Espiritualidad del Corazón | Equipo Cor Novum
"Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús" (Segunda
parte)
El Padre Chevalier empezó a enviar misioneros al extranjero en los turbulentos tiempos de la
Francia del siglo XIX. En esos días, en algunas zonas de Francia los religiosos eran
perseguidos por el Estado. Así es como en noviembre de 1880 los padres MSC,
hermanos y estudiantes fueron expulsados de Francia. "Sentí una profunda pena viendo a todos mis compañeros
dispersos, nuestra querida Basílica
cerrada, con sacrílegos letreros en sus puertas" escribe el P. Chevalier en sus Notas
Personales (p.34; Lecturas Diarias 5 noviembre). El mismo pudo quedarse en
Francia porque unos años antes el Arzobispo de Bourges le nombró párroco de San
Cyr en Issoudun. Sin embargo, para continuar como párroco tenía que ser en calidad de sacerdote diocesano y no
se le permitía presentarse en público como General Superior de un
Instituto religioso. Desde el cierre de la Basílica y la confiscación
del monasterio por las autoridades locales, tuvo que dirigir la Congregación
desde la casa parroquial.
Misión de Melanesia y Micronesia en Oceanía
En medio de estas descorazonadoras circunstancias, el P. Chevalier
recibió una carta del
Vaticano, fechada el 25 de marzo de 1881, pidiendo a los Misioneros del Sagrado
Corazón
que aceptaran la Misión de Melanesia y Micronesia en Oceanía, una vasta región
que llevaba muchos años sin Misión Católica. Frente a la opinión negativa de
sus consejeros, que, no sin razón, mantenían que esta Misión sobrepasaba las
fuerzas de la joven Sociedad, el P. Chevalier puso su confianza en el Sagrado
Corazón y tomó la decisión de aceptar la oferta. Aunque no estaba todavía
seguro de a quién enviar, consideraba a las misiones extranjeras como uno de
los principales fines de la Sociedad, a la cual había dado el lema: "Amado
sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús" que entonces y ahora
expresa la participación de la Familia Chevalier en la misión cristiana.
Desafíos de la misión en el mundo de hoy
En la actualidad, los misioneros de la Buena Noticia del Evangelio se
enfrentan a dificultades no diferentes a los que encontraron el P. Chevalier y
sus compañeros. En su Encíclica
"La Alegría del Evangelio" el Papa Francisco se refiere a los muchos
desafíos que se han de afrontar en la sociedad actual. Estos desafíos, escribe el Papa "pueden manifestarse en
verdaderos ataques a la
libertad religiosa o en nuevas formas de persecución a los cristianos y que en algunos países han alcanzado
niveles alarmantes de odio y
violencia"; sin embargo,
dice el Papa, "en otros lugares el problema es más una difusa indiferencia y
relativismo producto del desencanto... " (La Alegría del
Evangelio n. 61)
Para el Papa, estos desafíos no deben socavar nuestro compromiso con la misión evangelizadora,
sino a formar parte activa de la evangelización. En cualquier caso, afirma "todos
estamos llamados a ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor de Dios
manifestado en Jesucristo". (La Alegría del Evangelio n. 121).
Momento de reflexión
"Ojalá el mundo actual, que
busca a veces con angustia,
a veces con esperanza, pueda así recibir la Buena
Nueva,
No a través de evangelizadores
tristes y desalentados,
impacientes o ansiosos,
sino a través de ministros del
Evangelio
cuyas vidas irradien el fervor
de quienes han recibido en sí mismos la alegría de
Cristo
(La Alegría
del Evangelio n. 10)
Todo ser humano es objeto de la ternura
infinita de Dios
y El mismo está presente en sus
vidas...
Cada persona es merecedora de nuestra
entrega...
Por ello, si logro ayudar al menos a una
persona a vivir mejor,
eso ya justifica la entrega de mi vida...
¡Y
alcanzamos la plenitud cuando derribamos los muros
y el corazón se nos llena de
rostros y de nombres!"
(La Alegría
del Evangelio n. 274)
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1.
Leyendo la historia del padre Chevalier, ¿entendemos mejor porqué creía que cuando Dios
quiere una obra, los obstáculos son medios para alcanzarla?
2. Somos
una Iglesia apostólica,
¿se puede ser fiel seguidor de Jesús sin compromiso explícito con la misión?
3. Que
sea amado en todas partes implica un amor sin límites, en toda circunstancia.
ADH 861
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