Para vivir mejor | Dra. Miguelina Justo
La lactancia también es cosa de hombres
Los hechos
La
Organización Mundial de la Salud sugiere que los bebés sean amamantados de
manera exclusiva durante los primeros seis meses de vida, y que luego reciban alimentación
complementaria a la par de la leche materna, por lo menos, hasta los dos años
de edad. Esta recomendación se basa en evidencia científica robusta, la cual ha
permitido afirmar que la lactancia beneficia tanto a la madre como al
bebé. Se ha establecido, por ejemplo, que la lactancia reduce el riesgo
de cáncer de seno y de ovarios en la mujer, y que provee al bebé de los
nutrientes necesarios para un desarrollo saludable. Así también, se ha
comprobado que la lactancia adecuada reduce el riesgo de leucemia, sobrepeso y
diabetes tipo 2 en los niños, además de que protege contra el síndrome de
muerte súbita infantil.
Investigaciones
han establecido que los niños que no son amamantados o que son amamantados por
poco tiempo tienden a presentar resultados más bajos en pruebas de inteligencia
y salarios más bajos cuando se integran a la fuerza laboral al crecer, debido a
menor nivel de escolaridad. La alimentación por sucedáneos de la leche
materna o fórmulas, como se les conoce popularmente, produce desechos que
terminan contaminando al medio ambiente, algo que no sucede con la lactancia,
ya que viene empacada en el cuerpo milagroso de la madre.
Pese a todos
los beneficios de la lactancia que se han identificado, solo uno de cada tres
menores de un año es amamantado de manera exclusiva durante los 6 meses de
vida. A los demás se les priva del alimento perfecto para su desarrollo
físico y de una interacción que favorece el vínculo de apego que brinda
seguridad emocional.
Obstáculos a
vencer
Múltiples y
complejos factores atentan contra la lactancia, como las agresivas campañas
comerciales de las compañías productoras de los sustitutos de la leche, los
mitos sobre lactancia y el modelo económico que prioriza el dinero frente a las
relaciones. Es por ello necesario disponer de leyes que regulen el
mercado, información que contrarreste la ignorancia y disposiciones laborales
que faciliten la lactancia para las madres trabajadoras. Sin embargo, esto no
es suficiente, porque existen obstáculos que se presentan al interior del
hogar, en la dinámica familiar y personal de la madre, donde estas medidas
tienen un efecto limitado.
Se ha
observado que las mujeres que tienen confianza en su capacidad de hacer frente
a las adversidades, lactan por más tiempo y registran niveles más altos de
satisfacción. Es así como toda estrategia que pueda fortalecer este
sentido de autoeficacia es vital para la lactancia. Es ahí donde el
hombre, el compañero puede marcar la diferencia.
El rol del
hombre en la lactancia
Los hombres
pueden desempeñar un importante rol en la promoción de la lactancia, que va más
allá del ser facilitadores de lactancia. Los padres pueden y deben
involucrarse en la toma de decisiones respecto a la alimentación de sus
hijos. Desde una actitud de cooperación y respeto pueden servir de
agentes de diálogo que permitan el adecuado análisis de las opciones
disponibles y su impacto en el desarrollo del recién nacido. Su
involucramiento en el funcionamiento del hogar puede aligerar la carga de las
madres lactantes, quienes deben sortear esta responsabilidad que consume tanto
tiempo y energía con las demás funciones ejercen. El cooperar activamente en el
cuidado del hogar y de los demás niños puede resultar muy beneficioso.
Por otro lado, los padres pueden proveer apoyo emocional para la madre, tan
necesario como reconfortante. Pueden cooperar en la resolución de
problemas relacionados a la lactancia, brindando confianza en los momentos de
dificultad. Sin embargo, si ellos mismos dudan de la capacidad de la madre para
amamantar o cuestionan los beneficios de la lactancia, puede que las
probabilidades de abandono a destiempo aumenten.
Es
necesario, a su vez, reconocer las necesidades y retos que supone la lactancia
para el hombre. El nacimiento del bebé altera la relación de pareja, la
lactancia se convierte en uno de estos elementos transformantes. Algunos
hombres pueden resentir la lactancia por sentirse aislados o en desventaja
frente al vínculo que esta favorece entre la madre y el bebé. Es por ello que
es importante el que se involucren en otras tareas, como el baño, el cambio de
pañales o el ayudar a que los bebés eructen después de ser alimentados.
Por otra parte, algunos hombres pueden ver en la lactancia una limitante para
la intimidad sexual, lo cual puede convertirse en una oportunidad para
desarrollar la paciencia, la creatividad y la entrega generosa para sobrellevar
este periodo de adaptación y ajuste.
En resumen
Es
imprescindible que todos los sectores de la sociedad cooperen activamente para
garantizar que todo niño reciba el mejor alimento posible: la leche materna. El
reconocer la importancia del padre en la lactancia es vital. Su involucramiento
puede afectar la decisión de lactar y la duración de la misma, ya que puede
influir en la percepción de autoeficacia de la madre.
El rol de
los padres debe ser considerado en los programas que buscan promover la
lactancia y sus necesidades deben ser consideradas, para el bien de la madre,
del niño y de la sociedad completa.
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