Reflexión | Juan F. Puello Herrera/LD
Engendro monstruoso
Desempolvar
cada cierto tiempo El valor divino de lo humano, de Jesús Urteaga Loidi, trae a
la memoria aquellos temas que preparaba en unos cursos de carácter vivencial
que duraban tres dÃas con sus noches.
Entre
los temas a desarrollar se encontraba el de la beaterÃa que todavÃa en estos
tiempos tiene bastante vigencia. Desde esa perspectiva, que mejor forma
encontramos de explicar la beaterÃa o santurronerÃa que es vista como un
talante que crece y continúa creciendo a la sombra de nuestros templos.
Explica
Urteaga, que la diferencia entre el santurrón y el santo es que el primero
quiere o pretende ser santo, mientras el segundo tiene deseos de Dios. De esta
manera, ofrece la mejor descripción del santurrón señalando que este es: miope
de las cosas del espÃritu; le preocupa la formas que equivocadamente cree que
santifican; viene siendo flor de invernadero que conoce las luces tibias de los
templos, pero ignora la vida que da luz al sol.
Además,
considera al beato poco original, que vive de las formas de vida interior que
desconoce, que pasa las horas en el templo cuando su obligación es atender a su
familia, que se santigua dos veces por escrúpulo, que todo lo espera de Dios,
pero no hace el menor esfuerzo personal para resolver lo que espera.
En
fin, en el beato encontramos, que muchas estampas llenan todos sus libros; se
desenvuelve en su pequeño cÃrculo que le rodea, pero no se ocupa de ganar
amistades; puede decirse que la beaterÃa es un vicio como cualquier otro, una
monstruosidad, una deformación de lo que debe ser un cristiano.
Publicado
por ListÃn Diario
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