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    jueves, 17 de marzo de 2022

    ¡Combatiendo las tentaciones!


    Nuestra Fe | Sandy Yanilda Fermín

     


    ¡Combatiendo las tentaciones!

     

    “He caído mil veces y siempre, me ofreces tu mano”. Así comienza la canción del Cirineo. A mí me encanta esa canción, porque me hace reflexionar: Las veces que he caído y he sentido la tentación tan cerca de mí, donde llegué a sentir duda del amor de Dios, y llegué a preguntarme, ¿si podría vencer una y otra vez a esa tentación?  

     

    Cuando era pequeña, me encantaban las barras de chocolate Embajador. Mi madre las tenías bien guardadas. A mis hermanos, también les daba la tentación de comerlos. Reflexionaba, que las tentaciones de la vida, se presentan dulces como una barra de chocolate, con la intención de atraernos. La dulzura de la tentación, nos envuelve hasta tal punto, que cuando estamos dentro de ella, el lado oscuro, es tan fuerte, que, sin darnos cuenta, no vemos el lodo que estaba dentro.

     

    La vida, a veces se torna, como ese chocolate que nos ha enlodado la vida, y nos sentimos, no dignos para recibir a Jesús. Sin embargo, cuando escuchamos la voz del Señor y su luz nos rodea, vemos que es más inmenso su perdón y su amor, que las veces que hemos caído.  

     

    En este tiempo de Cuaresma, se nos pide combatir las tentaciones que llevamos por dentro y tener la confianza en Dios, de que podemos vencer al enemigo con el ayuno, la limosna y la oración. Estas tres armas, deben ser nuestra estrategia y la primera línea de combate. La madre de Jesús, fue la primera aliada, en combatir el enemigo. Ella fue enviada y escogida por Dios para llevar consigo a un niño que venía a defendernos y nos defendió con su propia vida. Con su muerte, nos ha dado la garantía de las puertas del cielo.

     

    Algunas personas como yo, que hemos vivido ayuno eterno. Tenemos situaciones de salud, donde no podemos comer, y en medio de esa realidad, Dios nos dice, que nos aferremos, y que entreguemos ese sufrimiento por la redención de nuestros pecados y las del mundo entero.

     

    ¿Por qué combatimos las tentaciones?

    -Desde nuestra fe, es para ganar el cielo, ganar la gracia de nuestro Dios y ser mejores personas cada día.


    -Para no caer en las tentaciones del mundo, como lo decimos en el Padre Nuestro.


    -Para no ser llevados ante el tribunal sin que Jesús sea nuestro abogado, para llegar hasta el final y lograr una entrada triunfal, a su Reino Celestial.


    -Para no morir, sino vivir, y ser perseverantes como lo hizo Jesús, a cada instante.


    -Para no entregarnos a otros, como lo hizo Judas Iscariote.


    -Para que, en medio de nuestra debilidad, sea Jesús nuestra única verdad y nuestra gran oportunidad.


    -Para que cuando las tentaciones nos quieran intimidar, digamos con persistencia, que no podrá, porque Dios siempre estará con nosotros.


    -Para conseguir siempre, que Jesús sea el dueño de nuestro corazón, con su arma brillante, combatir la oscuridad y dejarnos libre como el aire.

     

    ¿Qué es lo bueno de sentirse tentado?

    -Aunque estemos cerca del límite, sentir la felicidad de que, no te caímos.


    -En medio de las tormentas, el enemigo puede creer que caemos…pero no ve que detrás nuestro, hay un batallón de ángeles, con sus escudos protegiéndonos y con un gran héroe, combatiendo.


    -Cuando estemos ante una tentación, tener el valor y el coraje para combatirla. Sentir una fuerza desde lo alto que nos asegure no fallar ni caer. Sentirnos agarrados de una mano poderosa, que nos apriete y nos de su fuerza grande y poderosa.


    -Superar esas pruebas para tener paz. Nunca dudemos de Dios y de su confianza. No darle permiso a la duda, y veremos cómo Satanás jamás nos enfrentará.


    -Tenemos que ser valientes y confiados en que un gigante llamado Jesús nos protege con su escudo y nos espera del otro lado del puente.


    -El ruido de los gritos de la batalla contra las tentaciones, solo la podemos colocar en silencio, con la paz y la luz de Jesús.


    -Debemos sonreír, sonreír con la plena confianza de que podremos contra el enemigo a quien, con el poder de Jesús, venceremos.


    -Si caemos, perdonémonos a nosotros mismos y veremos que Dios siempre nos perdona. No dialoguemos con el enemigo, dialoguemos con el Señor, convenzámonos a nosotros mismos de que no volveremos a hacerlo.

     

    Al enemigo no le gusta vernos felices, por eso cuando más cerca de Dios estamos, más tentaciones recibimos. Nunca pensemos que no podremos vencer, pues al lado de Jesús podemos contra él.

     

     


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