Nuestra Fe | Walter Sánchez Silva/AP
Un día como hoy hace 20 años Juan Pablo II consagró el mundo a
la Divina Misericordia
Este
miércoles se cumplen 20 años de la consagración solemne del mundo a la Divina
Misericordia, un acto que realizó el Papa San Juan Pablo II el 17 de agosto de
2002 en Polonia.
La
consagración la realizó el Papa polaco luego de consagrar el Santuario Mundial
de la Divina Misericordia en la localidad de Lagiewniki, en las afueras de
Cracovia.
El
lugar está muy cerca del convento donde falleció Santa Faustina Kowalska, la Apóstol
de la Divina Misericordia a quien Jesús le confió, entre otras cosas, la
difusión del rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia.
La
consagración a la Divina Misericordia
En
la homilía de la Misa que presidió ese sábado de agosto, Juan Pablo II dijo que
hacía la consagración “con el deseo ardiente de que el mensaje del amor
misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de Santa Faustina, llegue a
todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza”.
“Ojalá
se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir ‘la chispa que
preparará al mundo para su última venida’”, resaltó entonces el Papa peregrino.
El
Papa santo dijo además que “es preciso transmitir al mundo este fuego de la
misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el
hombre, la felicidad”.
“Os
encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia
que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la Misericordia
divina que vengan de Polonia y del mundo entero. ¡Sed testigos de la
misericordia!”, alentó.
Convicción
personal
El
P. Mauro Carlorosi, sacerdote argentino del Oratorio de San Felipe Neri y
especialista de la Divina Misericordia, dijo a ACI Prensa que hace 20 años le
“urgía al Papa polaco brindar respuestas de esperanza cristiana ante el avance
del mal. Además, la Divina Misericordia fue de alguna manera la misión personal
de Juan Pablo II”.
Karol
Wojtyla conoció el convento donde vivió Santa Faustina, en 1938, solo algunos
años después de la muerte de la religiosa.
Siendo
joven, con unos 20 años, el futuro Papa “trabajaba en la cantera de piedra
cercana al convento para evitar ser deportado. Como Arzobispo de Cracovia inició
un trabajo serio y científico en el estudio de la vida de la santa y de su
Diario Espiritual, de lo que resultó el inicio de la causa de beatificación y
canonización de Sor Faustina”.
Juan
Pablo II beatificó a Sor Faustina en mayo de 1993 y la declaró santa el 30 de
abril de 2000, convirtiéndose en “la primera santa del tercer milenio”.
En
esa misma fecha, el Papa “anunció que había declarado al II Domingo de Pascua
como Fiesta de la Divina Misericordia, en correspondencia con lo que el Señor
le pidió a Sor Faustina”, resaltó el sacerdote.
El
P. Carlorosi resaltó además que la segunda encíclica de su pontificado Dives in
Misericordia (Rico en Misericordia), “estuvo inspirada por el testimonio y
mensaje de la Santa”.
En
Collevalenza (Italia) tres años después de su elección, Juan Pablo II le dijo a
una multitud que “Dios, desde el inicio de mi pontificado, me encargó,
especialmente, difundir su misericordia”.
Tiempo
después dijo que a la hora de su muerte se encomendaría a la Divina
Misericordia y a la Virgen Maria.
Por
lo tanto, resaltó el P. Carlorosi, “la consagración al mundo fue un acto
consecuente con su pensamiento y corazón entregado a la Divina Misericordia
como principal atributo divino, corazón del evangelio, y fundamento del mensaje
transmitido por Santa Faustina”.
Oración
de consagración
La
oración de consagración, que millones de personas rezan ahora es la siguiente:
Dios,
Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo y lo has
derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador, te encomendamos hoy
el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate
hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que
todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que, en
ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre
eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de
nosotros y del mundo entero.
Amén.
Publicado
por ACI Prensa
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