Es natural que tengan mucha ansiedad disimulada y hasta
inconsciente.
Algo parecido se puede decir de los
docentes. En realidad, todo el mundo fue impactado afectivamente por la
pandemia. Los ritmos cotidianos se nos transformaron. La sensación de
inseguridad se vio aumentada por la amenaza de letalidad que se adjudicaba al SARS-Cov
2. El estado de excepción con sus toques de queda alimentó la experiencia del
propio límite. No pocos negocios quebraron, mucha gente fue despedida.
Entramos, pues, al nuevo año escolar más vulnerables.
Este escenario invita a que las
instituciones escolares planifiquen actividades orientadas a subsanar los
baches del año anterior. Esto se puede lograr a través de pruebas diagnósticas,
de actividades de repaso y de espacios de reflexión semejantes a terapias
grupales. Es recomendable tener en mente que la carga docente de este año
escolar que comienza es doble. Sin embargo, esto no es todo. El nuevo y gran
desafío estará en la convivencia escolar.
Algunas pautas para cuidar la salud
El año nuevo escolar se presenta especialmente
como una oportunidad para cuidar de la salud y educar a los hijos en ese
cuidado. Este aprendizaje se hará también en la misma escuela como institución.
La doctora pediatra Claudia Scharf, directora
de la Escuela de Medicina de la UNPHU, a quien consultamos al respecto, ofrece unas
consideraciones fundamentales para el logro de este propósito.
Primero, debemos seguir apostando por
la vuelta a las aulas y poner todos los medios que estén a nuestro alcance para
que la educación presencial se mantenga. Dos razones sustentan esta convicción.
Por un lado, ya está probado que la educación presencial en un medio social
como el dominicano garantiza mejor la calidad de la enseñanza que una educación
virtual a distancia. Por otro lado, y esto es lo más importante desde el punto
de vista de la salud, asistir a la escuela forma parte de la segunda socialización
que necesita un niño para afirmar su personalidad. La educación que se limita a
entornos virtuales acarrea consigo todos los problemas que conlleva estar atado
todo el día a dispositivos electrónicos.
Segundo, este es el momento de seguir
profundizando en el valor fundamental de la salud pública, entendiendo por tal
las prácticas de salud que asume un colectivo con vistas al bienestar de todos,
no solo de algunos. En este sentido, la doctora Scharf invita a profundizar y
mejorar las prácticas de higiene generales que hemos aprendido durante la
pandemia. Hay que seguir insistiendo en el lavado de las manos (lo que de paso
plantea la necesidad de solucionar uno de los problemas que tienen muchos
espacios públicos y casas dominicanas: el acceso al agua corriente y a baños
higiénicos). Igualmente, se debe profundizar en el uso correcto de las
mascarillas, especialmente para los niños de 12 años en adelante. Se ha de
procurar que la población estudiantil de este segmento de edad sea debidamente
vacunada, preferiblemente con la vacuna Pfizer. Se debe asimismo cuidar que el
número de participantes en cada aula no viole el distanciamiento físico
recomendado de metro y medio (lo que toca un aspecto sensible para la mejora de
la calidad educativa que anhelamos, a saber, la masificación de la enseñanza).
Este año deberá cuidarse especialmente la calidad de la alimentación y velar
porque todo el mundo esté bien hidratado.
Tercero, con los niños de tres a 12
años se puede trabajar haciendo un proceso educativo similar al anterior, pero
con más paciencia. Hay que tener mucho cuidado con que el uso de mascarillas o
geles no se preste a actos de burla o violencia escolar, que son comunes en
esas edades inmaduras. Los padres o tutores deben tener en cuenta que
reaparecerán otras enfermedades normales en los niños, las cuales pudieron
controlarse el año pasado gracias al aislamiento al que fue sometida toda la
población.
En cuarto lugar, para la planificación
de las actividades paralelas propias de la labor escolar en nuestros días se
deberán tomar en cuenta los límites que impone el cuidado de la salud colectiva.
Entre estas actividades se pueden señalar los almuerzos colectivos, las actividades
deportivas y las actividades culturales. En cada caso se deberá pensar cómo
garantizar el respeto de las medidas básicas de higiene. Igual a lo que dijimos
sobre el número de estudiantes por aula, una variable a tomar en cuenta es la
cantidad de personas que podrán participar en estas actividades. En términos
generales, deberán preferirse las actividades al aire libre.
En quinto y último lugar, el gran
desafío será el cuidado de los más pequeñitos (de 1 a 3 años). En esa edad, no
se pueden cumplir con las normas de higiene común antes señaladas. Los niños
pequeñitos se abrazan, se besan, se meten las manos en la boca y, ciertamente,
no se pondrán mascarillas bajo ninguna circunstancia. Esta situación especial
exige dos medidas distintas. Por un lado, la enseñanza inicial deberá contar
con más docentes por aula para poder atender con más holgura a las constantes
demandas de los infantes. Por otro lado, estos docentes deben caer en la cuenta
de que ellos tienen que fungir como una especie de conciencia externa de los
pequeñuelos para cuidar de su salud en la medida de lo posible.
Ciertamente, el desafío de la vuelta a
las aulas es grande. Pero, si asumimos el espíritu adecuado, se presenta como
una oportunidad para que aprendamos el gran valor que tiene el que los humanos
nos cuidemos los unos a los otros respetando normas comunes razonables.
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