EcologÃa Integral |Baltazar Porras
El agua es vida. No puede
ser un producto financiero
"Hay que temer a los especuladores que ya pululan"
Desde hace unos cuantos años, por efecto
del cambio climático y del aumento de población, los organismos especializados
denuncian el derecho humano al agua, pues está bajo amenaza. Siendo
Venezuela un paÃs con grandes recursos hÃdricos vivimos la zozobra de la falta
de agua potable en buena parte de las poblaciones, sobre todo las
concentradas en el centro norte del paÃs. El uso racional y el cuido del medio
ambiente no es una caracterÃstica sobresaliente de nuestra cultura cotidiana.
En la época de lluvias padecemos las inclemencias de su abundancia en derrumbes
y catástrofes, y en los meses secos, de su ausencia. No hay una polÃtica al
respecto ni una cultura ciudadana que nos inste a usar racionalmente el
preciado lÃquido.
El derecho al uso del agua comienza a
cotizarse en los mercados bursátiles como el petróleo, el oro o cualquier otra
mercancÃa. Hay que temer a los especuladores que ya pululan, si no,
preguntémonos el precio de las cisternas de agua en cualquiera de nuestras
poblaciones. Son precios que no están al alcance sino de una minorÃa.
Aprovecharse de la necesidad es especulación, más aún, pecado que clama al
cielo.
Conviene, pues, que consideremos esta
cuestión, analizándola con cierto detenimiento e iluminándola desde la Doctrina
Social de la Iglesia. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia dice que
“el uso del agua y de los servicios conexos debe ser orientado a la
satisfacción de las necesidades de todos y, sobre todo, de las personas que
viven en pobreza. Un limitado acceso al agua potable incide sobre el bienestar
de un enorme número de personas y es, las más de las veces, causa de
enfermedades, sufrimientos, conflictos, pobreza y, además, de muerte” (n. 484).
En consecuencia, “el agua, por su propia naturaleza, no puede ser tratada
como una simple mercancÃa más; su uso debe ser racional y solidario. Su
distribución entra, tradicionalmente, entre las responsabilidades de entes
públicos, porque el agua ha sido siempre considerada como un bien público,
caracterÃstica que debe ser mantenida si la gestión es confiada al sector
privado” (n. 485).
Sin agua no hay vida ni posibilidad de
progreso socioeconómico.
Veámoslo en el estado en el que está la represa del Guri y otros embalses del
paÃs. La destrucción de los ecosistemas, como los de la cuenca amazónica,
atenta contra la supervivencia de los seres humanos y de las especies animales
y vegetales.
Por eso, siendo este precioso elemento
imprescindible para la vida, lamentablemente, hoy su exigüidad afecta
al 40% de la población mundial y más de 2.000 millones de personas no tienen
acceso a servicios de aguapotable gestionados de forma segura. Los
expertos consideran que para el año 2025 la escasez de agua podrÃa afectar a
dos tercios de los habitantes del planeta y según la ONU más de 700 millones de
personas en el mundo podrÃan verse forzadas a desplazarse debido a la penuria
de agua de aquà a 2030.
El Dicasterio para el Servicio del
Desarrollo Humano Integral publicó el documento “Aqua fons vitae”. Orientaciones sobre el Agua, sÃmbolo del
grito del pobre y del grito de la Tierra. AllÃ, citando un texto previo del
Pontificio Consejo ‘Justicia y Paz’, critica “una concepción excesivamente
mercantil del agua que corre el riesgo de considerarla equivocadamente como una
mercancÃa más, planificando incluso inversiones económicas de acuerdo con el
criterio de la ganancia por la ganancia” (n. 29). Y continúa: “Hay que
reconocer que cualquier intento de reflejar el valor económico del agua
mediante un sistema de mercado o por medio de un costo no es suficiente para
obtener el derecho universal de beber agua potable” (n. 30). “El
pensamiento social católico siempre ha hecho hincapié en el hecho que la
defensa y la preservación de ciertos bienes comunes, como los entornos naturales
y humanos, no se puede dejar en manos solamente de las fuerzas del mercado, ya
que tocan las necesidades humanas fundamentales que escapan a la lógica pura
del mercado” (n. 31).
El Papa Francisco en la encÃclica
Laudato si trata el tema,
no se trata de una simple recomendación. Los pobres no pueden esperar.
Imploran con su clamor que este bien vital no se mercantilice, que no se
despilfarre, que no se contamine y que se comparta y use de manera sustentable,
equitativa y solidaria. Ellos nos invitan asimismo a pensar no solo en el hoy,
sino, sobre todo, en el mañana, que ha de ser luminoso y justo para todos y no
únicamente para unos pocos. Valoremos el agua realmente. El agua es
vida y la vida no se puede tasar, comercializar o banalizar convirtiéndola en
un trivial producto financiero.
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