La Escuela Económica | Esteban Delgado (@estebandelgadoq)
La Reforma Policial debió
iniciar de “afuera hacia adentro”
Hace varios días un amigo
me dijo que había comprado un establecimiento comercial que ya tiene varios
años operando. Se trata de un pequeño bar-restaurante. El punto es que, lo
primero que hizo fue solicitar un préstamo para hacer algunas remodelaciones:
cambio de fachada, pintura, nueva línea gráfica para los uniformes y la
identificación del negocio.
Con los mismos empleados,
el negocio está marcando muy bien y se nota una actitud distinta en el servicio
a los clientes, aun cuando el personal sigue recibiendo el mismo salario,
aunque bajo una nueva administración, toda vez que se trata de un nuevo dueño.
El asunto es que, cuando
el trabajador, de cualquier nivel o sector, observa una mejora en la
infraestructura física donde trabaja, recibe uniforme nuevo y le dan a entender
que ahora tiene una mejor imagen, tiende a cambiar de actitud en forma
positiva, pues se siente más dignificado.
En cambio, si llega un
nuevo administrador y comienza a disponer cambios en la forma de actuar de los
trabajadores, indicándoles en público que lo que hacían antes estaba mal y que
sus funciones eran totalmente incorrectas, es posible que esos empleados se
sientan incómodos y empeoren en su labor, en lugar de mejorar.
Lo mismo ocurre con una
institución tan delicada y compleja como la Policía Nacional (PN). El
presidente Luis Abinader llegó con la mejor de las intenciones a emprender una
reforma en esa institución. El problema es que comenzó mal, porque al inicio lo
que se produjo fue una especie de descrédito contra sus miembros, haciéndoles
ver que todos se comportan mal, que los procedimientos son inadecuados y que
falta transparencia en sus áreas administrativas.
Todo eso es cierto, pero
no se le puede decir de inicio al personal que ha de ser reformado. Por eso la
Policía se siente desmoralizada, sus miembros han “bajado la guardia”, mientras
en las altas esferas hay inconformidad, resistencia y hasta “boicoteo” al
proceso de reforma en desarrollo.
Si yo hubiera sido el
Presidente, que no lo soy ni lo seré, habría emitido un decreto declarando la
reforma de interés nacional y en emergencia, con lo cual tendría la posibilidad
de contratar, sin licitación, a las cinco mejores empresas constructoras del
país.
¿Para qué? Para diseñar y
construir en un período no mayor de seis meses los 928 destacamentos con que
cuenta la PN en la actualidad. Un diseño estandarizado, que variaría en tamaño
de acuerdo con la demarcación, pero no en la forma de la edificación.
Con una inversión promedio
de 25 millones de pesos por cada destacamento, algunos más algunos menos,
entonces la inversión total sería de alrededor 23,000 millones de pesos. Casi
nada si se toma en cuenta que solo en el subsidio a los precios de los
combustibles se están destinando 40,000 millones de pesos este año.
Al mismo tiempo, habría
contratado a un equipo de diseñadores para el nuevo uniforme de la Policía, con
un color distinto (preferiblemente azul) y nuevos calzados estandarizados para
todos y cada uno de los miembros de la institución. Eso, mientras se terminan
los destacamentos y se le dota de equipos tecnológicos (computadoras,
celulares, cámaras y otros insumos).
Transcurridos los primeros seis meses de la reforma, la Policía estaría completamente cambiada, en la forma, no en el fondo, pero tanto ellos, sus miembros, como la propia ciudadanía, tendrían una actitud distinta sobre la imagen de la institución. Los mismos policías que tenemos, sin entrenamiento adecuado, tendrían un mejor comportamiento y se sentirían dignificados con locales nuevos, ropa nueva y vehículos y equipos adecuados.
Entonces, a partir de ahí,
comenzaría el proceso de reforma interna, sobre la cual habría menos
resistencia y más disponibilidad de parte de los propios miembros. A eso se
agrega que la población en sentido general, al ver todos los destacamentos
modernizados, y el equipamiento y nueva imagen de la Policía, estaría
percibiendo una reforma que actualmente no se percibe.
Nadie siente que la
Policía está en proceso de reforma, debido a que lo poco que se ha hecho ha
sido adentro, mientras no se ve nada hacia afuera. Pero, yo no soy el
Presidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...