Espiritualidad | Miguel Ángel Munárriz/FA
Venga a nosotros Tu Reino
Jn
18, 33-37
«¿Luego
tú eres Rey?» ... Respondió Jesús: «Sí, ... para esto he nacido y para esto he
venido al mundo»
Sí,
Jesús es rey. Es rey de los que no acumulan tesoros en la Tierra, de los que no
amparan la violencia, de los que lloran, de los que tienen hambre y sed de
justicia, de los misericordiosos, de los limpios de corazón, de los que
trabajan por la paz, de los perseguidos por causa de la justicia.
Es
rey de los que se reconcilian con su hermano antes de ir a orar, de los que
ofrecen la otra mejilla, de los que dan a quienes les piden, de los que
perdonan setenta veces siete, de los que se sienten servidores de todos y
esclavos de todos, de los que hacen el bien a los que les aborrecen, de los que
bendicen a los que les maldicen y oran por quienes les atormentan, de los que
no juzgan ni condenan, de los que hacen a los demás lo que quisieran que los
otros hiciesen con ellos.
Pero
su reino no es como los de este mundo. En su reino todo es al revés: desde
dentro, por conversión; desde abajo, desde el servicio, no desde el poder. Para
el mundo, el primero es el que más tiene; para el Reino, el primero es el que
más sirve. Para el mundo, el más importante es el más dotado; para el Reino, el
más importante es el más necesitado.
Porque
el Reino que nos ofrece Jesús es el reinado de los criterios de Abbá en el
mundo, y por esa razón el objeto primero de su mensaje fue el Reino: por eso,
también, nos invitó a pedirle a Abbá que viniese a nosotros su Reino, porque
ése es el mayor anhelo del cristiano; su mayor esperanza; su misión; el sentido
de su vida... «Buscad primero el Reino y su justicia y lo demás se os dará por
añadidura».
Para
imaginar el Reino pensemos en una pizca de levadura que fermenta toda la masa,
en un grano de mostaza que cuando germina y crece se convierte en un gran
arbusto que todo lo invade. Porque el Reino no se impone, el Reino se siembra,
y cuando cae en buena tierra da el ciento por uno. El Reino es cosecha. Es
abundancia. Las primeras comunidades cristianas eran fértiles y crecían sin cesar.
Como la mostaza. El Reino es como un tesoro escondido en un campo, que cuando
alguien lo encuentra, vende cuanto tiene para comprarlo, y lo hace “lleno de
alegría” —esa es la clave de todo—, y ya solo le interesa el tesoro que acaba
de descubrir; lo demás deja de tener valor para él.
Nuestra
mayor tentación es dudar de que vaya a llegar un momento de la historia en que
el reinado de Dios acabe imponiéndose a tanto reyezuelo que rige nuestro
destino, y así lo expresaba Ruiz de Galarreta: «El consumo desenfrenado parece
más fuerte que la bondad, la generosidad y la austeridad. Pero Jesús creía en
la pujanza de la semilla, en el poder de la levadura, en la fuerza imparable
del Espíritu de Dios...»
Publicado
por Feadulta.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...