Cultura y Vida | Juan Orellana
El
secreto de Vicky. Una simpática película familiar de maduración
Estrenada en el Festival de
Sevilla, desde Francia nos llega esta historia familiar basada en
hechos reales. Vicky (Shanna Keil) es una niña de 8 años que está marcada por
la muerte de su madre. Ello le ha llevado a guardar un silencio permanente que
hace sufrir enormemente a su padre, Stéphane (Vincent Elbaz). Para tratar de
ayudar a su hija, Stéphane, un veterano cirujano, decide irse a vivir a un
hermoso pueblo rural de las montañas, en los Alpes franceses, y empezar una
nueva vida lejos de los recuerdos de su esposa. Un día de excursión, padre e
hija se pierden y acaban en una granja, cuyo dueño, además de ayudarlos, regala
en secreto a Vicky un entrañable cachorro canino llamado Misterio. Ella lo
oculta de la mirada de su padre, y lo esconde donde puede. Cuando Stéphane lo
descubre se da cuenta de que para Vicky esa mascota es tan importante que hasta
le ha devuelto el habla. Pero lo que no saben es que se trata de un lobezno.
La presencia del pequeño lobo se convierte para
Vicky en una terapia afectiva que le permite salir de sí misma y establecer
unos vínculos sanadores. El cachorro la ayuda a elaborar su duelo, ya que Vicky
encuentra algo fuera de ella que requiere de sus cuidados y cariño, y la obliga
a no vivir centrada en su dolor. Pero el hecho de que el animal sea un lobo y
que su futuro juntos sea improbable va a llevar a nuestra protagonista a tener
que dar pasos de maduración. Pero a pesar del tono ecologista del filme y de
alinearse en cierto modo con la moda de la exaltación de la mascota, la
película es una historia de maduración y de reconstrucción familiar. No
obstante, El secreto de Vicky está lejos
de otras cintas que humanizan a los animales.
El conflicto argumental también tiene que ver con
una cuestión de gran actualidad: la protección del lobo por parte de las leyes.
Eso ha llevado a una recuperación de la población de estos depredadores con el
incremento de ataques a rebaños que desesperan a los ganaderos. De hecho los
ganaderos son los antagonistas del filme, los
que pueden dar al traste con la relación entre Vicky y Misterio. Y en medio
está su padre, que, aunque lo que desea es que su hija vuelva a ser feliz,
comprende que hay unas leyes y unas reivindicaciones justas que atender. Hay un
personaje secundario, la veterinaria Anna (Marie Gillain), que va a jugar un
importante rol positivo en los pasos que padre e hija deben dar.
La puesta en escena del director, Denis Imbert, es
muy clásica; empezó en el mundo del teatro y en el cine se formó haciendo de
ayudante de dirección de maestros como Michael Haneke, Jean Becker o Gérard
Krawczyk. Este es su segundo largometraje.
La película es ideal para un público familiar. Los
más pequeños de la casa se identificarán con Vicky y los adultos con su padre.
La historia es positiva, agradable, tiene elementos de aventura, planteamientos
educativos y la presencia del animal es realmente simpática.
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