En Familia | Zahíra Maxwell
Hablar con el corazón, en la verdad y
en el amor (Ef 4,15)
Cuando hablamos de una neurocomunicación para mercadear
un producto, nos enfocamos en estímulos que los científicos han probado. Una
buena comunicación debe tener: una visual que atraiga, poder recordarse, ser
disruptiva, provocar alguna emoción primaria y hacer tangible los beneficios
del producto (estos son algunos puntos claves simplificados). Por eso, analizar
el mensaje del Papa Francisco “Hablar con el corazón en la verdad y en el amor”
me hace pensar en los aspectos que tenemos en común, al promover un producto,
y, la comunicación a nivel personal, familiar, de iglesia y como sociedad.
Así encontramos que el Papa Francisco nos exhorta a: entrar en la
dinámica del diálogo y el intercambio, que es precisamente la de comunicar cordialmente. Una vez que
hayamos escuchado al otro con corazón puro, lograremos hablar «en la verdad y
en el amor» (cf. Ef 4,15). No debemos tener miedo a proclamar la verdad, aunque a veces sea
incómoda, sino a hacerlo sin
caridad, sin corazón. Porque «el programa del cristiano -como escribió Benedicto XVI- es
un “corazón que ve”» [1]. Un corazón que, con su latido, revela la verdad
de nuestro ser, y que por eso hay que escucharlo. Esto lleva a quien escucha a
sintonizarse en la misma longitud de onda, hasta el punto de que se llega a
sentir en el propio corazón el latido del otro. Entonces se hace posible el
milagro del encuentro, que nos permite mirarnos los unos a los otros con
compasión, acogiendo con respeto las
fragilidades de cada uno, en lugar de juzgar de oídas y sembrar discordia y
divisiones.
“Jesús nos recuerda que cada árbol se reconoce por su
fruto (cf. Lc 6,44), y advierte
que «el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el
hombre malo, de su mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del
corazón habla su boca» (v. 45). Por eso, para poder comunicar «en la verdad y
en el amor» es necesario purificar el corazón. Sólo escuchando y hablando con
un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos
confusos que, también en el campo de la información, no nos ayudan a discernir
en la complejidad del mundo en que vivimos. La llamada a hablar con el corazón
interpela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la
indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e
instrumentaliza la verdad.”
Como
profesional en Mercadeo he aprendido que la única forma que existe para tener
éxito comercializando un producto es escuchando el mercado. Aunque, para Steve
Jobs esto no era verdad y demostró que el cliente no siempre, de manera
consciente, sabe lo que quiere. Con el neuromárketing hemos logrado ver que el
cliente sabe lo que quiere, pero no siempre sabe expresarlo de manera
consciente. Esto significa que el ser humano no siempre sabe cómo comunicar lo
que piensa, siente o quiere. Por eso la comunicación social es sumamente
complicada. Cuando una institución realiza un comunicado de prensa los
ciudadanos pueden pensar que la información no le está llegando completa o está
desvirtualizada. Lo mismo sucede con los comerciales al momento de comunicar
los beneficios de adquirir un producto o servicio.
Es
por esta razón que han proliferado los influencers. En esta era de la
hipercomunicación la mayoría de las personas desean utilizar los productos y
servicios que otras personas les recomiendan utilizar, porque dicen que son
buenos. Es en esta época donde nuestros hijos buscan en los influencers las
respuestas a las preguntas que no nos han formulado a los padres. Por eso
nuestros hijos tienen cada día más una visión del mundo diferente a la que sus
padres hemos querido brindarles. Temas como el aborto, aceptar o no la
ideología de género, el apoyo a los inmigrantes (sean de la nación que sean), la
eutanasia, legalización de las drogas, entre muchos otros temas de los que no
nos atrevemos a hablarles y nuestros hijos pueden darnos cátedras.
Por
eso es de vital importancia hablar con la verdad y desde el corazón. Que
nuestro mensaje refleje nuestra empatía. Como bien nos dice el papa Francisco:
“En un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones -de las
que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune-, el compromiso por
una comunicación “con el corazón y con los brazos abiertos” no concierne
exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es
responsabilidad de cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a decir la
verdad, y a hacerlo con caridad. A los cristianos, en especial, se nos exhorta
continuamente a guardar la lengua del mal (cf. Sal 34,14), ya que, como enseña la Escritura, con la
lengua podemos bendecir al Señor y maldecir a los hombres creados a semejanza
de Dios (cf. St 3,9). De nuestra boca no deberían salir palabras malas, sino
más bien palabras buenas «que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan
bien a aquellos que las escuchan» (Ef 4,29).
Necesitamos
periodistas que sean capaces de comunicar noticias de forma tal que no fomenten
el rencor ni exacerben los ánimos. “sino que ayude a las personas a
reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso,
la realidad en la que viven” Es el compromiso de realizar un trabajo que
comunique la verdad, pero desde el corazón. Buscando ser justos, que es una de
las acciones más difíciles para la humanidad.
El
Papa Francisco nos señala que “hablar con el corazón” está representado en san
Francisco de Sales, doctor de la Iglesia. Su actitud apacible, su humanidad, su
disposición a dialogar pacientemente con todos, especialmente con quien lo
contradecía, lo convirtieron en un testigo extraordinario del amor
misericordioso de Dios. De él se podía decir que «las palabras dulces
multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones» (Si 6,5). el santo obispo de Ginebra nos
recuerda que “somos lo que comunicamos”. Una lección que va contracorriente
hoy, en un tiempo en el que, como experimentamos sobre todo en las redes
sociales, la comunicación frecuentemente se instrumentaliza, para que el mundo
nos vea como querríamos ser y no como somos”.
Escuchar
es el primer paso para una buena comunicación, sin embargo, “Hablar con el
corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz… y la
reconciliación, allí donde el odio y la enemistad causan estragos.” En República Dominicana, necesitamos
periodistas que comuniquen la verdad con amor y respeto. Y, como familia,
también debemos aprender a comunicarnos desde el corazón.
ADH
875 febrero 2023
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