Espiritualidad | Tiziana Campisi/VN
Semeraro: La santidad no es de algunos "genios",
nace de la fidelidad diaria al Evangelio
El
cardenal prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos abrió en la
Universidad Lateranse el congreso "Modelos de santidad y canonizaciones a
40 años de la constitución apostólica Divinus Perfectionis Magister", que
concluirá el viernes: el Concilio despojó el concepto de perfección evangélica
de toda forma de individualismo, dándole un carácter eclesial.
A
lo largo de los siglos ha cambiado el modo en que los cristianos miran la
santidad, pero hoy es la constitución dogmática Lumen Gentium el punto de
referencia para los creyentes: que a la santidad es una vocación de todos en la
Iglesia, porque la Iglesia misma está toda llamada a la santidad. Asà lo ha
explicado el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las
Causas de los Santos, que ha intervenido en el congreso "Modelos de
santidad y canonizaciones a 40 años de la constitución apostólica Divinus
Perfectionis Magister", organizado junto con el Pontificio Comité para las
Ciencias Históricas, que se ha inaugurado hoy en la Pontificia Universidad
Lateranense de Roma y finalizará el próximo viernes. Hablando de la
"vocación universal a la santidad y de la santidad canonizada", el
cardenal Semeraro señaló que, como dice el documento conciliar, puesto que
"todos los que miran con fe a Jesús" son la Iglesia constituida por
Dios y el sacramento visible de la salvación "a los ojos de todos y de
cada uno", toda santidad "no es nunca santidad individual, sino
siempre santidad eclesial, que afecta a la vida de la Iglesia y repercute como
santidad para todos".
El
carácter eclesial de la santidad
El
Concilio, aclara el cardenal, despojó en la práctica "la noción de
santidad de toda forma de individualismo" dando "a toda santidad
personal el carácter de eclesialidad", que debe entenderse, sin embargo,
como comunión, donde "lo personal y lo comunitario se armonizan". Y,
de hecho, la Lumen Gentium subraya que "la Iglesia... es a los ojos de la
fe indefectiblemente santa... Por tanto, todos en la Iglesia, tanto si
pertenecen a la jerarquÃa como si son gobernados por ella, están llamados a la
santidad", que "se manifiesta y debe manifestarse en los frutos de
gracia que el EspÃritu produce en los fieles" y "se expresa de
diversas formas en cada uno de los que tienden a perfeccionar la caridad en su
propia lÃnea de vida y a edificar a los demás". Este es el magisterio de
los últimos Papas, recuerda el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los
Santos, que cita la Gaudete et exsultate de Francisco: "Para ser santo no
es necesario ser obispo, sacerdote, religioso o monja. Muchas veces tenemos la
tentación de pensar que la santidad está reservada a quienes son capaces de
mantenerse alejados de las ocupaciones ordinarias, de dedicar mucho tiempo a la
oración. Esto no es asÃ. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor
y ofreciendo cada uno su testimonio en las ocupaciones cotidianas". En la
exhortación apostólica, el Papa añade que "la santidad, al fin y al cabo,
es fruto del EspÃritu Santo", pero que "en la Iglesia, santa y
compuesta de pecadores", es posible encontrar todo lo necesario "para
crecer hacia la santidad".
La
santidad canonizada
A
propósito de la santidad canonizada, el cardenal Semeraro precisa que "la
finalidad de la Iglesia al beatificar y canonizar", es "a través de
la autoridad del Papa, ofrecer a la imitación de los fieles, a su veneración e
invocación a aquellos hombres y mujeres" juzgados "distinguidos por
el esplendor de la caridad y de todas las demás virtudes evangélicas". Sin
embargo, se plantea la cuestión de la relación entre la llamada universal a la
santidad y la declaración oficial de la Iglesia en las beatificaciones y, en particular,
en las canonizaciones. Como respuesta, el cardenal Semeraro propone algunas
reflexiones de Romano Guardini, que en su libro "El Señor" describe
la santidad como el efecto de la entrada de Cristo en la vida del creyente.
Tanto es asà que un santo en la época del cristianismo primitivo "es
simplemente alguien para quien, en Cristo y por Cristo, todo se ha hecho nuevo.
Aunque "hacerse cristiano y vivir como tal en la primera época ya era en
sà mismo algo extraordinario" y quien tomaba "esta decisión se desprendÃa
del contexto de la existencia llevada hasta entonces", "se convertÃa
en un extraño para su propio mundo". Pero en ese contexto, recuerda el
cardenal, "algunos que aceptan dar su vida por el Señor de forma cruenta
(los mártires) adquieren una estima especial", y también los que
"reaccionando a la 'mundanización' del cristianismo" eligen el
desierto, "espacios en los que la figura del santo adquiere ya la
fisonomÃa de la excepcionalidad y la 'heroicidad'".
Los
santos guÃas de la Iglesia
Rastreando
la historia, el cardenal Semeraro señala que la integración de la fe cristiana
en el sistema socio-polÃtico y estatal "dio lugar a la idea de los santos
como mensajeros de la fe, guÃas de la Iglesia, penitentes y orantes, maestros
de conocimiento en las materias y descubridores del amor divino" y más
tarde se desarrolló el concepto de elección y juicio cristiano. Guardini señala
que asà "se empieza a destacar también la dimensión "heroica" en
el ejercicio de las virtudes, de modo que el "santo" es el perfecto:
el hombre como Dios lo quiere". "En muchos aspectos sigue siendo el
'santo' de nuestros procesos de beatificación y canonización", dice el
Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.
La
santidad de la puerta de al lado
Pero
si durante mucho tiempo al mirar a los santos surgÃa un contraste entre lo
ordinario y lo extraordinario, hoy asistimos a un cambio de época, como repite
Francisco, y "la figura del santo empieza a tener nostalgia de sus
orÃgenes". Juan Pablo II, en la Novo Millennio Ineunte, escribe que el
ideal de perfección al que se refiere el Concilio Vaticano II "no debe ser
malinterpretado como si implicara una especie de vida extraordinaria,
practicable sólo por algunos 'genios' de la santidad" y que "los
caminos de la santidad son múltiples y adaptados a la vocación de cada
uno". Se hace eco de él el Papa Francisco, que en Gaudete et exsultate
habla de "la santidad en el paciente pueblo de Dios": En los padres
que educan a sus hijos con tanto amor, en los hombres y mujeres que trabajan
para llevar el pan a casa, en los enfermos, en los religiosos ancianos que no
dejan de sonreÃr" y de nuevo de "santidad de la Iglesia
militante" en la constancia de ir "adelante dÃa tras dÃa", la
llamada "santidad 'de la puerta de al lado', de los que viven cerca de
nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, por usar otra expresión,
'la clase media de la santidad'".
Publicado
por Vatican News
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