Fundación Salesiana Don Bosco | Luis Rosario/LD
Se derrumbó la tierra
Todos
en algún momento de la vida hemos sentido que el mundo se nos cae en pedazos.
Y
cuando digo todos, no hago excepción, porque hasta un niño, cuando le quitan su
juguete favorito, siente que el universo se le viene encima y produce unos
gritos ensordecedores, dignos de una película apocalíptica.
Para
algunos ese derrumbamiento puede venir por la muerte de un ser querido, por la
pérdida de un trabajo, la traición de alguien en quien confiabas, o por el fin
de una relación amorosa.
En fin, son muchas y frecuentes las razones que te remenean las entrañas y te hacen tambalear. Pareciera como si nada fuera estable en la vida, hasta lo que creemos más seguro, de un momento a otro, puede acabar.
Ante
una situación que te desmorona interiormente, el levantarse y recoger los
pedazos rotos para armar nuevamente el rompecabezas de tu vida, es tarea de
valientes. Ahora, el qué tan duro caigan las piezas, va a depender de qué
material estás hecha.
Si
eres de los seres humanos con interior de cristal, cuando choques con una
situación fuerte, te romperás en mil pedazos y será mucho más difícil
recomponerte.
Si
eres de los que trabajas en ti mismo para fortalecerte como el concreto, te
levantarás rápido y probablemente en una sola pieza.
A
veces cuanto más bajo caes, más alto puedes levantarte, depende de lo que hagas
con tus pedacitos rotos.
Cuando
el mundo se derrumba, es la oportunidad perfecta para mirar el desastre,
rebuscar entre los escombros, salvar los pedazos valiosos (Dios, familia,
amigos, etc.) y botar lo inservible, lo que estorba, lo que te aleja de tu
meta.
Es
una limpieza interior que cada cierto tiempo es necesaria practicar.
En
la derrota es donde debemos sacudirnos el polvo y redescubrir nuestras
potencialidades. Del fracaso nace el triunfo.
Por
eso, procura no ir tapando “baches” en el camino, mejor saca valientemente a la
luz “los vicios de construcción” que hay en tu vida, y arma tu mundo con piezas
de concreto, basadas en las virtudes, procurando tener como piedra angular a
Jesús, el único que es inquebrantable y sobre quien toda edificación está bien
cimentada.
Publicado
por Listín Diario
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