Cultura y Vida | Rodrigo Pinedo
En el musical Malinche, estrenado
hace unas semanas en Madrid, el exintegrante de Mecano reivindica el legado
español en América y quiere mostrar que «el amor triunfará»
¿Cuál fue su primer contacto con Hernán
Cortés y Malinche?
Mi primer contacto fue de pequeñín, por las historias que me contaba mi padre
de Hernán Cortés y de otros conquistadores. Cortés nació en Medellín y mi padre
en Villanueva de la Serena, que está a 30 kilómetros. Ahí quedó la historia y,
cuando fui en 2010 a Miami, empecé a darle vueltas a los españoles que llegaban
allí y al mestizaje…
Ha tardado doce años en sacar adelante
el musical. En esta empresa, ¿se sintió como
un descubridor?
Un poco. No se ha hecho un esfuerzo por contar
cosas que están mal contadas ni un esfuerzo por unir; hay gente que saca dinero
del conflicto, de la separación, de tirar piedras sobre lo que se hizo. Conozco
muy bien México y España y mi ánimo es dar una visión constructiva… Cuando
empecé a meterme en la historia vi que realmente era muy grande. Es una
historia de superación y creo que, por ejemplo, la Iglesia tampoco ha dado la
importancia que tuvo a Malinche como propagadora del cristianismo. Lo primero
que hizo fue bautizar a su madre y a su hermano, Marta y Lázaro. Con el
cristianismo pasó de ser esclava a ser señora. Vivió esa transformación y la
quería para todo el mundo. La Iglesia debería estudiarlo igual que canonizó a
san Juan Diego, que vio a la Virgen en el cerro del Tepeyac.
¿Nunca quiso tirar la toalla?
Un proyecto muy largo necesita un flujo de dinero
constante, y, claro, en el tiempo no es fácil mantener la emoción… Pero me ha
sido relativamente fácil. Me siento orgulloso de haber hecho un musical que van
a entender en todo el mundo y con nuestro sello.
¿Cómo surgió ensayar en la parroquia
madrileña de San Juan de la Cruz?
No quería un espacio habitual de ensayo, donde todo
el mundo está metiendo las narices. No solo tenía que ensayar, sino que tenía
que construir el conjunto: tenía las letras y el guion, pero había que ver las
coreografías, etc. Pensé en las iglesias y llamé a Toño [Casado]. Me sugirió
preguntar por San Juan de la Cruz… ¡que encima es donde fui bautizado y fue mi
iglesia hasta que me independicé con 17 años! Tengo una conexión muy fuerte con
ese Cristo. Hablé con Gabriel, el párroco, y allí nos hemos tirado año y pico
todos los días.
¿Ha sido buen casero?
Sí… Ha sido fantástico construir el musical en ese
ambiente, con ese Cristo que ha significado tanto en mi vida. Además, creo que
nunca se ha visto en un espectáculo de masas lo importante que fue la Iglesia
en la construcción de América, que es el continente que manda en el mundo. Los
americanos han inventado el iPhone [como el que señala en la mesa] o la Coca
Cola, ganaron la II Guerra Mundial, fueron a la Luna … Aquí reivindicamos el
papel que juega la Iglesia en América con el Bautismo, con la educación, con
los hospitales. ¡El hospital más antiguo de América es el Hospital de Jesús,
fundado por Cortés en México-Tenochtitlan en torno a 1520!
Los españoles se encuentran con una amalgama de
conflictos. Los aztecas son entre 200.000 y 280.000 habitantes, solo el 2 % de
la población, y tienen a todos los demás controlados. Cuando Cortés se da
cuenta de la cantidad de enemigos que tiene Moctezuma, los pone de acuerdo.
Luego se ha tergiversado, pero los primeros cronistas, casi todos curas,
describieron muy bien lo que estaba pasando allí.
Tienes una comparativa muy fácil: de México para abajo, todos mezclados; de México para arriba, todos muertos. Tú no encuentras una mezcla de un siux con un inglés o de un francés con un apache… Somos un país que, en vez de estar orgulloso de nuestra historia y de lo que hemos hecho, estamos sacando todo el rato punta a lo malo. Juzgamos con una gran arrogancia a unos tíos de hace 500 años ahora que es todo un desastre. Y, además, los ingleses, los alemanes y los franceses se han encargado siempre de alimentar una leyenda negra. Somos envidiosos y estamos desunidos, aunque luego haya mucho talento, como vemos todos los días.
En el musical incide en que se trata de
tú a tú a los pueblos por el Bautismo…
Para empezar, nos hemos mezclado. Eso es más que
tratarlos de tú a tú, es que unimos nuestra sangre. ¡A los que más les gusta el
musical es a los mexicanos!
¿Qué tal las primeras reacciones?
Buenas, aunque los primeros días siempre hay cosas
que chirrían a unos y a otros. Eso pasa y lo que queda es un mensaje de amor,
de amistad…
El papel del sacerdote ha levantado
alguna crítica también…
Obviamente, ¡si los cristianos entre ellos están peleados! Si te pones a
buscarle tres pies al gato, los vas a encontrar, pero el mensaje es evidente,
tanto en el Bautismo como en la canción del náufrago. Se ve a la Iglesia como
algo positivo. Desde el principio hasta el final del musical el mensaje es que,
al final, el amor triunfará.
¿Tiene esa certeza?
Hombre, claro. Hay una frase muy buena en los
Vedas, de la India, que dice que están el bien y el mal, pero que, por encima
del mal y del bien, está el bien. El mundo es una mezcla de bien y mal, de
noche y de día, una lucha de opuestos, pero yo creo que detrás siempre está el
bien. Eso sí, a veces tienes que sacar la espada porque el malo es muy malo.
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