Mundo | María Martínez López/A&O
Un activista chino: «En las protestas están participando
personas de todo tipo»
Wei
Jingsheng cree que el descontento en el gigante asiático puede estar más extendido,
pero tener menos fuerza que el movimiento de Tiananmén.
No
faltan voces que intentan trazar similitudes entre la oleada de protestas que
se desencadenó en China el fin de semana y las célebres protestas de Tiananmén,
en 1989. Arguyen, por ejemplo, que es la primera vez desde entonces que en una
manifestación se ha pedido abiertamente la dimisión del Gobierno.
El
detonante de las protestas fue la muerte el 24 de noviembre de diez personas
durante el incendio en un edificio que estaba confinado, en Urumqi, capital de
la región de Xinjiang. Los habitantes de esta región, célebre por la represión
a los uigures, comenzaron a protestar culpando a la política de cero COVID-19,
que fue la causa de que las salidas de emergencia estuvieran cerradas.
Las
concentraciones pronto se extendieron a otras partes del país, incluidas Wuhan
—donde comenzó la pandemia—, Shangái y Pekín. Entre los gritos que coreaba la
gente, además de «queremos libertad», «no queremos hacernos pruebas PCR» o «los
que os negáis a ser esclavos, alzaos» —una frase del himno nacional—, se
escucharon también gritos de «Partido Comunista dimite» o «Xi Jinping dimite».
Rechazo
al Partido Comunista
Sin
embargo, para Wei Jingsheng, conocido como el «padre de la democracia» en
China, «hay algunas diferencias» entre estas protestas y los sucesos de
Tiananmén. En declaraciones a AsiaNews, este histórico activista, exiliado en
Estados Unidos, subraya la «evidente naturaleza espontánea» de las
manifestaciones. Explica que es una corriente sin liderazgo claro que se mueve
entre las calles e internet.
En
cambio, los manifestantes de 1989 contaron «con el apoyo de algunas fuerzas
dentro del Partico Comunista Chino (PCCh) y por eso pudieron reunir a un gran
número de manifestantes en Pekín durante mucho tiempo». En el caso actual, sin
embargo, la presencia masiva de las Fuerzas de Seguridad en las calles y las
detenciones y controles, junto a la relajación de algunas medidas, parecen
estar minando la fuerza original de este movimiento.
Wei
señala además que en 1989 la gente pedía la reforma del régimen comunista y el
objetivo oficial de las protestas era la corrupción de los dirigentes. Por lo
tanto, los manifestantes no contaban con el apoyo de los trabajadores, los
campesinos y el Ejército. Las políticas de prevención de la pandemia, en
cambio, «afectan a todo el pueblo chino, y en las protestas están participando
personas de todo tipo».
Por
último, «el movimiento de 1989 depositó sus esperanzas en el Partido y afirmó
públicamente su apoyo al Comité Central», hace notar Wei. Las revueltas de
estos días piden la renuncia de Xi y exigen al PCCh que se haga a un lado,
señal de que la opinión pública no confía en el Partido.
Represión
selectiva
Es
decir, se trata de un descontento más generalizado y en cierto sentido más
enfrentado al régimen que en Tiananmén. Aunque, por otro lado, sin liderazgo ni
apoyo político que pueda sostener las protestas. ¿Qué ocurrirá ahora? El
experto vaticina que «el PCCh no tiene valor para emplear» a las Fuerzas
Armadas en una represión con mano dura como hace 33 años. Tiene «miedo a que no
obedezcan las órdenes», asegura.
Sin
embargo, «el Partido cuenta con sistemas de vigilancia tecnológica muy
sofisticados, con los que puede llevar a cabo una represión selectiva. Eso le
permitiría evitar una reacción negativa de la comunidad internacional».
Hijo
de dirigentes comunistas, Wei ganó notoriedad en 1978, durante la Primavera de
Pekín, cuando colgó en el Muro de la Democracia un manifiesto (dazibao). Junto
a las Cuatro Modernizaciones que había emprendido el Gobierno de Deng Xiapoing
(agricultura, industria, defensa y ciencia y tecnología), pedía una quinta
modernización, la principal, consistente en reformas para promover las
libertades individuales.
En
marzo de 1979 fue arrestado y condenado a 15 años de cárcel. En marzo de 1994
fue detenido de nuevo y estuvo en prisión hasta noviembre de 1997, cuando fue
indultado y expulsado a Estados Unidos.
Publicado
por Alfa & Omega
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