La Escuela Económica | Esteban Delgado
De la que se libró por tener su empleado
formalizado
La formalización de los
empleados en el sistema dominicano de seguridad social es de una extraordinaria
importancia con beneficio, directo o indirecto, de doble vía, es decir, para el
empleado como para el empleado.
En el caso de los
trabajadores formales, la ventaja es que tiene protección social para ellos y
sus familiares cercanos (cónyuge formal o informal e hijos menores de edad),
pero además está la protección de riesgo laboral, que ofrece garantías para el
empleado que sufre algún accidente o enfermedad relacionada con el trabajo o
para su familia si es que muere en esas circunstancias.
La protección, tanto en
atenciones médicas como de una eventual pensión para un trabajador formal
afectado en actividad laboral es adicional a lo que cubre el seguro familiar de
salud en el plan básico a través de la administradora de riesgos de salud (ARS)
y a lo que acumula en la administradora de fondos de pensiones (AFP) para su
retiro.
Por ejemplo, si un
trabajador tiene un accidente laboral, no solo en su centro de trabajo, sino,
además, en el camino de su trabajo a su casa o de su casa al trabajo, recibe
una cobertura médica y gastos de atención más amplia y en forma distinta a lo
que le corresponde por su seguro regular en la ARS.
Pero además, si el
trabajador muere en esas mismas circunstancias, entonces su familia recibe una
pensión, a través de la Administradora de Riesgos Laborales (ARL), que es
aparte del ahorro acumulado en la AFP, monto que también es entregado a sus
dependientes en forma adicional.
Pero también está el
alivio y beneficio para el propio empleador, que se libera de toda clase de
costos y de riesgos de demanda siempre que haya mantenido el pago puntual de la
seguridad social de su empleado.
Recuerdo el caso de un
micro o pequeño empresario en Puerto Plata. Él tiene un negocio de servicios de
grúa en la zona del Cibao y contaba con tres empleados que conducían igual
cantidad de camiones remolcadores. En una ocasión, lamentablemente, uno de los
empleados sufrió un choque mientras conducía uno de los camiones grúas para
hacer un servicio. Murió en el acto.
De inmediato la familia
del fallecido expresó su queja y dijo que el pequeño empresario y empleador
debía resarcirles por la muerte durante su labor. El empleador se apresuró a
verificar si lo tenía registrado en la seguridad social de manera formal y así
era. Lo que pasa es que de los tres empleados había dos formalizados y uno
informal.
Por suerte, el que
falleció era de los formalizados, por lo que hizo la gestión correspondiente
ante la ARL y con la asesoría adecuada diligenciaron la pensión para la familia
del fallecido, porque se trató de muerte durante un accidente de trabajo.
Solo hay que preguntarse
qué había pasado con la familia de chofer muerto y con el propio empleador, si
no lo hubiera tenido debidamente registrado en la seguridad social con el pago
al día de sus cotizaciones. Seguro que una demanda laboral lo habría llevado a la
quiebra.
La experiencia, positiva
en este caso, aunque lamentable por la pérdida de una vida, motivó al joven
empresario a registrar formalmente al tercer empleado que aún estaba en
informalidad.
Ese es solo un ejemplo de
lo valioso que resulta para ambas partes (empleado y empleador) mantener la
formalidad laboral, aun cuando el salario “reportado” sea menor al real, con el
fin de evitar el pago de una cotización mayor, un método de elusión muy usado
en el país.
La formalidad laboral no
es solo un seguro médico, es algo que va más allá y sobre lo que hacemos más
conciencia cuando se trata de un accidente o muerte durante la actividad
laboral o en el camino desde su casa o hacia su casa antes y después de la
jornada, pues también se califica como parte de la labor.
Como vemos, aun con sus
deficiencias, el sistema dominicano de seguridad social contiene un amplio
cambio de protección. Es solo que tanto empleadores como empleados deben
procurar la información adecuada y aprovechar esas facilidades.
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