Vida Humana | Luca Volonté/Z
Aborto hasta el nacimiento: la loca solicitud de la
Organización Mundial de la Salud
Las
nuevas directrices establecen que las leyes que impiden el aborto en cualquier
fase del embarazo corren el riesgo de violar los derechos de “las mujeres, las
niñas u otras personas embarazadas”.
Las
nuevas directrices publicadas por la organización de la ONU con sede en
Ginebra, controlada y condicionada en gran medida por la financiación de las
multinacionales farmacéuticas y las fundaciones “filantrópicas” de los
conocidos de siempre, piden a los Estados miembros que legalicen el aborto sin
límite de tiempo de gestación. El propio título hace que uno se estremezca:
“Guía de atención al aborto”, el aborto camuflado lingüísticamente como una
cura para las mujeres, donde el asesinato del niño sería el único medio de
“atención” para las mujeres embarazadas. El periódico inglés Daily Mail ha
realizado un análisis objetivo de las directrices, publicadas por la OMS el 9
de marzo. Pero incluso al otro lado del Atlántico se han alzado voces de
profundo desacuerdo, tanto por el método seguido en la redacción del texto como
por su contenido inaceptable e indefendible.
Las
nuevas directrices establecen que las leyes que impiden el aborto en cualquier
fase del embarazo corren el riesgo de violar los derechos de “las mujeres, las
niñas u otras personas embarazadas”. Nótese el lenguaje en deferencia a la
ideología transgénero y la prohibición de la palabra “madre”. El texto recomienda:
la “despenalización total del aborto” y la supresión de las leyes y reglamentos
que “prohíben el aborto en función de los límites de la gestación” y
“restringen el aborto” por cualquier motivo; afirma que una serie de 21
estudios diferentes habrían evaluado los límites legislativos a las
interrupciones del embarazo más tardías (del tercer al noveno mes) como
“incompatibles con el respeto de los derechos humanos internacionalmente
reconocidos”.
Eso
no es todo. La OMS también quiere minimizar el derecho a la objeción de
conciencia médica (“si resulta imposible regular la objeción de conciencia de
forma que se respeten, protejan y cumplan los derechos de quienes solicitan el
aborto, la objeción de conciencia en la prestación de abortos puede llegar a
ser indefendible”) e incluso permitir el aborto selectivo por razón de sexo del
niño no nacido. En concreto, los Estados deberían: permitir el aborto en todas
las circunstancias; permitir que las mujeres no necesiten la aprobación de un
médico o una enfermera para poder abortar; permitir las “píldoras abortivas por
correo”, aunque sea tras una llamada telefónica; limitar el derecho de los
profesionales médicos a negarse a participar en abortos por motivos de
conciencia.
En
ninguna parte del documento de 210 páginas (incluidas las recomendaciones) se
mencionan los derechos del niño no nacido, ni el hecho de que incluso muchos
abortistas consideran inmoral abortar después de las 22-24 semanas, cuando el
feto tiene muchas posibilidades de sobrevivir si nace prematuramente. “Poder
acceder a un aborto seguro es una parte crucial de la atención sanitaria”, dijo
Craig Lissner, director en funciones de salud sexual reproductiva e
investigación de la OMS, en la presentación del documento. «Casi todas las
muertes y lesiones resultantes del aborto inseguro son totalmente evitables.
Por eso recomendamos que las mujeres y las niñas tengan acceso a los servicios
de aborto y planificación familiar cuando los necesiten». El concepto de la OMS
es tan claro como falso: las niñas embarazadas mueren por las dificultades que
encuentran para abortar, así que salvémoslas liberalizando el asesinato de sus
bebés. Estas directrices dejan claro que la preocupación aquí no es por las
mujeres, sino por expandir las políticas antinatalistas, eugenésicas y
maltusianas, engordando las cuentas de las multinacionales del aborto.
Entre
las voces críticas se encontraba la de Elyssa Koren, directora de Adf
International en la ONU, que denunció cómo “la Organización Mundial de la Salud
intenta aprovechar su enorme influencia y poder presupuestario para socavar las
disposiciones internacionales y establecer un nuevo régimen legal que apruebe
el ‘derecho’ al aborto sin límites y sin derecho a la objeción de conciencia”.
Un
breve vistazo a los expertos externos que contribuyeron a la redacción del
documento da una buena idea de lo que están hechos: de los 12 expertos
responsables de la redacción final, enumerados en la página 158, nada menos que
ocho forman parte de las corporaciones multinacionales del aborto International
Planned Parenthood Federation, Marie Stopes International o sus filiales, otros
provienen de gobiernos o de universidades ultra-abortistas. La supuesta experta
en derechos humanos, Christina Zampas, es la responsable de la ONU de la multinacional
abortista Center for Reproductive Rights en Ginebra. Ninguno de los expertos
afirmó tener un “conflicto de intereses”.
Exultante,
por su parte, está el director general del Ippf, Álvaro Bermejo, que ha
prometido su compromiso “en estrecho contacto” con la OMS para aplicar las
nuevas directrices, “tanto en el seno del Ippf como con los gobiernos y los
socios”. La red de abortistas ya está trabajando, y a los pocos días de la
publicación de la OMS, un tribunal de Kenia dictaminó que el aborto es un
derecho humano y –aunque esté prohibido por la Constitución– el gobierno y el
parlamento deben liberalizarlo. La OMS no tiene autoridad legal para ordenar el
aborto, un asunto que corresponde a cada Estado, y el niño no nacido está
reconocido por las convenciones internacionales como una persona con derechos.
Publicado
por Zenit.org
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