No es lo mismo ni es igual | Pablo
Mella, SJ
Los Pandora Papers: Algunas reflexiones
ético políticas
Las filtraciones de información se
designan en inglés con el nombre común leaks. El sustantivo leak
significa justamente eso, una filtración, una fuga, una gotera no deseada.
Fueron super famosas las Wikileaks que pusieron en jaque el modo en que
el gobierno norteamericano maneja la política internacional. En República
Dominicana se ha castellanizado el verbo inglés correspondiente, to leak,
y con frecuencia oímos a un plomero o a un mecánico de carros decir que algo
está “liqueando”.
Pues bien, las fugas de informaciones
secretas son bien comunes estos días. Las más sonoras se deben a un periodismo
osado de investigación que ha venido trabajando desde hace unos 6 años. Quizá
por eso, pasados unos días, los “Pandora Papers”, el último gran “liqueo”
informativo, haya perdido relevancia. Anteriormente hemos conocido dos trabajos
similares: los “Panamá Papers” (2016) y los “Paradise Papers” (2017). No sería
de extrañar que ya nos parezca totalmente normal este tipo de noticias.
Sin embargo, los Pandora Papers resultan
más relevantes en varios aspectos. Para algunos comentaristas, esta filtración
puede ser la más significativa hasta la fecha, dado su impacto mundial.
Algunos detalles de los Pandora Papers
Nuevamente, esta filtración informativa
ha sido fruto del trabajo de una asociación internacional de periodistas
llamada el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Pero esta
vez ha orquestado la mayor colaboración periodística internacional registrada
en la historia. Participaron más de 600 periodistas, de 150 medios
informativos, localizados en 117 países. Gran hazaña de prensa.
Los periodistas que participaron en el
proyecto de los Pandora Papers elaboraron sus partes informativos a partir de
registros confidenciales de 14 proveedores de servicios comerciales
extraterritoriales (las denominadas empresas offshore). En contraste, los
Panamá Papers contaron solamente con una única fuente informativa, la firma de
abogados panameña Mossack Fonseca. Igualmente, los Paradise Papers se nutrieron
básicamente de una sola fuente, el bufete de abogados en el extranjero,
Appleby.
Conviene aclarar cuál es la función de
un proveedor de servicios comerciales extraterritoriales, pues de esto se desprende
la base del juicio moral acerca del asunto que nos ocupa. Este tipo de empresa oferta
servicios profesionales a personas y corporaciones poseedoras de grandes sumas
de dinero para incorporar compañías fantasmas, fideicomisos, fundaciones y
otras entidades legales en jurisdicciones que cobran impuestos bajísimos o
nulos. La incorporación de compañías en estos territorios, llamados por dicha
razón “paraísos fiscales”, permite a los propietarios del dinero ocultar sus
identidades al público, así como escaparse de las responsabilidades financieras,
personales o fiscales, en el país donde funcionan sus negocios. Asimismo, estas
compañías offshore (literalmente, off-shore significa “fuera de
la costa”; aquí sería sinónimo de que la empresa realiza sus operaciones fuera
del territorio donde el poseedor de la suma de dinero produce sus ganancias)
están pensadas para librarse de restricciones burocráticas que se imponen a las
inversiones de capital.
Al provenir de 14 fuentes diferentes, los
Pandora Papers se convierten en la exposición más completa de estas operaciones
fantasmas. Los resultados obtenidos por esta investigación implican a 35
líderes mundiales, 300 funcionarios públicos, 100 multimillonarios, entre los
que se encuentran estrellas de rock, deportistas famosos y otros líderes
empresariales de 90 países.
¿Qué implica ser incluido en una lista
como esta? Pues bien, sugiere que el implicado pretende huir de algunas de sus responsabilidades
financieras y fiscales, guiado por un espíritu de codicia desmesurado.
Reflexionando sobre los paraísos
fiscales
Paraíso fiscal
es la designación sarcástica para un centro financiero extraterritorial. ¿A qué
viene el sarcasmo, por qué la mala reputación? Hay implicado en esto un
problema de conceptualización.
No existe una definición universal de
paraíso fiscal. Se trata de jurisdicciones legales que sirven de cobijo a
empresas que existen solo en carpetas, cuyos responsables legales viven en otra
jurisdicción legal o país. Las constituciones de estas empresas comparten
algunas características sospechosas: están envueltas en el secreto, se forman y
operan con regulaciones muy laxas, y se les exime de pagar impuestos. En el
Caribe existen paraísos fiscales muy reconocidos: las Islas Caimán y las Islas
Vírgenes Británicas. Pero cabe señalar que el paraíso fiscal más grande del
mundo es el Estado de Delaware, en los Estados Unidos, con 1.3 millones de
firmas registradas.
