Evangelización | Carlos Pérez Laporta
El Reino de Dios es todas las cosas
Viernes de la 3ª
semana del tiempo ordinario / Marcos 4, 26-34
Evangelio: Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús decÃa al gentÃo:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa
semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla
germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto
sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano
está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino
de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la
tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más
alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden
cobijarse y anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponÃa la
palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponÃa con parábolas, pero a
sus discÃpulos se lo explicaba todo en privado.
Comentario
Es admirable el hondo sentido poético de Jesús.
Vislumbra imágenes del Reino de Dios por doquier. Cualquier lugar del mundo es
bueno para cavar pozos de salvación, manantiales de profundidad celeste. En las
situaciones y cosas más sencillas se abren espacios infinitos y, aun asÃ,
transitables.
Todo lo cotidiano del hombre pone para Jesús la
gramática de Dios al alcance del lenguaje humano. El alma es de algún modo
todas las cosas, decÃa Aristóteles, porque todas las cosas parecen ofrecérsele,
estar a su abasto. En palabras de Jesús deberÃamos decir que el Reino de Dios
es de alguna manera todas las cosas; pues, en cierto modo, todas cosas tienen
el gusto y la fragancia de lo divino: en todo, especialmente lo más pequeño,
palpita un corazón incontenible, susurra con suaves y simples gestos lo
inenarrable.
«El reino de Dios se parece a un hombre». Lo
primero que nos dice esta parábola es lo cerca que está el hombre del Reino de
Dios. La distancia infinita entre Dios y el hombre se muestra como el lugar de
la similitud: en su total distinción es donde se parecen. Y se parecen Dios al
hombre donde el hombre es más hombre, y menos Dios: donde el hombre «echa
semilla en la tierra», donde «duerme de noche y se levanta de mañana; la
semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo»; es decir, donde el
hombre es impotencia, y «la tierra va produciendo fruto sola».
El hombre se parece al Reino de Dios allà donde el
hombre es hombre, y no Dios, porque allà justamente es el hombre que deja a
Dios hacer, que vive de lo que Dios hace y reconoce asà a Dios su poder. El
Reino de Dios no está lejos de quien espera a Dios y coopera con Él.
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