Reflexión | Pedro Barrado/VN
¿Está anticuado hablar de hombres y mujeres?
Dados
los tiempos que corren, ser políticamente incorrecto es más una alabanza que
una crítica. Pues bien, la Biblia es políticamente incorrecta en el
asunto de las relaciones humanas. Más concretamente, entre
hombres y mujeres.
En
efecto, cuando la Biblia cuenta la creación del ser humano, solo habla de
hombres y mujeres, sin mencionar las casi infinitas posibilidades de la teoría
‘queer’, según la cual, entre el varón y la mujer hay exactamente eso:
infinitas posibilidades de relación entre la identidad sexual y el género.
“Dios
lo creó, varón y mujer los creó”
Sin
embargo, hay que resaltar que la Escritura resulta extraña y enormemente
moderna –en el sentido de la igualdad– cuando habla de hombres y mujeres. El
texto de Gn 1,26-27 es el siguiente: “Dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra
imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los
ganados y los reptiles de la tierra’. Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó”.
Lo
que se ha traducido por “varón” y “mujer” hace referencia al sexo.
Literalmente, se habla de “macho” y “hembra” (‘zakar’ y ‘neqebá’,
respectivamente). Y ambos –el macho y la hembra de la especie humana–
constituyen al “hombre”, al ser humano, el ‘adam’. Sorprende que este texto,
que habría que datar en torno al siglo VI a. C., ponga en pie de igualdad a
hombres y mujeres: juntos constituyen al “ser humano”.
En
el llamado segundo relato de la creación, el asunto se desarrolla de distinta
manera, aunque el resultado es parecido. En primer lugar, Dios modela del polvo
del suelo un “varón”, aunque ese varón no sabrá que lo es hasta que de su
costilla se modele a la mujer y la descubra, admiradamente, como alguien igual
que él: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre
será ‘mujer’, porque ha salido del varón” (Gn 2,23). La traducción española no
logra representar adecuadamente el juego de palabras que existe en hebreo: la
mención de la “mujer” y el “varón” es la semejante a la que existe, por
ejemplo, entre “gata” y “gato”. Así, en hebreo es: “Su nombre será
‘ishá’, porque ha salido del ‘ish’”.
Es
probable que estos relatos no satisfagan a muchos de nuestros coetáneos. Pero
lo cierto es que han vivido muchos años y que pueden seguir dando luz a las
personas –hombres y mujeres– que hoy caminamos por el mundo.
Publicado
por Vida Nueva
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