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    martes, 14 de febrero de 2023

    Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor (Ef 4,15)


    En Familia | Zahíra Maxwell

     


    Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor (Ef 4,15)

     

    Cuando hablamos de una neurocomunicación para mercadear un producto, nos enfocamos en estímulos que los científicos han probado. Una buena comunicación debe tener: una visual que atraiga, poder recordarse, ser disruptiva, provocar alguna emoción primaria y hacer tangible los beneficios del producto (estos son algunos puntos claves simplificados). Por eso, analizar el mensaje del Papa Francisco “Hablar con el corazón en la verdad y en el amor” me hace pensar en los aspectos que tenemos en común, al promover un producto, y, la comunicación a nivel personal, familiar, de iglesia y como sociedad.

     

    Así encontramos que el Papa Francisco nos exhorta a: entrar en la dinámica del diálogo y el intercambio, que es precisamente la de comunicar cordialmente. Una vez que hayamos escuchado al otro con corazón puro, lograremos hablar «en la verdad y en el amor» (cf. Ef 4,15). No debemos tener miedo a proclamar la verdad, aunque a veces sea incómoda, sino a hacerlo sin caridad, sin corazón. Porque «el programa del cristiano -como escribió Benedicto XVI- es un “corazón que ve”» [1]. Un corazón que, con su latido, revela la verdad de nuestro ser, y que por eso hay que escucharlo. Esto lleva a quien escucha a sintonizarse en la misma longitud de onda, hasta el punto de que se llega a sentir en el propio corazón el latido del otro. Entonces se hace posible el milagro del encuentro, que nos permite mirarnos los unos a los otros con compasión, acogiendo con respeto las fragilidades de cada uno, en lugar de juzgar de oídas y sembrar discordia y divisiones.

     

    “Jesús nos recuerda que cada árbol se reconoce por su fruto (cf. Lc 6,44), y advierte que «el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, de su mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca» (v. 45). Por eso, para poder comunicar «en la verdad y en el amor» es necesario purificar el corazón. Sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos que, también en el campo de la información, no nos ayudan a discernir en la complejidad del mundo en que vivimos. La llamada a hablar con el corazón interpela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e instrumentaliza la verdad.”

     

    Como profesional en Mercadeo he aprendido que la única forma que existe para tener éxito comercializando un producto es escuchando el mercado. Aunque, para Steve Jobs esto no era verdad y demostró que el cliente no siempre, de manera consciente, sabe lo que quiere. Con el neuromárketing hemos logrado ver que el cliente sabe lo que quiere, pero no siempre sabe expresarlo de manera consciente. Esto significa que el ser humano no siempre sabe cómo comunicar lo que piensa, siente o quiere. Por eso la comunicación social es sumamente complicada. Cuando una institución realiza un comunicado de prensa los ciudadanos pueden pensar que la información no le está llegando completa o está desvirtualizada. Lo mismo sucede con los comerciales al momento de comunicar los beneficios de adquirir un producto o servicio.

     

    Es por esta razón que han proliferado los influencers. En esta era de la hipercomunicación la mayoría de las personas desean utilizar los productos y servicios que otras personas les recomiendan utilizar, porque dicen que son buenos. Es en esta época donde nuestros hijos buscan en los influencers las respuestas a las preguntas que no nos han formulado a los padres. Por eso nuestros hijos tienen cada día más una visión del mundo diferente a la que sus padres hemos querido brindarles. Temas como el aborto, aceptar o no la ideología de género, el apoyo a los inmigrantes (sean de la nación que sean), la eutanasia, legalización de las drogas, entre muchos otros temas de los que no nos atrevemos a hablarles y nuestros hijos pueden darnos cátedras.

     

    Por eso es de vital importancia hablar con la verdad y desde el corazón. Que nuestro mensaje refleje nuestra empatía. Como bien nos dice el papa Francisco: “En un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones -de las que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune-, el compromiso por una comunicación “con el corazón y con los brazos abiertos” no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a decir la verdad, y a hacerlo con caridad. A los cristianos, en especial, se nos exhorta continuamente a guardar la lengua del mal (cf. Sal 34,14), ya que, como enseña la Escritura, con la lengua podemos bendecir al Señor y maldecir a los hombres creados a semejanza de Dios (cf. St 3,9). De nuestra boca no deberían salir palabras malas, sino más bien palabras buenas «que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan» (Ef 4,29).

     

    Necesitamos periodistas que sean capaces de comunicar noticias de forma tal que no fomenten el rencor ni exacerben los ánimos. “sino que ayude a las personas a reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso, la realidad en la que viven” Es el compromiso de realizar un trabajo que comunique la verdad, pero desde el corazón. Buscando ser justos, que es una de las acciones más difíciles para la humanidad.

     

    El Papa Francisco nos señala que “hablar con el corazón” está representado en san Francisco de Sales, doctor de la Iglesia. Su actitud apacible, su humanidad, su disposición a dialogar pacientemente con todos, especialmente con quien lo contradecía, lo convirtieron en un testigo extraordinario del amor misericordioso de Dios. De él se podía decir que «las palabras dulces multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones» (Si 6,5). el santo obispo de Ginebra nos recuerda que “somos lo que comunicamos”. Una lección que va contracorriente hoy, en un tiempo en el que, como experimentamos sobre todo en las redes sociales, la comunicación frecuentemente se instrumentaliza, para que el mundo nos vea como querríamos ser y no como somos”.

     

    Escuchar es el primer paso para una buena comunicación, sin embargo, “Hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz… y la reconciliación, allí donde el odio y la enemistad causan estragos.”  En República Dominicana, necesitamos periodistas que comuniquen la verdad con amor y respeto. Y, como familia, también debemos aprender a comunicarnos desde el corazón.

     

    ADH 875 febrero 2023





     

     

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