Reflexión | Antonio MartÃn de las Mulas (Misionero laico en Colombia)
Con todo
mi silencio
Todas las noches desde que mi hija nació, o, más
aún, desde que estaba en el vientre materno hasta los 2 años, rezábamos
el rosario antes
de irnos a dormir. Ahora que es un poco más mayor y tenemos que adaptarnos,
tenemos un variado programa de oración: unos dÃas rezamos con la guitarra,
otros, una decena del rosario, un padrenuestro, avemarÃa y gloria, el agua
bendita, y siempre algo de oración espontánea. A veces también contamos un
cuento.
Los domingos vamos a Misa, bendecimos la mesa, de
vez en cuando hablamos de Jesús, tenemos cuadros de la Virgen por acá y por
allá, crucifijos, estampitas, libros espirituales, celebramos las fiestas
litúrgicas… Y a pesar de todo este arsenal pedagógico, el otro dÃa, en un
arranque de sinceridad, mi hija de 7 años me lo confesó: «Papá, no quiero rezar
más». Y cada domingo la misma cantinela: «Papá, no quiero ir a la iglesia, es
aburrido». Y yo pensaba: ¿Dónde están esos niños que, como santa Teresita, se
pasaban el dÃa jugando con un altarcito en la casa? ¡Qué lucha contra los
teléfonos móviles, contra YouTube, contra los videojuegos! ¡Qué lucha contra
esta cultura de la muerte, contra las distracciones! Dios mÃo, ¿Cómo se gana el
pulso a una cultura entera?
Un dÃa que me puse serio con el Señor se lo dije:
«A ver si vas a dejar que mi hija se haga atea, ¿es que no me vas a ayudar?».
Por si fuera poco, en nuestro carisma tenemos la llamada de asistir a la
juventud. Por eso le volvà a decir: «Si no soy capaz de transmitir la fe a mi
hija, ¿Cómo se la voy a transmitir a los jóvenes que me encomiendas? ¿No serÃa
mejor un super catequista de esos que hay por ahÃ?».
Algo parecido le dijo san Juan Diego a la Morenita cuando le mandaba a ver al
obispo. Es tÃpico. Al final todo lo hace Él, claro. Si Juan el Bautista gritaba
en el desierto para suscitar la conversión de las gentes, yo le grito al Señor
con todo mi silencio, cada noche, desde el desierto de mi corazón; yo, Antonio
MartÃn de las Mulas, misionero de Jesucristo, siervo inútil.
Publicado por Alfa & Omega
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