A Debate | Miguel A. Munárriz/FA
Es tiempo de preparar
Lc
3, 10-18
«...
pero la paja la quemará con fuego que no se apaga»
Si
nos basamos en los evangelios, resulta evidente la influencia de Juan en la decisión
de Jesús de lanzarse a los caminos a predicar la Buena Noticia. El esquema de
los sinópticos es idéntico: visita al Bautista, bautismo y teofanÃa,
tentaciones en el desierto y vida pública. El evangelio de Juan, fiel a su
estilo, omite el bautismo y las tentaciones, aunque también sitúa al Bautista
al comienzo de todo.
Pero
es de notar la diferencia radical del discurso del uno y el otro, hasta tal
punto, que el Dios de Juan —un Dios implacable y justiciero que castiga
nuestros pecados— tiene muy poco que ver con el de Jesús —la Madre que lucha
junto a nosotros contra el pecado—. Por supuesto, Dios es siempre el mismo; lo
que cambia es la percepción que cada uno de nosotros tenemos de Él. Además,
gracias a la permanente acción del EspÃritu vamos depurando La Palabra,
entendiéndola cada vez mejor.
PodrÃamos
considerar la Biblia como la crónica del descubrimiento paulatino de Dios por
parte del pueblo de Israel. En sus libros más antiguos se presenta a un Dios
sectario, tribal, siempre dispuesto a castigar despiadadamente la deslealtad de
su pueblo o aniquilar a sus enemigos. Un Dios que no duda en destruir Sodoma
con fuego por causa de sus pecados, aniquilar la raza humana —con la excepción
de ocho justos— en el diluvio universal, o matar a todos los primogénitos de
Egipto de forma brutal (por supuesto, estos pasajes solo son entendibles desde
el arcaÃsmo religioso de sus autores). Por el contrario, algunos de sus últimos
textos hablan de un Dios «Lento a la cólera y rico en perdón»; un gran avance,
pero todavÃa insuficiente.
En
este proceso, la llegada de Jesús representa un cambio sustancial y supone la
mejor noticia que los seres humanos podrÃamos recibir: Dios no es el que nos
manda calamidades por nuestros pecados, el que distingue entre personas predilectas
y rechazadas por Él, el que nos juzga y nos quema «con fuego que no se apaga»
... Dios es nuestra madre, nuestro médico, nuestro aliado contra el mal.
Los
cristianos creemos que a Dios lo vemos en Jesús cuando quita el pecado del
mundo, cuando no rechaza a los pecadores, cuando se acerca a los leprosos y
cura a los ciegos y a los paralÃticos, cuando no quiere honores de Rey, cuando
se hace servidor de todos, cuando lava los pies, cuando nos invita a no pasar
de largo al toparnos con la necesidad, cuando acoge siempre y sin condiciones,
cuando se juega la vida —y la pierde— por salvar la de una adúltera, cuando
perdona a sus verdugos que le están crucificando... Como decÃa Ruiz de
Galarreta «Tenemos foto de Dios»... y es
estupendo.
Por
supuesto, esto hay que celebrarlo por todo lo alto, y las celebraciones
importantes hay que prepararlas bien para que adquieran todo su sentido.
Es
tiempo de preparar.
Publicado
por Feadulta.com
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