Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc
Memoria de San
Martín de Porres
(Lunes 3 de
noviembre 2025, lecturas del día: Romanos 11, 29-36; Salmo 68,
30-31.33-34.36-37; Lucas 14, 12-14)
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy, en la
memoria de San Martín de Porres, las lecturas de la liturgia nos invitan a
reflexionar sobre la gratuidad del amor de Dios, la humildad en el servicio y
la llamada a vivir para los demás, especialmente para los más necesitados.
San Martín, conocido como el "santo de la escoba", encarna estas
virtudes con su vida de entrega desinteresada, humildad y caridad hacia los
pobres y marginados. Vamos a meditar en las lecturas de hoy a la luz de su
ejemplo.
Primera
lectura: Romanos 11, 29-36 – La irrevocabilidad de los dones de Dios
San Pablo, en
su carta a los Romanos, nos habla de la profundidad de la sabiduría y la
misericordia de Dios. Él nos recuerda que los dones y la llamada de Dios son
irrevocables: "Porque los dones y el llamamiento de Dios son
irrevocables" (Rom 11, 29). Esto nos llena de esperanza, porque a
pesar de nuestras limitaciones y pecados, Dios nunca se retracta de su amor por
nosotros. Su plan de salvación abarca a todos, judíos y gentiles, y su
misericordia es infinita.
San Martín de
Porres
vivió esta certeza. Nacido en una condición humilde, enfrentando el rechazo y
la discriminación, nunca dudó del amor de Dios. Respondió a su llamada con una
vida dedicada al servicio, mostrando que los dones de Dios no dependen de
nuestra posición social, sino de nuestra disposición a vivir para Él. Pablo
concluye con una doxología: "¡Oh profundidad de la riqueza, de la
sabiduría y del conocimiento de Dios!" (Rom 11, 33). Esta alabanza nos
invita a maravillarnos ante el misterio de Dios y a confiar en que Él guía todo
para nuestro bien, como lo hizo con San Martín.
Salmo 68 – La
alabanza de los humildes
El Salmo 68
nos invita a cantar a Dios con gratitud: "Cantaré a Dios, alabaré su
nombre" (Sal 68, 31). Este salmo exalta a Dios como el
protector de los humildes, los pobres y los necesitados. Él escucha su clamor y
los levanta. San Martín de Porres fue un hombre de alabanza, no solo con
palabras, sino con su vida. Su humildad y servicio a los más necesitados
fueron su canto a Dios. Como el salmista, Martín vio en los pobres el rostro de
Dios y los sirvió con amor, mostrando que la verdadera alabanza nace de un
corazón que se entrega a los demás.
Evangelio:
Lucas 14, 12-14 – La gratuidad en el amor
En el
Evangelio, Jesús nos desafía con una enseñanza radical: cuando invites a un
banquete, no llames a los que pueden devolverte el favor, sino a los pobres,
los lisiados, los cojos y los ciegos, "porque no tienen con qué
pagarte; pero se te pagará en la resurrección de los justos" (Lc 14, 14).
Jesús nos llama a un amor desinteresado, un amor que no busca recompensa
terrenal, sino que confía en la promesa de Dios.
San Martín de
Porres es un modelo perfecto de este Evangelio. Como fraile dominico,
dedicó su vida a cuidar a los enfermos, alimentar a los pobres y consolar a los
marginados, sin esperar nada a cambio. Su caridad no discriminaba; veía en cada
persona, sin importar su condición, la dignidad de un hijo de Dios. Este pasaje
nos invita a preguntarnos: ¿a quiénes invitamos a nuestro "banquete"?
¿Estamos dispuestos a abrir nuestro corazón a aquellos que no pueden
devolvernos el favor?
Aplicación a
nuestra vida
Hermanos, las
lecturas de hoy y el ejemplo de San Martín de Porres nos llaman a vivir tres
actitudes fundamentales:
Confianza en
la misericordia de Dios: Como nos enseña San Pablo, los dones de Dios son
irrevocables. No importa cuán indignos nos sintamos, Dios nos ama y nos llama.
Sigamos el ejemplo de San Martín, quien, a pesar de las dificultades, confió en
la providencia divina.
Alabanza a
través de la humildad: El Salmo 68 nos recuerda que Dios exalta a los
humildes. San Martín, con su escoba en mano, nos enseña que no hay tarea
pequeña cuando se hace con amor. Cada acto de servicio, por sencillo que sea,
es una alabanza a Dios.
Amor
desinteresado: Jesús nos pide amar sin esperar recompensa. San Martín no
buscó reconocimiento, sino que sirvió a los más necesitados con un corazón
generoso. Preguntémonos: ¿cómo podemos imitar su caridad en nuestra vida
diaria? Tal vez ayudando a un vecino, visitando a un enfermo o simplemente
escuchando a alguien que se siente solo.
Conclusión
En esta
memoria de San Martín de Porres, pidamos su intercesión para que, como él,
vivamos con humildad, caridad y confianza en los dones irrevocables de Dios.
Que nuestro "banquete" sea un reflejo del amor gratuito de Cristo,
acogiendo a todos, especialmente a los más necesitados. Que la Virgen María,
madre de los pobres, y San Martín nos guíen para ser instrumentos de la
misericordia de Dios en el mundo. Amén.


No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...