Fe y Vida | Rafael Salomón/VN
¡Atrévete a confiar en Dios!
En
los momentos de dificultad, mi Dios es grande, mi Dios es fuerte. Cuando todo
parece más oscuro, recuerdo el tamaño del Dios en el que creo y me doy cuenta
que en mi pequeñez Él está mostrándome su enorme amor y poder. La
enfermedad y la incertidumbre pasarán como ráfaga en mi vida cuando siento la
presencia del amor de Dios dentro de mí.
Él
me ama y yo lo amo a Él, así es la relación por la que me esfuerzo cada día,
lejos de pensamientos complejos y teóricos, simplemente amor y ya. Intento
comprender su grandeza en mi vida y la respuesta de un padre que cuida con
delicadeza a cada uno de sus hijos. Es en ese momento cuando experimento la más
bella compañía, el amor de Dios en todo y en mi ser.
Me
sucede igual que a todas las personas y me impaciento en algunos momentos en mi
vida; sin embargo, cuando recuerdo el tamaño del Dios en el que creo viene a mi
una tranquilidad inefable, al estar más cerca de Él, más grande siento su
presencia. En la medida que le permitamos mostrar su grandeza, poder y
esplendor en nosotros, podrá ser cada día más el Señor Todopoderoso.
En
los tiempos de angustia es cuando enfrentamos nuestra pequeñez y
limitaciones, es precisamente en esos momentos cuando estamos más perceptivos a
ese amor, en el instante en el que flaquean nuestras fuerzas, cuando la espera
nos hace recordar el poder de la oración.
Ese
inmenso amor creador
Es
ahí donde hay que atreverse a confiar en Dios, es una excelente oportunidad que
Él no va a desaprovechar, en la adversidad es cuando nos podemos acercar con
verdadera sinceridad, como debería ser, pero en ocasiones necesitamos
estar sin nada para recibirlo todo.
Para
el salmista, el asunto del tamaño de Dios era de importancia. “¿A dónde me iré
de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí
estás tú; y si en el sol hiciera mi estrado, allí tú estás. Si tomara las alas
del alba y habitará en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me
sujetará tu diestra”. (Salmo 139) El tamaño de mi Dios me recuerda la
creación, también mi propia existencia. ¿Qué tamaño tiene tu Dios?
¿Es
suficientemente grande para darle sentido a la vida, aunque no podamos
comprender todos los misterios involucrados en ella? Es muy importante hablar
de la humildad frente a ese inmenso amor creador, porque solo al aceptar
nuestras limitaciones, es como comprenderemos o intentaremos entender la fuerza
y presencia de un Dios omnisciente y omnipresente, más grande de lo que podemos
concebir.
Y
si bien Él es grande en su majestad, santidad y eternidad, es la grandeza
de su misericordia lo que nos deja completamente maravillados, porque es su
misericordia a través de su Hijo lo que nos lleva a todos, al gozo eterno de
una relación con Él ¡Qué grande es Dios! Frente a la duda y la desesperación
recuerda que tenemos un Dios enorme y fuerte, que nos ama de una forma única y
lo que desea es que por voluntad aceptemos su amor.
Publicado
por Vida Nueva
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