Vida Religiosa
Nueva Fundación Religiosa
Discípulas Misioneras por la Santidad
Nuestra fundación tuvo su inicio público y reconocido el día
29 de Enero del año de gracia 2022, con una solemne concelebración Eucarística,
presidida por el Sr. Arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago de los
Caballeros, Mons. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez, acompañado de los señores
Obispos concelebrantes, Mons. José Amable Durán Tineo, obispo auxiliar de Santo
Domingo y director espiritual de la fundación; y Mons. Cecilio Raúl Berzosa
Martínez, obispo emérito de Ciudad Rodrigo (España), en misión en Rep. Dom. y
asesor canónico de la naciente entidad religiosa; además estuvieron presentes
varios sacerdotes procedentes de las distintas diócesis del país, así como
familiares y amigos laicos y religiosos que, congregados en la Parroquia
Nuestra Señora de las Mercedes (los Montones, San José de las Matas), fueron
testigos del inicio de esta realidad que el Espíritu, con humildad y esperanza,
ha suscitado en nuestra Iglesia.
Discípulas Misioneras por la Santidad es una nueva fundación religiosa que, tras un serio
discernimiento eclesial, nace para responder al llamado del Concilio Vaticano
II y de los últimos Papas: la necesidad de que todo el Pueblo de Dios viva la
santidad y, consecuentemente, cultive la vida interior sin la cual tan noble
propósito sería inalcanzable. Los fundamentos teológicos y eclesiales que
sostienen nuestra fundación se apoyan en la más genuina tradición dominica,
actualizada, como hemos afirmado, por la invitación del Concilio Vaticano II (Sacrosanctum concilium y Lumen gentium), por
la liturgia y la espiritualidad católicas, y por el magisterio del papa Francisco, concretado en su exhortación
apostólica Gaudete et exsultate y
Evangelli gaudium. La propuesta, al mismo tiempo, encuentra su
fundamentación en la Conferencia del CELAM de Aparecida, genuina exponente de
la cultura religiosa de los pueblos latinoamericanos.
Deseamos experimentar un estilo de vida consagrada “monacal”,
con los pilares carismáticos de la santidad, la predicación y el martirio
cotidiano; las Discípulas Misioneras, además
de los votos de pobreza, castidad y obediencia, asumen la promesa del silencio,
no sólo como la necesaria condición de madurez espiritual, sino como la gracia
de educar el alma para que hable con Dios y de Dios. Contemplar y dar lo
contemplado es nota característica de esta comunidad de hermanas quienes,
sumergidas en la oración y en el estudio reflexivo, dedican dos días a la
semana para predicar allí donde la Iglesia las necesite. Bien entendido que la
vida en santidad es el eje transversal que impulsa su dimensión misionera.
Además, el apoyo espiritual a los sacerdotes, y a los consagrados y
consagradas, es para cada una de nosotras primacía pastoral; al respaldarles en
su configuración con Cristo, crece y florece la santidad en todas las
vocaciones del Pueblo de Dios.
La santidad como tal, no siendo un carisma más, se convierte
justamente en fuente y origen de carismas en la Iglesia. Por tanto, se
transforma en carisma por la manera de vivirla y la pasión de promoverla como
don divino. Las Discípulas Misioneras por la Santidad están llamadas a: “Vivir y fomentar la santidad en todo el
Pueblo de Dios siendo discípulas contemplativas y misioneras predicadoras”.
Nuestra misión es recuperar la vocación más genuina a la que
estamos llamados sencillamente como bautizados cristianos, pues como nos recuerda
el papa Francisco: “La santidad es el
rostro más bello de la Iglesia”; y la única pena que debe existir en el ser
humano es no responder a esta gracia de unión con Dios. En este sentido, el
saludo que distingue a la comunidad es: “Seamos
santos: porque Dios es santo”.
Por actitud testimonial/martirial, entendemos tomarnos en
serio la vida en Dios; dejándonos interpelar y convertir por los signos de
santidad que el Señor nos done y con los que Él nos presente en los más pobres,
humildes y sencillos (Cf. GE 8.15); siendo y sintiéndonos discípulas ofrecemos
nuestras vidas a la Iglesia, queriendo impregnar el perfume de Cristo en toda
nuestra tarea evangelizadora, como mujeres profundamente enamoradas y
apasionadas de Cristo, quien hace nuevas en Él todas las cosas ( Ap 21,5).
Llevaremos a cabo la misión en este momento histórico de
gracia, desde una vida de silencio contemplativo, acompañadas y amparadas por
la Virgen María, modelo de perfección de una Iglesia sin manchas ni arrugas (Ef
5,27; LG 65). Deseamos, con la intercesión de los santos y las santas,
enraizadas en la fiel comunión eclesial, perseverar en este noble propósito, a
pesar de las fuerzas contrarias que nos circunden (VC 37).
Dado el carisma de predicación, las Discípulas Misioneras, deberán formarse tanto en ciencias humanas,
como en filosofía, Biblia y teología. Es importante para la mujer consagrada el
esfuerzo por su formación académica. Haremos todo lo posible y se pedirán todas
las ayudas necesarias para lograrlo; tanto en la formación inicial como en la
superior y la permanente.
A la Santísima Trinidad elevamos todo nuestro agradecimiento;
a nuestra Madre Iglesia ofrecemos nuestra obediencia; y a los hermanos y
hermanas, que peregrinan en este nuevo milenio, donamos nuestra entrega y la
intercesión de oraciones. Que el mismo Señor de todos los dones pague tanta
generosidad recibida por nuestros bienhechores; nos han hecho confirmar una vez
más que “a quien Dios tiene nada le falta”. ¡Seamos
santos porque Dios es Santo!
San José de las Matas, febrero de 2022.
Discípulas Misioneras por la Santidad: Carlianni de la Cruz
Ramírez, Lisandra del Carmen Cabrera Martínez, Santa Ángela Cabrera.
Correo electrónico: Porlasantidad@gmail.com
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