Espiritualidad | Mateo González Alonso/VN
¿Murió Jesús en la cruz?
El
reportaje
El
número de la revista ‘Más allá’ (núm. 396) lleva a portada el ofrecimiento de
una “autopsia al Hijo de Dios” coincidiendo con la Semana Santa de este
2022. En un amplio reportaje se trata de analizar con claves forenses
algunos de los detalles que ofrecen los relatos de los evangelistas sobre
la muerte de Jesús. Para la revista, los hechos de la pasión dejan muchos
“enigmas” a la ciencia forense. Por ello, en el reportaje, se preguntan cuestiones
del tipo: “Cómo se produjo la muerte de Jesús? ¿Murió realmente en la cruz, o
logró sobrevivir para ser rescatado por sus discípulos que lo presentaron como
el mesías?”
El
autor del texto, Antonio Luis Moyano, hace un acercamiento a la historia de la
crucifixión como sistema de pena capital empleado en Mesopotamia o en la Grecia
de Alejandro Magno. De ahí se pasará al Imperio Romano que la mantiene hasta el
siglo IV con el emperador Constantino. De este entramado histórico se
pasan a las causas del fallecimiento de los crucificados o el sitio en el que
se colocaban los clavos a los reos –en una zona concreta de las muñecas,
frente a la imaginería de todas las épocas–.
Junto
a investigaciones médicas clásicas, el reportaje se hace la pregunta de si
murió realmente Jesús en la cruz. Películas y estudios aislados han jugado con
la hipótesis del encubrimiento por parte de los discípulos. Sin embargo, se
insiste en que el trato que recibía un condenado deja poco espacio a la
supervivencia tras ser flagelado, perder una inmensa cantidad de sangre o tener
un agotamiento muscular y pulmonar difícil de recuperar… y no digamos la
lanzada. Ahora bien, concluye que “como se trata de una íntima cuestión de fe,
es usted quien tiene la última palabra…”.
El
Coliseo
Las
celebraciones de Semana Santa nos dejan el viernes la lectura de la pasión
según san Juan. Un relato curioso y trepidante que desde una perspectiva
muy esperanzadora nos hace acercarnos al Vía Crucis de otra manera. Y más si
este es, una vez más tras un paréntesis de dos años, en el entorno del Coliseo
romano. Las reflexiones de unas familias nos acercarán a los crucificados de
hoy a través de una lectura de fe y realismo de la pasión.
El
silencio de Francisco en los últimos años en esta celebración nos hace centrar
la atención en la cruz desnuda que se abre paso por las gradas del
anfiteatro romano que se ha erigido en los últimos siglos en un recuerdo
evocador de quienes dieron su vida por Cristo. Jesús y sus testigos se abrazan
en el silencio de una noche que intenta dejar atrás la pandemia para afrontarla
desde la respuesta más profunda que puede ofrecer la fe, desde la cruz gloriosa
del resucitado que camina en nuestra historia.
Las
contemplaciones
Hace
unos años escribía el jesuita José María Rodríguez Olaizola su ‘Pasión en
Contemplaciones de Papel’ (San Terrae, 2014). Allí repasando algunas de las
estaciones de la pasión se presenta la cruz como el desenlace de una
historia de amor. Son palabras que vuelven de nuevo cada Semana Santa
existencial:
Cuando contemplamos el desenlace de la Pasión nos golpean dimensiones de la vida que
tienen que ver con la exigencia, el dolor y la entrega. […] La Pasión no es el
itinerario macabro ideado por un Dios vengativo para castigar, en su Hijo, a la
humanidad. Es, y quizá́ del modo más definitivo, la hora de la verdad y el
escenario donde se despliega una historia de amor. Un amor radical,
incondicional, primero. Un amor infinito pero libre, entregado, pero no
impuesto, eterno pero encarnado. Un amor asimétrico, porque se da sin exigir
nada a cambio.
Decimos
que Dios es Amor. Y así́ lo creemos. Todos tenemos la experiencia de las
declaraciones de amor, de las palabras cargadas de afecto con las que queremos
establecer vínculos firmes, profundos, ojalá indestructibles, con aquellos a
quienes queremos. Dios habló de amor al mundo. Y su Palabra fue Jesús. Esa
voz se encontró́ con otras muchas voces, muchas palabras distintas, un recital
de palabras que hablan con distintas lógicas, incluso algunas veces tratando de
silenciarlo.
Es
esta última la hora de los contrastes. Entre quien habla con palabras de verdad
y quién miente. Entre quien insulta y quien perdona. Entre quien ama y quien
odia. Entre quien se burla y quien calla. Es esta la hora en que con más
hondura va a asomar la palabra última de Dios, Jesús, en medio de la algazara
de los que nada entienden. Jesús, amando hasta el extremo, es la palabra
definitiva de Dios, que resuena con dolorosa desnudez desde el silencio de la
cruz.
Publicado
por Vida Nueva
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