Nuestra Fe | Sandy Yanilda Fermín
¡Combatiendo
las tentaciones!
“He caído
mil veces y siempre, me ofreces tu mano”. Así
comienza la canción del Cirineo. A mí me encanta esa canción, porque me hace
reflexionar: Las veces que he caído y he sentido la tentación tan cerca de mí,
donde llegué a sentir duda del amor de Dios, y llegué a preguntarme, ¿si podría vencer una y otra vez a esa
tentación?
Cuando era pequeña, me encantaban las barras de chocolate Embajador.
Mi madre las tenías bien guardadas. A mis hermanos, también les daba la tentación
de comerlos. Reflexionaba, que las
tentaciones de la vida, se presentan dulces como una barra de chocolate,
con la intención de atraernos. La dulzura de la tentación, nos envuelve hasta
tal punto, que cuando estamos dentro de ella, el lado oscuro, es tan fuerte,
que, sin darnos cuenta, no vemos el lodo que estaba dentro.
La vida, a veces se torna, como ese chocolate que nos ha
enlodado la vida, y nos sentimos, no dignos para recibir a Jesús. Sin embargo,
cuando escuchamos la voz del Señor y su luz nos rodea, vemos que es más inmenso su perdón y su amor, que las
veces que hemos caído.
En este tiempo de Cuaresma, se nos pide combatir las tentaciones que llevamos por dentro y tener la confianza
en Dios, de que podemos vencer al enemigo con el ayuno, la limosna y la oración. Estas tres armas, deben ser nuestra
estrategia y la primera línea de combate. La madre de Jesús, fue la primera
aliada, en combatir el enemigo. Ella fue enviada y escogida por Dios para
llevar consigo a un niño que venía a defendernos y nos defendió con su propia
vida. Con su muerte, nos ha dado la garantía de las puertas del cielo.
Algunas personas como yo, que hemos vivido ayuno eterno.
Tenemos situaciones de salud, donde no podemos comer, y en medio de esa
realidad, Dios nos dice, que nos aferremos, y que entreguemos ese sufrimiento por la redención de nuestros pecados y las
del mundo entero.
¿Por qué
combatimos las tentaciones?
-Desde
nuestra fe, es para ganar el cielo,
ganar la gracia de nuestro Dios y ser mejores personas cada día.
-Para
no caer en las tentaciones del mundo,
como lo decimos en el Padre Nuestro.
-Para
no ser llevados ante el tribunal sin que Jesús
sea nuestro abogado, para llegar hasta el final y lograr una entrada triunfal,
a su Reino Celestial.
-Para
no morir, sino vivir, y ser perseverantes
como lo hizo Jesús, a cada instante.
-Para
no entregarnos a otros, como lo hizo Judas
Iscariote.
-Para
que, en medio de nuestra debilidad, sea Jesús
nuestra única verdad y nuestra gran oportunidad.
-Para
que cuando las tentaciones nos quieran intimidar, digamos con persistencia, que
no podrá, porque Dios siempre estará con
nosotros.
-Para
conseguir siempre, que Jesús sea el
dueño de nuestro corazón, con su arma brillante, combatir la oscuridad y
dejarnos libre como el aire.
¿Qué es lo
bueno de sentirse tentado?
-Aunque
estemos cerca del límite, sentir la felicidad de que, no te caímos.
-En
medio de las tormentas, el enemigo puede creer que caemos…pero no ve que detrás
nuestro, hay un batallón de ángeles, con
sus escudos protegiéndonos y con un gran héroe, combatiendo.
-Cuando
estemos ante una tentación, tener el valor y el coraje para combatirla. Sentir
una fuerza desde lo alto que nos asegure
no fallar ni caer. Sentirnos agarrados de una mano poderosa, que nos
apriete y nos de su fuerza grande y poderosa.
-Superar
esas pruebas para tener paz. Nunca dudemos
de Dios y de su confianza. No darle permiso a la duda, y veremos cómo
Satanás jamás nos enfrentará.
-Tenemos
que ser valientes y confiados en que un gigante llamado Jesús nos protege con su escudo y nos espera del otro lado del puente.
-El
ruido de los gritos de la batalla contra las tentaciones, solo la podemos colocar en silencio, con la paz y la luz de
Jesús.
-Debemos
sonreír, sonreír con la plena confianza de
que podremos contra el enemigo a quien, con el poder de Jesús, venceremos.
-Si
caemos, perdonémonos a nosotros mismos y
veremos que Dios siempre nos perdona. No dialoguemos con el enemigo, dialoguemos
con el Señor, convenzámonos a nosotros mismos de que no volveremos a hacerlo.
Al enemigo no le gusta vernos felices, por eso cuando más cerca de Dios estamos, más
tentaciones recibimos. Nunca pensemos que no podremos vencer, pues al lado
de Jesús podemos contra él.
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