Reflexión | Fr. Dário Bossi/PC
Tenemos que seguir caminando, abriendo nuevos caminos
Escuchando
las historias de tantos y tantas, que sufren y que intentamos acompañar, nos
preguntamos: ¿Hasta cuándo y hasta dónde va a avanzar esto? Estamos casi a la
medianoche, estamos casi en el lÃmite de la historia. ¿Cuánto más va a avanzar
de esta manera, o peor?
Hemos
visto y escuchado que el tiempo de pandemia en lugar de disminuir, la
extracción minera se ha incrementado, está avanzando. El aumento de los
conflictos y las muertes, responde, exactamente porque estamos llegando al
lÃmite. La violencia y la amenaza se exacerba porque estamos contendiendo
llegar a este lÃmite.
“No
hay más tiempo” nos dice el Papa. Los obispos de América Latina nos dicen, en
la Carta Pastoral “Custodios de la Casa Común” que, el extractivismo es una desaforada
tendencia de este sistema económico para convertir en capital los bienes de la
naturaleza. Es otra conversión que necesitamos. Hasta ahora estamos con esta
conversión donde se comercializa y financia cualquier bien y don. Hemos
percibido las alianzas entre empresas y sistemas y están imponiendo una a
narrativa que nos dice que no es asÃ, que estamos mejorando, que necesitamos un
poco más de tiempo.
Callemos
para escuchar el grito sofocado y amenazado de la Madre Tierra, tenemos que
traerlo como un sujeto. En esta mesa, habla a través de las historias de las
comunidades y las familias martirizadas por la minerÃa, que son de verdad.
Frente
a esto tenemos que decir palabras nuevas. No nos cabe una reparación puntual.
No nos cabe un ajuste, nos dice la Laudato SI. El Papa nos está diciendo que
tenemos que hacer una revolución cultural. Una manera profundamente nueva de
pensar. En esta revolución se abre el
pedido de disculpas, el reconocimiento de culpas, sobre las formas y las
prácticas que siguen aconteciendo en un mismo modelo colonialista, que las
seguimos reproduciendo.
Nuestros
obispos de América Latina nos hablan también, de asumir seriamente el
evangelio. Y Evangelizar, implica la responsabilidad de cuidar la Creación, la
capacidad de responder a estos tiempos con que nuevas formas de cuidado, desde
el paradigma de la EcologÃa Integral.
No
hablamos de “un ajuste”, es un cambio profundo lo que necesitamos, una voz que
coloca en el centro los derechos de la Madre Tierra y de las comunidades que
sufren a causa del extractivismo y de este sistema devorador. Es una revolución
que lo repiensa completamente.
Es
necesario ser atrevidos, soñadores, pero que esto luego esto se traduzca en
caminos. Es necesario dar pasos, vivir estas transiciones, con pasos concretos
para llegar con cambios grandes.
Y
una de estas transiciones es el DERECHO A DECIR NO. El derecho a las
comunidades a decidir sobre sus territorios y su vida. Acompañar, defender y
respetar el derecho de Decir NO y, conscientes de que, puede que esta sea nuestra
última esperanza
¿Qué
puede hacer a la Iglesia?
Necesitamos
tener un papel en todo esto. Ser proféticos. Necesitamos dar una palabra, una
acción, algo que haga sentido. Y, si no, ¿para qué estamos acá?, Si tu palabra
no tiene luminosidad, se hecha afuera, nos dice el evangelio. Necesitamos SER
una palabra fuerte, tener luz, ser luminosidad. Como red Iglesias y MinerÃa
estamos descubriendo, como Iglesias, (no solo católica) que lo que sustenta la
defensa de los pueblos, su organización, su resistencia, su defensa: es su espiritualidad, su mÃstica. Esa es su raÃz principal a su memoria, a su
territorio, a su sentido, es uno de los valores más profundos.
Es
el encuentro de espiritualidades que nos permiten esta resistencia. Esta es una
de las respuestas que tenemos que dar, es una recuperación que tenemos que
hacer. Renovar alianzas. Los pueblos nos piden: no nos traicionen. Tienen
esperanza a pesar de nuestras contradicciones, tienen confianza en la capacidad
que tenemos como Iglesias de llegar a varios niveles, la capilaridad.
Pero
no podemos ser una alianza neutra, no en el centro para mantener el equilibrio.
Tenemos que decidir y saber de qué lado estamos, dialogando, pero sabiendo en
dónde optamos estar. Los pueblos nos piden estás alianzas. Los pueblos nos
piden una alianza, que, como dice Jesucristo y el evangelio, tiene que empezar
de las vÃctimas.
No
caer en tentación dice el Padre Nuestro. Tenemos millones de experiencias, de
cuántas tentaciones la iglesia ha sufrido porque las empresas quieren que las
Iglesias sean mediadores de conflictos. ¡Atención! Esta es la seducción, ésta
es la vigilancia que la iglesia necesita asumir. La resistencia de los pueblos
es nuestra esperanza, tal vez la única, la última.
Pensemos
y sintamos con las mujeres al pie de la cruz, de pie, de cabeza levantada, sin
esta resistencia no habrÃa resurrección. La resistencia de los pueblos que
permanece de pie es nuestra esperanza y por eso tenemos a acompañar y estar
ahÃ.
Resistencia
es reexistencia, una nueva manera de existir. Agarrarse a lo esencial, re
aprender a vivir, a existir.
Publicado
por Prensa Celam
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