Reflexión | Almudena Martínez-Bordiú/AP
¿Cómo vivir una buena Cuaresma?
Este
miércoles 9 de marzo se cumple una semana desde que comenzó la Cuaresma y por
ello ACI Prensa conversó con el P. Juan José Pérez Soba, sacerdote diocesano y
profesor de Pastoral Familiar en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo
II para las ciencias del Matrimonio y la Familia en Roma, acerca de las claves
para vivir este tiempo de oración y sacrificio.
1.
Cosechar los frutos
Respecto
al mensaje elegido por el Papa Francisco para esta Cuaresma: “No nos cansemos
de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su
debido tiempo”, el P. Pérez Soba explicó que este tiempo litúrgico “es un
camino para la Pascua” y que “la esperanza es la virtud del caminante porque le
permite superar la gran tentación del cansancio”.
“Vivimos
en una sociedad del cansancio que nos llena de obligaciones y urgencias a las
que apenas sabemos responder. La llamada cuaresmal no es una obligación más,
sino el anuncio de un fruto. De aquí se pasa del símil del camino al del
cultivo, también iluminado por la esperanza. Siempre basada en la existencia
previa de un don de Dios, que nos llama y nos ha enriquecido con esa semilla
que promete el fruto mejor”, aseguró el sacerdote desde Roma.
A
continuación, el P. Juan José Pérez Soba explicó que el primer paso a dar en el
camino es “ser conscientes del don que nos da Dios” y animó a “romper la pereza
mental de pensar solo en nuestros planes y nuestros problemas”.
“Por
eso el fin del camino es la nueva vida pascual, su fruto, la vida eterna que
gozamos ya en esta tierra como la presencia santificadora de Dios en nuestras
almas”, continuó.
“Esperamos
porque tenemos una promesa de Dios que ilumina nuestro corazón. La seguridad
más grande de nuestra esperanza está en el perdón divino. Dios es mayor que
nuestros pecados, el amor que nace de su gracia es más fuerte que nuestras
debilidades”.
“Experimentamos
esa grandeza en su misericordia que significa sanar nuestras heridas. Eso
requiere un tiempo de sanación y un cuidado de la enfermedad. Pide poner
nuestro corazón en las manos de Dios que nos cura como Buen Samaritano”, afirmó
el sacerdote.
2.
Superar el “cansancio en la oración”
“Uno
de los ámbitos donde el cansancio acecha es la oración. Esto sucede porque
proyectamos en ella una mentalidad utilitarista: ¿por qué rezar si parece
inútil? La Cuaresma nos introduce en el desierto, donde el único fin es una
intimidad con Dios: ‘te sacaré al desierto y te hablaré al corazón’ (Os 2,14).
Es el ámbito real de la oración, conformar en el corazón una intimidad con
Dios, una fidelidad a un amor”, explicó a continuación.
Asimismo,
el profesor del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II dijo que durante
este tiempo se debe renovar la oración y “hablar de amor con aquél que sabemos
que nos ama” (Santa Teresa de Jesús), o por el contrario “el desánimo y la
tristeza sepultarán nuestra oración”.
“Es
el amor el que lleva a buscar el recogimiento, y para hacerlo crecer hemos de
repasar sus beneficios. Es el mismo Dios el que nos busca y nos llama, ‘para
que estemos con Él’ (cfr. Mc 3,14). Como recordaba San Agustín, el secreto está
en cuidar y avivar el deseo de Dios, un hambre de Él que nos hace buscarle como
lo mejor de nuestras vidas, ‘lo único Necesario'” (Lc 10,42), señaló.
3. Cuaresma en familia y confesión
Asimismo,
el P. Juan José afirmó que una de las claves para vivir correctamente la
Cuaresma es hacerlo “en familia” y recordar que este tiempo de preparación para
la Pascua “es un camino común en el que nos apoyamos unos a otros en el
seguimiento de Cristo”.
También
subrayó la importancia de realizar una exámen de conciencia diario que “permita
darnos cuenta de lo que Dios nos da cada día, porque así seguiremos alegres las
huellas de Cristo”.
“Otra
clave es hacer pronto una buena confesión en la que mirar con la luz de Dios
las raíces de nuestros pecados, porque es donde la gracia del Señor puede curar
nuestras heridas”.
“El
perdón libera de la esclavitud del pecado -continuó el P. Pérez Soba, y nos
hace capaces de llegar a la intimidad con Dios. Pero queda nuestra debilidad
que debe conducirnos a no confiar en nuestras propias fuerzas muy limitadas”.
“Santo
Tomás recordaba que debíamos esperar en Cristo como nuestro Amigo porque con Él
sí podemos: ‘Lo que podemos por los amigos de algún modo lo podemos por
nosotros mismos’. Dejémonos acompañar por Él, como los discípulos de Emaús, y
arderán nuestros corazones en su presencia”.
“Los
evangelios de cada día están especialmente elegidos para adentrarnos en la
Cuaresma como un camino. La vida de Cristo nos introduce en el misterio de su
corazón que anhela llegar a la Cruz para llenarla de un Amor que nos salva”,
aseguró.
4.
Consolar y acompañar al Señor
“El
consuelo es un don divino. Cristo dice en Getsemaní que ‘está triste hasta la
muerte’ (Mt 26,38), por eso se consuela por el Espíritu en la oración con el
Padre. De aquí saca la fuerza en medio de la debilidad para ser fiel a su
misión de salvarnos”, dijo el sacerdote.
“La
fuerza del Espíritu es entonces nuestro consuelo, una llamada para entrar en
ese misterio del ofrecimiento del Hijo al Padre que nos salva. La vida del
cristiano consiste en participar de ese misterio de Amor del Hijo, con todo lo
que supone de sufrimiento, entrega y amor hasta el fin”, aseguró.
Por
último, el P. Pérez Soba aclaró que “el sacrificio es obrar por un motivo
sagrado, por un amor más grande que nosotros, que nos transforma. Libera
nuestro corazón del apego excesivo a cosas que nos atan y lo dirige a abrazar a
Cristo en la Cruz para aprender de Él un amor que nos hace hijos”.
“Eso
supone un vencimiento interior para que el Señor sea nuestra vida, no se trata
tanto de lo que más nos cuesta, sino de lo que más nos une a su don de su vida,
por amor al Padre”, concluyó.
Publicado
por ACI Prensa
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