Meditaciones | Sandy Yanilda FermÃn
Apreciar la Salud
Cuando éramos pequeños veÃamos que para los
cumpleaños y principalmente para Navidad, la
familia solÃa desearse salud. Como niños, no entendÃamos nada. Pensábamos y
creÃamos que la salud, estaba impregnada
en los seres humanos de una manera infalible. Para un niño, alguien
adulto, no debÃa enfermarse. CreÃamos que solo los niños nos
enfermábamos y con medicamentos nos aliviábamos… hasta que crecemos, nos damos
cuenta que la realidad es otra, algún familiar nuestro se
enferma, pasan horas, dÃas, y no regresan, los echamos de menos y solo luego
vemos, personas llorando y queriendo que vuelva su familiar de nuevo a casa.
Dice mi madre: “La
enfermedad es fácil de entrar, pero difÃcil de salir”. A diario
vemos tantas personas que se descuidan de la salud, por llevar la vida muy rápido
o simplemente por no descansar.
Es triste cuando
pasamos por procesos médicos, cuando son los amigos, pero es mucho más triste, cuando
le pasa a tu familia. Nunca crees que la
enfermedad puede tocar tu puerta. Nunca crees que se estropeará tu estado de ánimo, tu sueño, tu economÃa y
en el peor de los casos la Fe. Dios no quiere que nadie se enferme como lo
dice en Éxodo 23:25, que el apartará de ti toda enfermedad.
Tienes
deseos de llorar, de subir a una montaña y encontrar a Dios para hablar con él
y darle las gracias por lo que él
permite en la vida de los seres humanos para entender sus designios y entender
sus palabras a través de una enfermedad. Sin embargo, Dios quiere siempre que
gocemos de buena salud (3 Juan 2:1).
La
enfermedad es como un sueño del que no
puedes despertar, sueñas y sigues soñando sobre lo que sucederá. ¿No sabes
qué pasará? No sabes lo pasa en tu cuerpo y en tu mente. No sabes lo que tu
familia espera para ti, y es peor pues no
sabes cómo expresar tus sentimientos para no preocupar a quienes te aman y
esperan que tu salud mejore algún dÃa. Ese es el sueño de todo aquel que
tiene un familiar enfermo, esperar y esperar, hasta ver convertida la esperanza
en tu fiel amiga para no caer y no desfallecer, asà nos dice JeremÃas en el capÃtulo
29: 11, el Señor nos tiene planes de
bienestar y no de calamidad.
Desde muy
joven me ha encantado el Salmo 23, y me encanta decir: “El Señor es mi pastor nada falta” aunque pase por sendas oscuras, nada
temeré”.
Necesitamos entender que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, sin
importar que la enfermedad haya tocado nuestra puerta y no sepamos con exactitud
si salga de nuestra casa sin dejar tristeza, aceptemos que incluso en esa
circunstancia podemos ser testigos y dar verdadera fe del amor de Dios. La enfermedad muchas veces nos adentra a un crisol
que nos prepara y nos abre el corazón a la comprensión, caridad, humildad,
perdón, aceptación y sobre todo al amor de Dios y de quienes nos rodean para en
unidad enfrentar la dureza de la enfermedad sin temor.
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