Paraísos fiscales
En la mayoría de los casos, las
empresas offshore tienen como única actividad la operación de una cuenta
bancaria o servir como la personalidad jurídica, propietaria fantasma, de un
bien suntuario o de una inversión costosa.
Es importante señalar que las empresas
offshore no son ilegales; al revés: son totalmente legales. No es ilegal
tener una cuenta bancaria en el extranjero. Así que el juicio que se puede
hacer de ellas pertenece exclusivamente al dominio de la ética. Es por la vía
ética que se puede discernir una “ilegalidad de segundo nivel” entrañada en
toda operación offshore.
El conflicto moral es este: las
compañías offshore se constituyen para no tener que declarar ciertas
informaciones financieras ante las autoridades locales, con el objetivo de
ahorrarse “unos pesitos”. Por eso podemos decir lo siguiente: si el recurso a
formar una empresa offshore no es ilegal, sí lo es ocultar información
de la propia riqueza. Descubrimos aquí una laguna en los sistemas jurídicos
nacionales. Visto esto, en los últimos años, los distintos gobiernos nacionales
han ido creando recursos normativos para evitar el secretismo. Por eso, según
algunos especialistas de los negocios internacionales, los paraísos fiscales
tienen los días contados. Han funcionado razonablemente para los fines que
fueron creados hasta, digamos, 2016, fecha de publicación de los Panamá Papers.
Se calculaba que para 2007, las
personas más ricas del mundo tenían 12 mil millones de dólares en paraísos
fiscales. Para 2017, la suma del dinero depositado por grandes multinacionales
en estos territorios ascendía a 150 mil millones de dólares (ver cuadro 1).
Dadas las grandes sumas envueltas, e
identificado el origen de tanta riqueza, como son los laboratorios
farmacéuticos, no es de extrañar que se les tenga tanta animadversión a los
paraísos fiscales. El dinero que se podría usar para personas en necesidad, o
para el bien común, se esconde para el propio bolsillo.
De todos modos, hay que señalar que no
todas las personas asociadas con un centro financiero extraterritorial deban
ser automáticamente descalificadas moralmente. No se puede meter en el mismo
saco a una masa de dinero astronómica proveniente del narcotráfico y unos
cuantos millones producidos por una empresa bien establecida en el país de
origen.
Para seguir caminando éticamente
Los Pandora Papers nos recuerdan, una
vez más, que quedan tareas pendientes en el modo en que se reparten las
riquezas sobre el planeta. El mundo secreto de los paraísos fiscales debe
desaparecer de una vez por todas. Los fines para los que fueron creados estos
territorios son totalmente ilegales, aunque las operaciones que realizan (como
abrir una cuenta bancaria) no lo sean. Depende de los legisladores de cada país
elaborar los instrumentos legales que ayuden a evitar la evasión y la elusión
fiscal.
No basta con decir, como dijeron los
voceros del poder ejecutivo dominicano, que el dinero colocado en un paraíso
fiscal ha sido registrado en la declaración jurada de un funcionario, máxime si
ese funcionario es el presidente de la república. El asunto es moralmente relevante
para la reflexión ético-política, por no decir grave. Solo las personas
embebidas de la ideología neoliberal podrán justificar semejante desatino, que deslegitima
la función esencial de lo político, que es el bien común.
Acabemos esta reflexión citando unas
palabras del papa Francisco, ya que se ha sabido que grupos religiosos
católicos ultraconservadores han colocado su dinero en paraísos fiscales:
La mirada cristiana de la economía y de la sociedad
que es distinta de la mirada pagana o de la mirada ideológica, es cristiana y
nace del mensaje de Jesús, de las Bienaventuranzas, de Mateo 25, de ahí nace la
mirada. Y la construcción de una comunidad justa, económicamente y socialmente
para todos, la tienen que hacer todos: sindicalistas y empresarios,
trabajadores y dirigentes. Tenemos que ir por el camino de la economía social.
Seamos realistas, la economía últimamente, en los últimos decenios, engendró
las finanzas y las finanzas tienen el riesgo de terminar como la cadena de San
Antonio, ¿no?, que creemos que hay mucho y al final no hay nada. (…). La
economía es social. (…)
Invertir en el bien común, no esconder la plata en
los paraísos fiscales. Invertir. La inversión es dar vida, es crear, es
creativa. Saber invertir, no esconder. Uno esconde cuando no tiene la
conciencia limpia o cuando está rabioso. Todos sabemos lo que se dice en el
campo cuando la vaca no da la leche: “¿Qué le habrá pasado a la vaca, porque
está enojada que ‘esconde’ la leche?”. Cuando escondemos es porque algo está
funcionando mal. Claridad, transparencia y producción. Invertir. E ir creando
la confianza social. Es muy difícil construir sin confianza social.
Video mensaje del Santo Padre
Francisco al XXIV Encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de
Empresas -ACDE (30 de junio 2021)
ADH 861
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