Vida Humana | P. José Pastor Ramírez/LD
Inteligencia espiritual y niñez
Las
inteligencias múltiples, fueron el resultado de las investigaciones del
psicólogo estadounidense Howard Gardner. Él plantea que una persona, para vivir
ordenada y equilibradamente, requiere de todas ellas, aunque en grados
diversos. Unas se desarrollan, otras permanecen en estado potencial.
Me
detendré en la inteligencia espiritual, que todos poseemos. Dicha competencia,
junto con la social, la emocional y la intrapersonal, constituye una modalidad
esencial para lograr un bienestar integral en la vida; Asimismo, permite tomar
distancia de la realidad, para establecer valoraciones y preguntarnos por el
fin último. Su ausencia crea un tipo de analfabetismo.
En
el ámbito educativo, precisamente, percibo distintos tipos de analfabetismo a
combatir: emocional, intrapersonal y
espiritual. Posiblemente, tales desconocimientos han convertido la
espiritualidad en un tema tabú en la familia. Se evita conversar sobre
meditación, oración, silencio, contemplación, rito y liturgia.
La
insensibilidad ante la espiritualidad afecta la valiosa experiencia simbólica y
reflexiva de los infantes. Quedándose desprovistos de herramientas
fundamentales, tales como: la oración, la meditación, la contemplación y el
silencio, necesarias para enfrentar la vida sin ser dominados por la
publicidad, el mercado, el hedonismo, los comportamientos sin límites y el
relativismo. Sus padres han dejado de creer en lo que creían sus abuelos. El
resultado es visible, una generación completamente ajena a lo religioso. Serena
la esperanza de saber que su potencial espiritual permanece y puede ser
educado.
Definitivamente,
estamos privando al niño de esas enseñanzas milenarias y de esa expresión
creativa en el terreno de lo simbólico, de lo ritual y de lo espiritual. Hay
que desarrollar sus inteligencias, sobre todo la espiritual.
El
camino consiste en unir la palabra “educación” con “espiritual”, ambas
despiertan sospechas, suspicacias y recuerdos de una infancia poco agradable.
Además, el concepto educar se ha utilizado para adoctrinar, dirigir, censurar,
limitar, coaccionar o informar. La palabra espiritual con relativa frecuencia,
también, se asocia a dogmático, a miedo a Dios, a censura, a fórmulas y a
posturas serradas en el tema sexual, generando vacíos.
Los
adultos proyectan sus carencias espirituales a la prole, negándole la
posibilidad de desarrollar su inteligencia espiritual; quizás porque asocian lo
espiritual a lo moral y a lo ético; sin embargo, la espiritualidad trasciende
lo ético y no se reduce a éste.
La
persona espiritualmente inteligente cuida la creación; se abre a la
trascendencia, que es: apertura, voluntad de conocer al otro y de salir del
propio terreno disciplinar para ampliar la visión.
Publicado
por Listín Diario
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