Fundación Salesiana Don Bosco | P. José Pastor RamÃrez/LD
Hagamos balance
A,
poco más o menos, dos años de iniciada la pandemia del Covid-19 hacemos
balance. La enfermedad ha dividido a la población mundial en cuatro grandes
grupos: las personas confinadas, los individuos que han padecido la enfermedad
pasando por una gravedad, aquellos que han perdido un familiar o amigo y los
profesionales de la salud que han trabajado con personas afectadas por la
pandemia.
Definitivamente,
la pandemia es una realidad que desde distintos ángulos ha generado: miedo,
depresión, ansiedad, estrés, conflictos, separaciones y muertes. Ha creado
comportamientos adictivos o trastornos del sueño; además, se constituyó en el
escenario para el debut de enfermedades psiquiátricas latentes en colectivos
más desfavorecidos. Más aún, el confinamiento hizo que se experimentara la
sensación de la falta de libertad. Muchas de estas realidades aún persisten en
buen número de personas.
En
los estudiantes de las escuelas, e incluso de las universidades, se percibe un
cambio visible: dificultad para respetar lÃmites, bajos niveles de tolerancia
de la concentración, irritabilidad, brotes de ira y deserción.
Desde
el punto de vista económico y laboral la pandemia ha constituido otro drama no
menos importante. Cuantos pequeños y medianos empresarios quedaron sin nada, o
el endeudamiento de los paÃses del tercer mundo, o la imposibilidad de vacunar
por falta de solvencia económica. Hay que reconocer, también, que la crisis de
la pandemia ha obligado a las personas, a los estados, a las instituciones
sociales y a las religiosas a ser más creativos. Por ejemplo, ha sido visible
el incremento del turismo interno promovido por las facilidades de préstamos a
tasa cero; el uso de la internet en el campo educativo, el mundo laboral con el
teletrabajo, el de la salud y del turismo.
Los
gobiernos han incrementado sus presupuestos de salud. El contagio ha creado
conciencia entre la población sobre la necesidad de una higiene adecuada; se ha
aprendido que es necesario proteger a los seres queridos de las incertidumbres
de la vida; las familias han permanecido mucho más unidas cuidando a los suyos;
además, ha ofrecido una gran lección: las eventualidades pueden ocurrir en
cualquier momento.
Las
iglesias se vieron obligadas a cerrar sus puertas, generando mayor desolación
en sus feligreses. Sin embargo, poco a poco, se fueron ofreciendo alternativas
haciendo uso de los medios de comunicación tradicionales y no tradicionales:
misas y cultos online, retiros y ejercicios espirituales en vivo y a distancia,
asistencia espiritual y psicológica a través de las plataformas propias para
ello. Las instituciones con vocación solidaria se desbordaron socorriendo a las
familias que habÃan quedado desempleadas y con niños que alimentar. Se
suspendieron los desahucios por retrasos en el pago de alquileres,
aplazamientos de los pagos de hipotecas para los afectados por el virus,
extensión de las moratorias a los desalojos forzosos de infraviviendas y el
aumento del acceso a los espacios sanitarios y de refugio de emergencia para
las personas sin hogar. No permitamos que las emociones negativas nos ganen;
centrémonos en lo positivo: la creatividad, la esperanza, las habilidades
interpersonales, el perdón, el humor, la valentÃa, la felicidad y la
satisfacción con la vida. El futuro es tan brillante como tu fe.
Publicado
por ListÃn Diario
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