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    jueves, 24 de noviembre de 2022

    La Reforma Policial debió iniciar de “afuera hacia adentro”


    La Escuela Económica | Esteban Delgado (@estebandelgadoq)

     


    La Reforma Policial debió iniciar de “afuera hacia adentro”

     

    Hace varios días un amigo me dijo que había comprado un establecimiento comercial que ya tiene varios años operando. Se trata de un pequeño bar-restaurante. El punto es que, lo primero que hizo fue solicitar un préstamo para hacer algunas remodelaciones: cambio de fachada, pintura, nueva línea gráfica para los uniformes y la identificación del negocio.

     

    Con los mismos empleados, el negocio está marcando muy bien y se nota una actitud distinta en el servicio a los clientes, aun cuando el personal sigue recibiendo el mismo salario, aunque bajo una nueva administración, toda vez que se trata de un nuevo dueño.

     

    El asunto es que, cuando el trabajador, de cualquier nivel o sector, observa una mejora en la infraestructura física donde trabaja, recibe uniforme nuevo y le dan a entender que ahora tiene una mejor imagen, tiende a cambiar de actitud en forma positiva, pues se siente más dignificado.

     

    En cambio, si llega un nuevo administrador y comienza a disponer cambios en la forma de actuar de los trabajadores, indicándoles en público que lo que hacían antes estaba mal y que sus funciones eran totalmente incorrectas, es posible que esos empleados se sientan incómodos y empeoren en su labor, en lugar de mejorar.

     

    Lo mismo ocurre con una institución tan delicada y compleja como la Policía Nacional (PN). El presidente Luis Abinader llegó con la mejor de las intenciones a emprender una reforma en esa institución. El problema es que comenzó mal, porque al inicio lo que se produjo fue una especie de descrédito contra sus miembros, haciéndoles ver que todos se comportan mal, que los procedimientos son inadecuados y que falta transparencia en sus áreas administrativas.

     

    Todo eso es cierto, pero no se le puede decir de inicio al personal que ha de ser reformado. Por eso la Policía se siente desmoralizada, sus miembros han “bajado la guardia”, mientras en las altas esferas hay inconformidad, resistencia y hasta “boicoteo” al proceso de reforma en desarrollo.

     

    Si yo hubiera sido el Presidente, que no lo soy ni lo seré, habría emitido un decreto declarando la reforma de interés nacional y en emergencia, con lo cual tendría la posibilidad de contratar, sin licitación, a las cinco mejores empresas constructoras del país.

     

    ¿Para qué? Para diseñar y construir en un período no mayor de seis meses los 928 destacamentos con que cuenta la PN en la actualidad. Un diseño estandarizado, que variaría en tamaño de acuerdo con la demarcación, pero no en la forma de la edificación.

     

    Con una inversión promedio de 25 millones de pesos por cada destacamento, algunos más algunos menos, entonces la inversión total sería de alrededor 23,000 millones de pesos. Casi nada si se toma en cuenta que solo en el subsidio a los precios de los combustibles se están destinando 40,000 millones de pesos este año.

     

    Al mismo tiempo, habría contratado a un equipo de diseñadores para el nuevo uniforme de la Policía, con un color distinto (preferiblemente azul) y nuevos calzados estandarizados para todos y cada uno de los miembros de la institución. Eso, mientras se terminan los destacamentos y se le dota de equipos tecnológicos (computadoras, celulares, cámaras y otros insumos).

     

    Transcurridos los primeros seis meses de la reforma, la Policía estaría completamente cambiada, en la forma, no en el fondo, pero tanto ellos, sus miembros, como la propia ciudadanía, tendrían una actitud distinta sobre la imagen de la institución. Los mismos policías que tenemos, sin entrenamiento adecuado, tendrían un mejor comportamiento y se sentirían dignificados con locales nuevos, ropa nueva y vehículos y equipos adecuados.

     

    Entonces, a partir de ahí, comenzaría el proceso de reforma interna, sobre la cual habría menos resistencia y más disponibilidad de parte de los propios miembros. A eso se agrega que la población en sentido general, al ver todos los destacamentos modernizados, y el equipamiento y nueva imagen de la Policía, estaría percibiendo una reforma que actualmente no se percibe.

     

    Nadie siente que la Policía está en proceso de reforma, debido a que lo poco que se ha hecho ha sido adentro, mientras no se ve nada hacia afuera. Pero, yo no soy el Presidente.




     



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