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    miércoles, 13 de abril de 2022

    ¿Murió Jesús en la cruz?


    Espiritualidad | Mateo González Alonso/VN

     


    ¿Murió Jesús en la cruz?


    El reportaje

    El número de la revista ‘Más allá’ (núm. 396) lleva a portada el ofrecimiento de una “autopsia al Hijo de Dios” coincidiendo con la Semana Santa de este 2022. En un amplio reportaje se trata de analizar con claves forenses algunos de los detalles que ofrecen los relatos de los evangelistas sobre la muerte de Jesús. Para la revista, los hechos de la pasión dejan muchos “enigmas” a la ciencia forense. Por ello, en el reportaje, se preguntan cuestiones del tipo: “Cómo se produjo la muerte de Jesús? ¿Murió realmente en la cruz, o logró sobrevivir para ser rescatado por sus discípulos que lo presentaron como el mesías?”


    El autor del texto, Antonio Luis Moyano, hace un acercamiento a la historia de la crucifixión como sistema de pena capital empleado en Mesopotamia o en la Grecia de Alejandro Magno. De ahí se pasará al Imperio Romano que la mantiene hasta el siglo IV con el emperador Constantino. De este entramado histórico se pasan a las causas del fallecimiento de los crucificados o el sitio en el que se colocaban los clavos a los reos –en una zona concreta de las muñecas, frente a la imaginería de todas las épocas–.


    Junto a investigaciones médicas clásicas, el reportaje se hace la pregunta de si murió realmente Jesús en la cruz. Películas y estudios aislados han jugado con la hipótesis del encubrimiento por parte de los discípulos. Sin embargo, se insiste en que el trato que recibía un condenado deja poco espacio a la supervivencia tras ser flagelado, perder una inmensa cantidad de sangre o tener un agotamiento muscular y pulmonar difícil de recuperar… y no digamos la lanzada. Ahora bien, concluye que “como se trata de una íntima cuestión de fe, es usted quien tiene la última palabra…”.


    El Coliseo

    Las celebraciones de Semana Santa nos dejan el viernes la lectura de la pasión según san Juan. Un relato curioso y trepidante que desde una perspectiva muy esperanzadora nos hace acercarnos al Vía Crucis de otra manera. Y más si este es, una vez más tras un paréntesis de dos años, en el entorno del Coliseo romano. Las reflexiones de unas familias nos acercarán a los crucificados de hoy a través de una lectura de fe y realismo de la pasión.


    El silencio de Francisco en los últimos años en esta celebración nos hace centrar la atención en la cruz desnuda que se abre paso por las gradas del anfiteatro romano que se ha erigido en los últimos siglos en un recuerdo evocador de quienes dieron su vida por Cristo. Jesús y sus testigos se abrazan en el silencio de una noche que intenta dejar atrás la pandemia para afrontarla desde la respuesta más profunda que puede ofrecer la fe, desde la cruz gloriosa del resucitado que camina en nuestra historia.


    Las contemplaciones

    Hace unos años escribía el jesuita José María Rodríguez Olaizola su ‘Pasión en Contemplaciones de Papel’ (San Terrae, 2014). Allí repasando algunas de las estaciones de la pasión se presenta la cruz como el desenlace de una historia de amor. Son palabras que vuelven de nuevo cada Semana Santa existencial:


    Cuando contemplamos el desenlace de la Pasión nos golpean dimensiones de la vida que tienen que ver con la exigencia, el dolor y la entrega. […] La Pasión no es el itinerario macabro ideado por un Dios vengativo para castigar, en su Hijo, a la humanidad. Es, y quizá́ del modo más definitivo, la hora de la verdad y el escenario donde se despliega una historia de amor. Un amor radical, incondicional, primero. Un amor infinito pero libre, entregado, pero no impuesto, eterno pero encarnado. Un amor asimétrico, porque se da sin exigir nada a cambio.


    Decimos que Dios es Amor. Y así́ lo creemos. Todos tenemos la experiencia de las declaraciones de amor, de las palabras cargadas de afecto con las que queremos establecer vínculos firmes, profundos, ojalá indestructibles, con aquellos a quienes queremos. Dios habló de amor al mundo. Y su Palabra fue Jesús. Esa voz se encontró́ con otras muchas voces, muchas palabras distintas, un recital de palabras que hablan con distintas lógicas, incluso algunas veces tratando de silenciarlo.


    Es esta última la hora de los contrastes. Entre quien habla con palabras de verdad y quién miente. Entre quien insulta y quien perdona. Entre quien ama y quien odia. Entre quien se burla y quien calla. Es esta la hora en que con más hondura va a asomar la palabra última de Dios, Jesús, en medio de la algazara de los que nada entienden. Jesús, amando hasta el extremo, es la palabra definitiva de Dios, que resuena con dolorosa desnudez desde el silencio de la cruz.


    Publicado por Vida Nueva


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